Lunes, 23 de Diciembre de 2024

Coyuntura brasileña: la inflación duele, pero el tipo de cambio mata

UruguayEl País, Uruguay 23 de diciembre de 2024

Las medidas dispuestas para control del gasto no parecen ser las necesarias, y el dólar se disparó. Otro gran problema de la falta de control fiscal es la inflación, que podría salirse de cauce y cerrar el año por encima del rango meta.

Si miramos lo que vienen mostrando los números de la economía, la sensación es que estamos entrando en un período de prosperidad. El PIB, aunque se desaceleró en el tercer trimestre de este año -creció un 0,9% respecto al trimestre anterior, cuando había avanzado un 1,4% respecto al anterior-, el crecimiento de este año en los nueve primeros meses alcanza ya el 3,3%. A tasas anualizadas, el PIB está creciendo al 4%. Además, el IBGE revisó el crecimiento del año pasado del 2,9% al 3,2%. Este año, la previsión es que el PIB crezca cerca del 3,5%.

La tasa de desempleo continúa su tendencia a la baja en el trimestre. Al finalizar octubre, se desplomó a 6,2%, el más bajo de la serie histórica iniciada en 2012. El salario mínimo creció tres veces más que la inflación de 1996 a 2024: mientras que la tasa del INPC acumulada en el período de diciembre de 1996 a octubre de 2024 fue 429,3%, el mínimo creció 1.160,7% hasta 2024. Y esta política de apreciación continuará en el gobierno de Lula, aunque con menos intensidad, pero aún con ganancias reales.

Cabe recordar que los salarios reales crecerán un 5% en 2024 respecto a 2023, crecimiento incompatible con la evolución de la productividad laboral, que viene prácticamente en cero, según el Observatorio de Productividad Régis Bonelli de la FGV IBRE (https:/ /ibre .fgv.br/observatorio-produtividade), como recuerda Samuel Pessôa, investigador asociado del FGV IBRE.

También hay un fuerte aumento del crédito este año con préstamos y financiaciones. Hasta octubre, las concesiones a particulares aumentaron un 14,4%. En los últimos 12 meses, la expansión fue del 13,5%, en términos nominales, según datos del Banco Central. A ello se suman las transferencias de renta, pensiones y prestaciones asistenciales, que han impulsado el consumo familiar, que creció un 1,5% en el tercer trimestre de 2024.

El año pasado, la pobreza y la pobreza extrema cayeron a los niveles más bajos jamás registrados en el país desde 2012, cuando comenzó la serie histórica del IBGE: la proporción de pobres en la población cayó al 27,4%, mientras que los extremadamente pobres representaban el 4,4%, participación que nunca había estado por debajo del 5%, según anunció el IBGE.

Como hemos visto, la economía brasileña ha sorprendido a los economistas desde 2021. Las previsiones de crecimiento proyectadas no se materializaron, con el PIB creciendo muy por encima de lo proyectado.

En 2021, el crecimiento promedio del PIB proyectado fue del 3,4%: el crecimiento fue del 4,8%. Al año siguiente, la previsión inicial era crecer sólo un 0,3%: el PIB aumentó un 3%. El año pasado empezó con un 0,8%. El año cerró en 3,2%. Este año la previsión rondaba el 1,5%: deberíamos cerrar 2024 en torno al 3,5%.

Las razones de esto no están claras y abarcan una variedad de factores: impacto de las reformas aprobadas, como la Seguridad Social, el Marco de Saneamiento, la Reforma Laboral, una fuerte política fiscal expansiva, sorpresas con un mercado laboral más fuerte de lo esperado, entre otros. Pero, en verdad, nadie sabe con certeza por qué las predicciones fracasan.

Pero dejando eso de lado, con tantos datos favorables era de esperar que la casa se estuviera poniendo en orden. Pero muchos economistas -y nosotros, los periodistas económicos- advertimos que la película no es tan buena.

Comencemos con los datos del PIB que el IBGE publicó el 3 de diciembre. Uno que llama la atención es la caída de la tasa de ahorro interno: del 15,4% del PIB en el tercer trimestre de 2023, cayó al 14,9% en este tercer trimestre. Sin ahorro no hay forma de financiar la inversión. Esta caída está relacionada con el empeoramiento del resultado fiscal, así como con la trayectoria ascendente del consumo familiar a lo largo de los trimestres, lo que reduce el nivel de ahorro. Gastas más para consumir y ahorras menos.

El PIB ha ido creciendo, anclado en gran medida en el consumo familiar y el gasto público, como lo muestran los datos del IBGE. Con la economía en auge, por unanimidad, el Comité de Política Monetaria (Copom) del Banco Central, en su última reunión de este año, elevó la tasa de interés, la Selic, en 1 punto porcentual, hasta el 12,25% anual.

Aunque el efecto de este aumento ya contraído por el mercado no es inmediato, es una forma de reducir el consumo: las cosas se encarecerán, reduciendo el poder adquisitivo e impactando en el crédito, que se volverá más caro y selectivo. En otras palabras: desincentiva el consumo y la inversión. También puede generar un aumento de las tasas de desempleo y del endeudamiento de los hogares. Las tasas de interés más altas también impactan la deuda pública.

Otro tema que no se puede resolver es el del gasto, como forma de controlar las cuentas públicas. El gobierno anunció un programa de contención -no se habló de recortes de gastos- en una declaración en la televisión nacional del ministro Fernando Haddad. Se incluyó la exención del impuesto sobre la renta para quienes ganaban hasta R$ 5.000, lo que fue muy mal recibido por el mercado y los economistas. Una investigación de Genial/Quaest mostró que el 85% de los agentes del mercado entrevistados consideraron la medida perjudicial para la economía, ya que hay entre R$ 35 y 40 mil millones que el gobierno ya no recaudará, en un escenario de desequilibrio fiscal.

El Dieese presentó un estudio que muestra que la medida, que podría entrar en vigor el próximo año si el Congreso la aprueba, garantizaría a quienes ganan 5.000 reales mensuales y pagan 335,15 reales mensuales de impuesto a la renta, un salario adicional de 4.400 reales, que es decir, un salario más al año.

Considerada como una propuesta más electoral -la popularidad del presidente Lula se está desplomando- lo que no está claro es de dónde saldrán los aproximadamente 35.000 a 40.000 millones de reales que el gobierno dejará de recaudar si se aprueba la propuesta. Para el gobierno, esto se compensaría con mayores impuestos, del orden del 10%, para quienes ganan más de R$ 50.000 al mes. Es una apuesta, ya que no se sabe si el Congreso lo aprobará como espera el gobierno. La propuesta puede estar deshidratada o simplemente no avanzar. Sigue siendo un cuchillo en las cuentas públicas.

Además, la propuesta de eximir del impuesto sobre la renta a quienes ganan hasta R$ 5.000, según el investigador de la FGV IBRE Bráulio Borges, agravaría la desigualdad, ya que el número de personas en ese rango ya se encuentra entre el 25% más rico del país.

Después del anuncio de las medidas, el dólar se disparó por encima de los R$ 6,00. Como dijo el ex ministro Mário Henrique Simonsen, la inflación duele, pero el tipo de cambio mata.

La sostenibilidad fiscal sigue siendo el principal problema por resolver. Los esfuerzos del Ministro Haddad para intentar limpiar su casa han topado con resistencias políticas dentro del gobierno, como fue el caso del anuncio de la exención del IR para quienes ganan hasta R$ 5.000, alrededor de 70 millones de brasileños, que el ministro quería sacar del el anuncio hecho. Pero fue derrotado por el ala política de Planalto.

Para muchos economistas, lo anunciado -la Cámara de Diputados aprobó, por estrecho margen, los requisitos de urgencia para los proyectos de ley de ajuste fiscal, lo que significa que pueden pasar directamente al Pleno-, no resuelve el problema de la sostenibilidad fiscal.

Armando Castelar, investigador asociado de FGV IBRE, evaluó, en entrevista con O Estado de S. Paulo (https://go.fgv.br/4dkRlDXJzGY), que la visión - equivocada - del gobierno puede haber sido la de "ganar tiempo" con el paquete anunciado, respaldado por la evaluación de bajo riesgo de que se produzca una crisis más grave antes de las elecciones de 2026, pero evaluó que, si no se hacen esfuerzos adicionales, hay margen para un empeoramiento de los activos brasileños, lo que significaría un mayor desequilibrio macroeconómico. Patear para adelante podría ser una apuesta arriesgada, ya que todavía faltan dos años para las próximas elecciones presidenciales.

Samuel Pessôa, en su columna en Folha de S.Paulo el pasado sábado (12/7 - https://go.fgv.br/KkVbr88Ypx9), señala que el crecimiento económico ha sido "altamente desequilibrado". Si bien es cierto que la economía creció un 4% respecto al mismo periodo del año pasado, la demanda interna creció un 5,7%. Las exportaciones crecieron un 2,1%, mientras que las importaciones crecieron un 17,7%. En el acumulado de enero a noviembre de 2024 respecto a igual período de 2023, la cantidad de bienes y servicios importados creció 18,1%.

En una economía que opera más allá de su capacidad productiva, ocurren dos hechos: parte del crecimiento se escapa al exterior, en forma de caída de las exportaciones netas; y la presión de la demanda sobre los recursos internacionalmente no comercializables acelera la inflación de los servicios".

Todavía hay mucho descontento dentro del parlamento. Especialmente con la decisión del ministro Flávio Dino, del STF, que autorizó la ejecución de enmiendas parlamentarias, pero con nuevas reglas: se cambió el valor de las enmiendas; se requirió un plan de trabajo para las llamadas "enmiendas Pix"; y se determinó que el diputado y senador que es patrocinador de las enmiendas de bancada y comisión, que son colectivas, deben ser divulgadas de manera individual.

En esta lucha, parece que el paquete fiscal sólo avanzará si hay un retroceso respecto de lo determinado por el ministro Flávio Dino.

Otro gran problema de esta falta de control fiscal es la inflación, que podría salirse de control y debería cerrar el año entre el 4,5% y el 5%, por encima del rango meta. La inflación subyacente de servicios -un indicador de inflación creado por el BC que sigue de cerca el ciclo económico- cerrará el año en 5,7%. El año pasado cerró en 4,8%. Para 2025, las presiones inflacionarias podrían intensificarse, lo que podría llevar al Banco Central a mantener su senda de aumento de las tasas de interés.

Por cierto, ya se están empezando a lanzar algunos globos de prueba sobre cambios en la meta de inflación. En entrevista con Uol, el ex ministro Guido Mantega defendió una revisión del techo, afirmando que el futuro presidente del Banco Central, Gabriel Galípolo "necesita mirar los datos, mirar los números, pero salir de esta prisión de la Meta de inflación del 3%, lo cual es inviable".

La reacción de los miembros del gobierno, según se informó, fue contraria a esta idea y afirmaron que el objetivo no se cambiará "de ninguna manera". Pero este debate podría cobrar impulso si la inflación se mantiene resistente el próximo año. Aumentar el techo objetivo sería desastroso, ya que allanaría el camino para mayores aumentos de precios y una devaluación del real.

- Claudio Conceição es Editor de Cojuntura Económica de la Fundación Getulio Vargas. Artículo publicado en la última edición como "Notas del Editor".
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