Sistema carcelario
Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|¡Urgentes medidas!
La población carcelaria en nuestro país se ha incrementado sensiblemente, y el hacinamiento de los privados de libertad hace décadas que no se resuelve satisfactoriamente; violentando todos los derechos imaginables y lo que es peor, constituyendo un gran riesgo para la propia seguridad de toda la población
Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|¡Urgentes medidas!
La población carcelaria en nuestro país se ha incrementado sensiblemente, y el hacinamiento de los privados de libertad hace décadas que no se resuelve satisfactoriamente; violentando todos los derechos imaginables y lo que es peor, constituyendo un gran riesgo para la propia seguridad de toda la población. Riesgo que por el momento ha sido controlado por la autoridad estatal, pero que debiera mitigarse adoptando medidas de políticas públicas, que a esta altura resultan más que necesarias, sino ciertamente urgentes.
El problema no se resuelve solamente aumentando la capacidad de nuestras cárceles, sino que requiere poner en práctica estrategias a largo plazo con visión de Estado.
Pues resulta indispensable atacar las causas del delito, más allá de posiciones ideológicas que se han trasmitido como justificativo de aquellos que cometen delitos.
Este tema que se presta a soluciones fáciles cuando no populistas, debe abordarse con profesionalidad y con recursos económicos, para evitar la reincidencia de aquellos liberados que egresan de las prisiones y que en gran medida vuelven a delinquir.
Esto es así en la medida que las necesidades básicas de los presos no se contemplen, ni se les permita adquirir hábitos ocupacionales o superar sus adicciones a sustancias psicoactivas, no se logrará una efectiva reinserción a la sociedad a la que se aspira.
Resulta muy sencillo para quienes no conocen más que la superficialidad del tema, pontificar sobre la necesidad de que los privados de libertad, "trabajen" para que por ejemplo, preparen la tierra, cultiven y produzcan sus propios alimentos, cuando en la realidad del sistema carcelario no se les puede siquiera brindar ocupaciones o tareas que los eduque o puedan ocupar su tiempo en algo útil o productivo.
Nuestro sistema carcelario carece del personal suficiente no sólo guardias, sino docentes y técnicos como para abarcar todas las áreas que supongan una verdadera educación a través del trabajo o la formación en oficios que puedan resultar de utilidad como herramienta de una posterior reinserción social.
Cuántas veces hemos escuchado como "solución" volver a aplicar la "pena de muerte" o adoptar políticas de reclusión de dureza extrema, al estilo de algunos países centroamericanos que se presentan como "exitosos". Bueno es recordar que esos sistemas han desconocido flagrantemente derechos humanos o constitucionales que han aplicado "políticas criminales" sin acceso a una defensa ni a un juicio; ello sería retrotraernos a celebrar regímenes totalitarios muy alejados del Estado de Derecho que debemos fortalecer y preservar a toda costa.
Mejorar tanto el problema del hacinamiento como el trato que se les dispense (a ellos y a sus familiares) y la reeducación de los privados de libertad, resulta por demás urgente y necesario para lograr una mejora en la seguridad, derecho humano de primera generación que nuestra Constitución reconoce a todos los habitantes de este suelo.