Marco OrtizInvestigador del Centro de Investigación de la Universidad Pacífico
Donald Trump ha sido reelegido presidente de Estados Unidos. Entre los múltiples factores que explican su victoria, hay uno poco discutido en los medios: ?el auge de los robots?. En las últimas décadas, la tecnología ha transformado el mercado laboral, afectando especialmente los empleos de baja calificación en Estados Unidos y otras economías avanzadas.
La automatización ha vuelto vulnerables a las tareas rutinarias en sectores como la manufactura, reemplazando trabajadores humanos por máquinas más eficientes. Investigaciones de los economistas David Autor del MIT y David Dorn de la Universidad de Zúrich muestran que las regiones estadounidenses dependientes de la manufactura han sufrido un declive económico en las últimas décadas, debido a la adopción rápida de la automatización y al traslado de la producción al extranjero, reduciendo las oportunidades de empleo y debilitando la estabilidad económica.
Este fenómeno ha generado descontento entre comunidades de trabajadores sin educación superior. Para los trabajadores de mayor calificación, el avance tecnológico ha significado un incremento de sus ingresos y productividad; para los no calificados, ha reducido oportunidades laborales e ingresos. Una investigación de Maria Petrova, de la Universidad Pompeu Fabra, revela que cada robot incorporado por cada mil trabajadores redujo en promedio el ?valor de carrera? de los empleos de baja calificación en US$3.900 entre el 2004 y el 2008, y en US$2.480 entre el 2008 y el 2016, limitando el potencial de crecimiento salarial. El impacto de la automatización no se limita a los ingresos. Los trabajadores de baja calificación, especialmente sin estudios universitarios, enfrentan empleos más inestables, lo que reduce su poder adquisitivo y capacidad de negociación.
? Descontento social y respuestas políticas ?
La precarización de estos trabajadores ha generado un terreno fértil para el cambio político. En este contexto, el mensaje de Donald Trump y el Partido Republicano ha ganado apoyo en áreas altamente afectadas por la automatización. Con promesas de ?recuperar empleos? y proteger a los estadounidenses de amenazas externas, Trump ha logrado conectar con quienes se sienten abandonados por los cambios económicos. Su mensaje incluye compromisos de renegociar acuerdos comerciales y limitar la migración. La investigación de Petrova muestra el vínculo entre el voto por Trump y la pérdida de empleo por automatización. En esas regiones, las promesas de proteger la industria nacional, aunque nostálgicas, capitalizan el descontento de quienes sienten que sus oportunidades económicas disminuyen sin respuestas claras de las políticas tradicionales.
Aunque la plataforma económica de Trump conecta con comunidades afectadas, sus soluciones no abordan la causa real del problema. Por cada empleo perdido debido a la migración de industrias a China, se perdieron cinco por la automatización. A pesar del atractivo de las promesas populistas de protección comercial y control migratorio, el principal desafío de estos trabajadores no es externo, sino universal: el avance tecnológico.
La figura de Elon Musk, uno de los líderes tecnológicos detrás de la campaña de Trump, revela una contradicción interesante. Mientras Musk impulsa innovaciones para reemplazar a conductores humanos con vehículos autónomos, los votantes de Trump temen que estos avances perjudiquen sus empleos. Traer industrias de vuelta al suelo norteamericano no resolverá el problema: la automatización ha cambiado la estructura del mercado laboral de forma permanente, y las políticas que ignoren este hecho tendrán un costo elevado.
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