Teatro del Lago
El fomentar la filantropía parece condición necesaria para que entidades como esta puedan florecer y sustentarse.
T ras haberse completado ya una etapa de 20 años, la Fundación Teatro del Lago anunció cambios de importancia en su directorio, entre los cuales se incluye el retiro de quien ha sido la presidenta de esta magnífica obra, Nicola Schiess. La construcción de un gran teatro en la ciudad de Frutillar, a orillas del Lago Llanquihue, fue un sueño anhelado por muchas personas que valoran el arte y las experiencias que puede aportar una obra como esta en la formación de niños y jóvenes. La iniciativa del empresario Guillermo Schiess, con el apoyo municipal y fortalecida por una antigua tradición coral de esa ciudad, comenzó a adquirir vida al término del siglo y se inauguró en 2010 entre los festejos del bicentenario. Desde entonces, ha estado encabezado por Nicola Schiess, quien desplegó una inagotable actividad para impulsar las múltiples tareas artísticas y educativas de ese centro cultural.
El impacto que ha tenido en toda la Región de los Lagos resulta evidente, pues la Escuela de las Artes que forma parte del teatro ha recibido alumnos de muchas ciudades aledañas, incluyendo a Osorno, Puerto Montt y también a niños de la isla de Chiloé. La impronta educativa del teatro lo ha distinguido de la mayoría de otros centros, puesto que está orientado a crear experiencias de valor para jóvenes de todos los grupos sociales, abriendo un espacio integrador en torno al arte. Su efecto descentralizador tampoco pasa inadvertido porque se trata de un foco musical y artístico muy activo a mil kilómetros de la capital. Con un teatro de una acústica maravillosa, también ha sido un punto de atracción para grandes artistas que han venido a Chile directamente a Frutillar. Inolvidables presentaciones de directores de orquesta de relieve mundial, como Helmut Rilling o Valery Gergiev, junto a sus aclamadas orquestas, o solistas como Yo-Yo Ma o Maxim Vengerov, han tocado ahí con el éxito y la apreciación del público que cabía esperar.
El desarrollo de actividades de excelencia ha sido ejemplar para cualquier centro musical. Naturalmente eso implica un esfuerzo y un desgaste para quien encabece esa tarea. Puede comprenderse así que, a casi veinte años de las primeras labores, se produzca un relevo en las responsabilidades y asuma una persona conocedora de sus vicisitudes, pero sin la carga de tantos años de trabajo. También se entiende que la familia Schiess ha hecho más que gestionar a los artistas, pues hay riesgos y responsabilidades financieras de las que también ellos se han hecho cargo. La filantropía en Chile no es una actividad que haya tenido un desarrollo comparable a las necesidades de las actividades artísticas o de las iniciativas educacionales o de preservación de la naturaleza o tantas otras nobles actividades que en otras partes del mundo reciben un impulso inestimable de parte de quienes tienen los medios para apoyarlas. La necesidad de fomentar la filantropía parece ser una condición necesaria para que entidades como el Teatro del Lago puedan florecer y mantenerse en forma sustentable.
Estudios realizados por un centro de la Universidad de Harvard demostraron que no existe en Chile un ambiente legal que favorezca las donaciones culturales y que permita el crecimiento de la filantropía. Sin embargo, tampoco hay obstáculos serios para conseguir el financiamiento de una fundación como la del Teatro del Lago, a la cual se han unido unas pocas familias interesadas en la formación artística de los jóvenes, como la Fundación Ibáñez Atkinson, y algunas empresas. Pero sin una participación más decisiva de las empresas y las personas que pueden hacerlo, será siempre una tarea extenuante mantener ese destacado centro con la actividad que ha registrado hasta ahora, en su primera etapa.
El magnífico Teatro del Lago le debe a su ahora expresidenta buena parte de sus éxitos. Cabe esperar que el desafío de conservar tan alto nivel pueda conseguir los apoyos que requiere para que de este modo se transforme en un modelo para crear nuevos polos de desarrollo cultural, lejanos de los centros tradicionales de Chile.