Suspenso uruguayo
Si las encuestas pronosticaron acertadamente que Yamandú Orsi, del Frente Amplio, triunfaría el domingo en las presidenciales de Uruguay, están lejos de apostar a un ganador en la segunda vuelta del 24 de noviembre, cuando compita con Álvaro Delgado, del oficialista Partido Nacional (centroderecha)
Si las encuestas pronosticaron acertadamente que Yamandú Orsi, del Frente Amplio, triunfaría el domingo en las presidenciales de Uruguay, están lejos de apostar a un ganador en la segunda vuelta del 24 de noviembre, cuando compita con Álvaro Delgado, del oficialista Partido Nacional (centroderecha). La razón de la incertidumbre es que los partidos de la coalición de gobierno llevaron distintos candidatos que, sumados, tienen mayoría y ahora unen fuerzas para apoyar a Delgado, pero se sabe que el traslado de todos los votos nunca está garantizado.
Con el 44% ya en la mano, Orsi necesita muy poco para ganar, pero la cuestión es que el Frente Amplio, de izquierda, ya subió su votación en cinco puntos desde la última elección, lo cual parece dejarle poco espacio para crecer. La coalición oficialista, en cambio, aspira a retener el 47% obtenido el domingo por la suma de sus cartas, e incluso captar indecisos que apostarán a ganador en noviembre. En esto los puede ayudar el Presidente Luis Lacalle Pou, que goza de una aprobación de más del 50%. Tanto Orsi como Delgado son políticos de trayectoria, que se manejan bien en el ambiente poco polarizado de Uruguay; de talante moderado y dialoguistas, se jactan de hacer una campaña respetuosa y tolerante, y aprecian el valor de la convivencia democrática uruguaya, lo cual complica las cosas al momento de buscar votos en los extremos.
Uruguay tiene una institucionalidad fuerte, y los cambios de gobierno y sus ideologías no han mellado su estabilidad. Tras los 15 años del Frente Amplio, con Tabaré Vázquez y José Mujica, vino la renovación con Luis Lacalle Pou, cuyas reformas han dado impulso a la economía. Así, el país se ha transformado en un refugio para inversionistas frente al deterioro que se observa en la región. Delgado y Orsi están de acuerdo en mantener incentivos tributarios para capitales foráneos. Hay consenso también en lo positivo de los cambios graduales y, como afirmó Orsi, "a nadie se le ocurre poner en riesgo la estabilidad macroeconómica". Pero si hay similitudes en las prioridades -combate a la pobreza, fortalecimiento de la educación pública y aumento de cobertura en los niveles tempranos, además de enfrentar la inseguridad debida al avance del crimen organizado-, existen diferencias en cómo lograr esos objetivos. Para Orsi, la redistribución es fundamental; para Delgado, el énfasis debe estar en la expansión económica.
Un tema clave en el que también ellos coincidieron -y también otros referentes, como José Mujica- fue en la oposición a la reforma constitucional plebiscitada el mismo domingo, impulsada por sindicalistas, en la que se buscaba rebajar la edad de jubilación de 65 a 60 años, igualar las pensiones mínimas al salario mínimo y eliminar las administradoras privadas. "Pepe" dijo que se podría "armar un caos", aun cuando en el Frente Amplio tanto comunistas como socialistas la apoyaban. La propuesta recibió un respaldo de solo el 38%. Algo parecido ocurrió con la otra pregunta plebiscitada, permitir allanamientos nocturnos en los hogares, apoyada por el oficialismo, y que obtuvo un 39%.
Quienquiera gane en noviembre, deberá preocuparse de la gobernabilidad, porque las elecciones dejaron un Parlamento casi en empate. Ello demandará del futuro Presidente capacidad de diálogo y negociación.
La apuesta por la moderación y el diálogo caracteriza a ambos candidatos.