De chaqueta vieja a chaqueta nueva

Alejandro Nelson Bertocchi | Montevideo
@|Fernando Vizcaíno Casas fue un escritor, periodista y abogado laboralista español que a finales de la década de los 70 lanzó tres libros que se hallaron entre los más vendidos; no solo en la Península Ibérica sino en Hispanoamérica, pues sus páginas se enmarcaron en el período histórico inmediato a la muerte del General Franco, donde se estaba produciendo una rápida transición hacia la democracia parlamentaria, instancia en la que se destacaba fuertemente la Constitución de 1978.

Uno de dichos best sellers, con un título muy expresivo, fue sin duda "De chaqueta vieja a chaqueta nueva". Un sucinto libro que en apenas cuatro años alcanzó treinta y cinco ediciones conduciendo al lector hacia una lectura crítica contra cierta clase de personajes públicos que, después de lucrarse en el interior del régimen franquista, repentinamente, como por arte de birlibirloque, se pasaban sin pudor al otro bando declamando a los cuatro puntos cardinales su novel identidad y su postura de cambio.

El mismo Vizcaíno señalaba que todo lo suyo llevaba a una crónica inventada plena de fino humor con una serie de personajes que eran fruto de su imaginación, pero que se parecían demasiado a ciertas historias que se daban últimamente en su país donde imperaban las posturas camaleónicas y el arribismo. Y rubricaba entonces en su prologo: "Conste, sin embargo, que personajes y sucedidos son fruto exclusivo de mi imaginación. Claro que si alguien se da por aludido y se pica, allá él".

Llevando esta reflexión al comentario de algunos sucesos políticos desarrollados en estas últimas horas en nuestro mismo Uruguay, sin duda han surgido casos bastante similares que, aunque no logremos ciertamente comentarlos con el pícaro talante y el satírico humor de Vizcaíno, nos lleve a la misma ingrata reflexión a las que el periodista valenciano supo conducir a los millones de lectores de sus libros: que el cambio de bando puede ser cosa ya no común al mundo del deporte profesional sino que tan malhadado elemento ha llegado ahora al universo político criollo a pocas horas de una final.

Es que la atracción que ejerce el logro de una buena ubicación bajo el paraguas fiduciario estatal, puede resultar una cosa demasiado abrumadora e irresistible para algún poco afortunado compatriota que ve cercano su económico naufragio.

No caben dudas de que esta es una situación muy bien sopesada por cualquier talentoso político, y por ello buen conocedor de las debilidades humanas, y que es, al fin de cuentas, quien simplemente manipula, ofrece, conduce y aprovecha la instancia para llevar más agua a su molino. En fin, no importando que tan vital líquido se vea demasiado turbio.