Gobernadores: Señales y lecciones
No fue la lógica plebiscitaria lo que terminó definiendo la segunda vuelta de gobernadores efectuada ayer
No fue la lógica plebiscitaria lo que terminó definiendo la segunda vuelta de gobernadores efectuada ayer. Antes bien, parecen haber predominado las dinámicas locales y las valoraciones sobre la persona de los candidatos. Al respecto, revelador es que, si bien Chile Vamos se confirmó como el bloque más votado, con casi el 45% de los sufragios, la siguiente fuerza fueron las candidaturas independientes, que superaron el 27%. Por ello, si bien algunos resultados parecen darle un respiro al oficialismo, no debiera escapársele a este el hecho de que, sumados, los postulantes que corrieron dentro de sus cuatro listas no llegaron al 25% de los sufragios.
Determinante en la votación independiente fue el triunfo de Claudio Orrego en la Región Metropolitana, celebrado por la izquierda y centroizquierda, que se ordenaron en torno a su postulación. Una victoria, sin embargo, conseguida luego de una campaña de balotaje en que el gobernador hizo cuanto pudo por marcar distancia del Gobierno y del oficialismo, al punto de recurrir en su propaganda a imágenes de archivo suyas junto a figuras de la oposición. El resultado le permite resarcirse de la decepción de no haber logrado imponerse en primera vuelta, pero precisamente por el tipo de campaña que hizo y por el hecho mismo de, corriendo como favorito, haber necesitado de un balotaje, la posibilidad de una proyección presidencial, como hubieran querido sus partidarios, parece difícil. El otro independiente fuera de pacto que logró imponerse, René Saffirio, en La Araucanía, es un caso aún más particular. No fue el candidato oficialista en primera vuelta y su votación se explica por su liderazgo local y por la debilitada situación del actual gobernador y candidato de la oposición, golpeado por el caso Convenios. En cuanto a Valparaíso, el gobernador Rodrigo Mundaca sí corrió como carta del pacto "Por Chile y sus Regiones", pero durante toda su campaña se preocupó de explicitar sus diferencias con el Ejecutivo.
La centroderecha consolida un avance, al pasar a gobernar seis regiones, luego de haber tenido solo una. Ello -sumado a sus resultados en alcaldes, concejales y cores- le entrega una importante base territorial para las campañas de 2025. Con todo, junto con demostrar que nada está definido, la elección revela preocupantes falencias. Desde luego, la falta de unidad de las fuerzas opositoras les significó quedar fuera del balotaje (Antofagasta) o perder regiones en que la suma de sus cartas en primera vuelta superaba el umbral del 40% (Los Ríos, Magallanes, O'Higgins). También hubo fallas en la selección de candidatos, con La Araucanía como el caso más evidente, sumado a los conflictos que antecedieron a la nominación de María José Hoffman en Valparaíso, de los que el sector no logró recuperarse. En fin, el meritorio desempeño de Francisco Orrego en la Metropolitana no debe ocultar las dificultades que tuvo Chile Vamos para encontrar un nombre que siquiera se atreviera a competir. En la misma oposición, el Partido Republicano debiera tomar nota del duro mensaje que le ha entregado el electorado y que da cuenta de un severo problema para alcanzar mayorías.
Más fuerte aún fue la señal para la izquierda más dura, con las amplias derrotas del postulante comunista en Coquimbo y de Alejandro Navarro en el Biobío, una medida del profundo rechazo ciudadano frente al extremismo ideológico.
El resultado consolida el avance de la centroderecha, pero también revela preocupantes falencias.