Hora de definiciones

Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|A pocos días del balotaje, la ciudadanía tendrá que manifestar en las urnas su preferencia por una u otra de las fórmulas que llegaron a esta instancia electoral. Será la hora de definir, más allá de esos nombres, qué tipo de gobierno llevará adelante el destino de nuestro país en los próximos años. Tendrá que expresar en ese momento, a quién le concederá la responsabilidad de dirigir las políticas públicas en el período que sigue.

En una final tan reñida entre los dos bloques ningún voto puede perderse y, otra vez, advertimos que el número de indecisos será quien incline la balanza en favor de uno u otro.

Nuestro país goza de una democracia plena desde hace cuarenta años, todos los partidos políticos han tenido la oportunidad de alcanzar el gobierno y de conducirlo. De modo que, en estas cuatro décadas, la ciudadanía ha permitido una saludable rotación en el poder; lo que ha sido posible por la fortaleza de nuestras instituciones democráticas y republicanas.

Solo algún distraído o desmemoriado podrá olvidar los cantos de sirena con que los partidos de "izquierda" solicitaron y obtuvieron "prestado" el voto de quienes, hasta su primer gobierno, habían brindado su confianza a los partidos fundacionales. Fue así que, prometiendo un "país de primera", lograron tres gobiernos consecutivos -con mayorías absolutas en ambas cámaras del Poder Legislativo- hasta que fueron desplazados del poder en el 2019, cuando la Coalición Republicana hizo posible el triunfo del actual gobierno.

Tampoco deberían olvidarse las promesas incumplidas y los actos de corrupción que motivaron hasta la renuncia de un Vicepresidente de la República, de los que ahora pugnan por recuperar el poder apelando a la "honestidad".

Como tampoco deberían olvidarse que, en sus gobiernos, el mezquino cálculo electoral prevaleció frente a los intereses generales. Fueron esos cálculos electorales los que no les permitieron encarar una reforma educativa, ni mucho menos, una reforma de la seguridad social. Ejercieron el poder por el poder mismo; aprovecharon el viento de cola que les brindó el aumento internacional de precios en las materias primas, beneficiando a los suyos y despilfarrando los dineros públicos sin los controles debidos, aumentando exponencialmente la deuda externa, apostando a "prender velitas al socialismo" en proyectos ciertamente ruinosos para el país.

Desplazados del gobierno luego de tres lustros, se opusieron al actual desde el primer momento, buscando en todo caso profundizar la brecha social; ya fuera invitando al caceroleo contra las medidas adoptadas ante la pandemia (recordemos que pedían el encierro obligatorio de la población al estilo de nuestros vecinos argentinos) contra la Ley de Urgente Consideración, la reforma educativa, la reforma de la seguridad social, usando falaces argumentos que se comprobó no eran reales, y que una y otra vez la ciudadanía ratificó.

El actual gobierno aplicó el criterio de la "libertad responsable" y ha sido distinguido a nivel regional y mundial como uno de los que mejor supieron enfrentar la emergencia sanitaria.

Aumentó los puestos de trabajo y mejoró el salario real, pese a que intenten desprestigiar al INE. Encaró con valentía -sin mezquinos intereses electorales- la reforma de la seguridad social (tantas veces reconocida y reclamada incluso, por referentes de la izquierda que ya no están). Esta ley fue ratificada al rechazarse el plebiscito promovido por el PIT CNT quien, no contento con el resultado, ha expresado desde ese mismo día su voluntad de reformarla si llegan al gobierno. La fórmula que representa la Coalición Republicana merece triunfar en el balotaje del próximo domingo de noviembre, pues es la que nos garantiza seguir por el camino del crecimiento y el desarrollo, tiene un compromiso con el país y apuesta a la libertad, sin propuestas demagógicas ni populistas.