Casarse por dinero
Habría que analizar en lo que se han convertido los hinchas de fútbol
Habría que analizar en lo que se han convertido los hinchas de fútbol. Siempre han existido, pero se desbordaron desde que aparecieron las cámaras de televisión en las tribunas y las redes sociales. Nunca fueron los más inteligentes porque cualquier clase de fanatismo denota carencias, pero ahora están dementes, creyéndose protagonistas de una actividad en la que son actores de reparto. Más que disfrutar, se dedican a humillar a los rivales y presumir de títulos que no ganan, como decir que uno es rico porque toma Coca-Cola. Nunca entendí eso de sacar pecho por ser seguidor de un club, como si fuera un examen de ingreso a Harvard y no una decisión que no requiere ningún tipo de consciencia ni talento. Cualquiera podría decir hoy que es fanático de X o Y club y listo, matriculado sin ningún requisito. Y entre más gane un equipo, más fanáticos tendrá, como pasa con el Real Madrid, el mejor del siglo pasado y de lo que va de este. Hay que ver lo que son sus seguidores. De entrada, interesados, porque es cierto que uno es libre de elegir al que quiera, pero en este caso lo que más pesa son sus quince Champions. Si el que las tuviera fuera el Krylia Sovetov ruso, serían hinchas del Krylia Sovetov aunque vivieran en Nicaragua. O sea que ser hincha de un equipo grande, especialmente si no se tiene ningún vínculo geográfico o cultural con él, tiene mucho de parecido a casarse por plata y no por amor. Yo no entendía el odio que muchos le tienen a Messi porque, en teoría, si te gusta el fútbol debería gustarte la persona que mejor lo ha practicado, pero ahora capto que ese desprecio no tiene nada que ver con el argentino en sí, sino con la rivalidad Madrid-Barcelona. Uno es el rey y el otro, el contendiente acomplejado, de ahí que el primero trate de demeritar lo que hace el segundo para no perder el trono. Y de todo lo que ha hecho el Barcelona, lo más grande es Messi, quizá más grande que el equipo mismo. Cuando se trata del Barcelona, los del Madrid son como Quico. El hijo de doña Florinda tenía todo y cuando salía a jugar al patio con la pelota más grande o el carro más lujoso, no podía ver al Chavo con un juguete hechizo porque tenía que dañárselo y humillarlo. Un ser desesperante era Quico, aunque, a su manera, el Chavo era también un tarado de enciclopedia. Pues eso, que salió Messi y para desgracia de los blancos jugó en el Barcelona, por eso lo desprecian, porque el clásico rival no puede estar por encima de ellos en nada. Más de cien títulos, entre colectivos e individuales, cerca de novecientos goles y cuatrocientas asistencias a lo largo de veinte años, y a sus ojos todo ha sido regalado, o peor, robado. Ahora lloran porque no le dieron el Balón de Oro a Vinícius, es lo que pasa cuando vives en una burbuja, que te empiezas a creer tus propios cuentos y a lamentarte cuando las cosas no son lo que desearías que fueran. Hay una revista llamada France Football que desde 1956 organiza sus votaciones para elegir al mejor futbolista del mundo, y si de casualidad esas personas no eligen al que ellos quieren, empiezan a gritar que es una conspiración. En vez de quejarse, deberían fundar su propio premio y dárselo al que a ellos se les dé la gana. Son tan inseguros que rompen la estantería cuando algo no se trata de ellos y suelen pasar de la soberbia al victimismo en dos pasos, del "Nadie es mejor que nosotros" a "El mundo está en nuestra contra". No les gusta el fútbol, les gusta el Real Madrid y hoy están de funeral porque el Balón de Oro lo ganó un español y no alguien de su equipo. Igual, ese premio no sirve desde que Messi tiene ocho, así como desde 2022 la Copa del Mundo vale menos que la Copa Cafam. Son unos niños grandes y resulta increíble que hayan logrado vivir en sociedad sin morirse de hambre. Deberían probar el sexo más bien. No es tan emocionante como el fútbol, pero les aseguro que tiene lo suyo.
Hinchas de fútbol
Adolfo Zableh Durán