Por CEO de Capitalismo Consciente
El Perú ha hecho una formidable tarea en sostener el crecimiento económico y es ?todavía y felizmente? el país más estable de la región en términos económicos
Por CEO de Capitalismo Consciente
El Perú ha hecho una formidable tarea en sostener el crecimiento económico y es ?todavía y felizmente? el país más estable de la región en términos económicos. Sin embargo, la ciudadanía está lejos de estar satisfecha con la democracia o con el modelo económico. El 78% de peruanos cree que la economía en nuestro país es manipulada para beneficiar a los ricos y poderosos. Y apenas un 8% se siente satisfecho con la democracia.
¿Cuál es la relación entre el cuestionamiento al capitalismo y su relación con las instituciones y la democracia? Martin Wolf sostiene en ?La crisis del capitalismo democrático? que hoy a escala global estamos viviendo una recesión democrática en la que los ciudadanos confían cada vez menos en las instituciones democráticas y en las empresas, y se inclinan por líderes populistas autocráticos que limitan libertades y eliminan los pesos y contrapesos necesarios e imprescindibles en toda democracia liberal. Un círculo vicioso que aumenta la insatisfacción, al limitar la competencia de los funcionarios públicos quienes, por temor al líder, no actúan con independencia, y alimenta la corrupción. Lo que limita el libre desarrollo del sector privado, porque en las autocracias cualquier desarrollo depende de la benevolencia del líder.
Daron Acemoglu y James Robinson en ?El pasillo estrecho? plantean que lograr un Estado eficiente que atienda y responda a sus ciudadanos, brinde servicios básicos y garantice seguridad requiere necesariamente de una ciudadanía activa que ejerza presión sobre sus autoridades. En nuestro caso, los peruanos hemos renunciado a ejercer ciudadanía y ?por desconfianza o desinterés por un sistema que parece no tener arreglo? nos hemos distanciado de la política lo más que hemos podido. La mayoría de los peruanos no esperamos nada del Estado y buscamos salir adelante solos, esquivando las barreras que ese mismo Estado nos pone cada día. Por ello, el 71,2% de la PEA se desarrolla en la informalidad, porque nuestras instituciones políticas y economías son cerradas y excluyentes. La falta de acceso a servicios de calidad tiene un impacto directo en la vida de las personas, en su desarrollo, en la cohesión social y en su capacidad de creer que el sistema ?la democracia, el modelo económico? vale la pena o sirve para algo. La informalidad es, además, un gigantesco lastre para la productividad.
La falta de confianza en el Estado y la calidad de los servicios que este ofrece hace que quienes pertenecen a las poblaciones más ricas accedan a servicios de salud y educación privados. Por ello, dejaron de preocuparse por la calidad y el alcance de los servicios públicos que brinda el Estado y de los que dependen millones de ciudadanos para sobrevivir.
¿Cómo logramos revertir esta situación? ¿Cómo comenzamos a construir una sociedad cuando las élites en nuestro país son percibidas cada vez más lejanas del ciudadano común? Necesitamos despertar liderazgos y asumir retos. No basta con que paguemos impuestos y nos desentendamos de cómo se utilizan esos recursos. No podemos aceptar que existan empresas que incorporen las coimas, cupos y la extorsión en sus estructuras de costos como si fueran un gasto operativo más. Pero tampoco podemos aceptar que las autoridades no den resultados. Necesitamos ejercer ciudadanía de manera organizada a través de un liderazgo empresarial fuerte, vocal, valiente y preocupado por el desarrollo del país. De todo el país.