Qué esperar de la era Trump
La confianza en un mejor manejo económico fue clave para el éxito electoral de Donald Trump. Con una agenda ambiciosa, el futuro Presidente de los Estados Unidos tiene el desafío de innovar para así promover la actividad privada. Los riesgos son la experimentación irreflexiva y la desregulación desenfrenada.
Prolongados períodos de alta inflación y el impacto de una descontrolada inmigración sobre el mercado laboral han sido identificados como factores clave en el amplio triunfo de Trump. De hecho, distintas encuestas daban cuenta de la expectativa de que, bajo una presidencia suya, la economía tendría mejores resultados. Pero no será fácil satisfacer aquello en un país que durante dos años ha mantenido tasas de crecimiento por encima de lo esperado (en el último trimestre la expansión anual alcanzó un 2,8%) y que ha logrado contener exitosamente la inflación (la cifra más reciente arroja un 2,6% en doce meses).
De todos modos, algunas de las ideas centrales del programa del Presidente electo han alentado, para bien o para mal, a los mercados. En primer lugar, se espera una revisión profunda de la regulación económica, muchas veces vista como un área en que las posiciones de izquierda tienden a ser acogidas con facilidad. En conjunto con la agenda que apunta a encontrar ganancias de eficiencia y productividad dentro del aparato público, la posibilidad de un Estado más liviano y que promueva la actividad privada podría ser un pilar de la futura administración.
En el otro extremo, la preocupación por los impactos económicos de nuevas restricciones al comercio internacional ha crecido. La idea de imponer aranceles de 60% sobre los productos de origen chino fue un mensaje que el Presidente electo repitió constantemente. Se estima que tendría un impacto directo sobre el crecimiento de largo plazo, que se traduciría en -0,12% de expansión anual dentro de la siguiente década (esto, sin considerar el impacto de eventuales medidas de represalia chinas). A ello se sumarían aranceles sobre productos de origen mexicano. La propuesta de una tarifa de 100% a los automóviles importados desde ese país, si bien es poco probable, ya genera preocupación (30% de los vehículos de General Motors son manufacturados allá). Finalmente, la posibilidad de utilizar aranceles sobre todas las importaciones en un rango de 10-20% para financiar parte del déficit fiscal no solo sentaría un pésimo precedente, sino también tendría efectos de gran magnitud en los patrones de comercio a nivel mundial. La oposición dentro de su mismo partido y de los demócratas probablemente dificultará avanzar con una agenda arancelaria de esta magnitud.
Las reales posibilidades de implementar deportaciones masivas de inmigrantes ilegales son otra fuente de incertidumbre económica. Dependiendo de su extensión, el mercado laboral podría ser afectado en distintas áreas.
Los que ganan y los que pierdenUno de los sectores que podrían verse impulsados bajo la nueva administración es el tecnológico. La relajación en la regulación antimonopolios beneficiaría a empresas como Google, Apple y Amazon, especialmente en áreas como la inteligencia artificial. Una menor regulación sobre las redes sociales, algo que el Presidente electo ya ha anunciado, podría impulsar a Meta y X. Los mercados accionarios han internalizado esta posibilidad, generando alzas importantes en sus papeles. Algo similar se ha observado en las empresas farmacéuticas y aseguradoras, como también en la construcción, cuyo desarrollo puede facilitarse con la modernización de la regulación. Sin embargo, el aumento de tarifas a productos importados podría afectar a fabricantes de chips como Nvidia, balanceando el optimismo sobre el futuro del sector tecnológico.
En energía, se plantea incentivar la producción de combustibles fósiles a partir de la facilitación de la exploración y extracción tanto en el Golfo de México como en Alaska, sumado a proyectos de infraestructura que harían más expedito su transporte. Esto beneficiaría a grandes petroleras estadounidenses. La explotación de las gigantescas reservas de litio encontradas durante los últimos años sería también parte de la agenda. Mientras tanto, las empresas de energía limpia, como First Solar y muchos fabricantes de vehículos eléctricos, podrían tener más dificultades para crecer si, como se planteó en campaña, se les reducen los créditos fiscales y otros incentivos financieros que explican su rápido crecimiento. Lo anterior también tendría impacto sobre la industria automotriz, pues la eventual eliminación o postergación de las restricciones de emisión impulsadas bajo la presidencia Biden les permitiría vender vehículos menos eficientes sin penalidades.
La banca y las criptomonedas encienden el entusiasmoComo ha mostrado la historia económica, el sector financiero, particularmente la banca, se beneficiaría de una economía en crecimiento y de mercados alentados por menores tasas. Una regulación más ligera también daría oportunidades para la colocación de préstamos e inversiones. Esto explica el alza observada en parte importante de las acciones del sector en la última semana. Pero no es esa dimensión la que genera el mayor entusiasmo.
Donald Trump ha planteado hacer de EE.UU. el centro global de las criptomonedas, lo cual ha impulsado el valor del bitcóin. Esta, como parte importante de la agenda Trump, es una idea no libre de riesgos - el desafío regulatorio ha sido discutido desde la aparición del bitcóin, en 2009-, pero que, de ser llevada de forma cuidadosa y gradual, puede alentar la innovación en el sistema financiero internacional.