Tensiones con gobierno argentino
Justificada molestia han generado en el gobierno chileno las afirmaciones del ministro de Economía argentino, Luis Caputo, emitidas en un programa radial y en las que se refirió al Presidente Boric con un lenguaje despectivo, indicando además que aquel "está hundiendo a su país"
Justificada molestia han generado en el gobierno chileno las afirmaciones del ministro de Economía argentino, Luis Caputo, emitidas en un programa radial y en las que se refirió al Presidente Boric con un lenguaje despectivo, indicando además que aquel "está hundiendo a su país". La Cancillería presentó una nota de protesta, y la ministra Tohá las condenó enérgicamente. El lenguaje utilizado por dicho personero resulta enteramente inapropiado para referirse al mandatario de una nación vecina, pues ambos países seguirán relacionándose permanentemente hacia el futuro, más allá de los sentimientos personales de quienes ejerzan esas potestades en un momento determinado.
Lamentablemente, las obvias y no ocultadas diferencias ideológicas entre los presidentes Milei y Boric se han ido trasladando al ámbito personal. Cuando Milei vino a Chile en una visita privada, Boric prefirió no entrevistarse con él. Luego, ambos no estuvieron disponibles para reunirse personalmente con motivo de la celebración de los 40 años del Tratado de Paz y Amistad, un hito de nuestras relaciones. Posteriormente, Milei dispuso que su canciller no participara de la ceremonia que se había organizado en el Vaticano a propósito de esa conmemoración. La decisión la adoptó después de un desencuentro con Boric, cuyos alcances no han sido hasta ahora precisados, ocurrido cuando ambos asistían a la Cumbre del G20, en Brasil.
Amén de reprobable, todo esto es inconducente. Las relaciones entre gobiernos impactan necesariamente en el desarrollo de aquellas que se dan a nivel ciudadano, e incidentes como este introducen obstáculos al enorme potencial de desarrollo económico, cultural y humano existente entre Chile y Argentina. Basta pensar en las posibilidades que representa la salida de productos argentinos hacia el Pacífico por nuestros puertos, por tantos años detectada y no suficientemente realizada; la explotación coordinada de las riquezas minerales de la cordillera de los Andes por compañías privadas, y, en general, la promoción del intercambio bilateral en todos los ámbitos, incluido el turístico y cultural. Todo ello solo traería beneficios para los respectivos pueblos. Sin embargo, para que los ciudadanos puedan enhebrar y desplegar esas oportunidades, se requiere de un ambiente de cooperación constructiva entre sus autoridades. Por cierto, el incidente provocado por el ministro Caputo -y en el que el propio Presidente Milei pareció insistir mediante un provocador posteo- no ayuda a lo anterior.
Frente a ello es importante que nuestras autoridades, sin perjuicio de hacer ver su malestar, eviten un escalamiento de las tensiones. Las desavenencias entre los mandatarios ya han tenido costos para los dos países, desperdiciándose inmensas oportunidades que ofrecía 2024 a la relación bilateral. Encontrar los canales que permitan retornar a un cauce positivo, donde el sentido de Estado prime por sobre la animosidad personal, ha de ser un desafío central de nuestra política exterior en 2025.
El sentido de Estado debe primar por sobre la animosidad personal y distancias ideológicas.