Análisis sobre lo que pasa en el fútbol femenino de Costa Rica y los ocho títulos en fila de Liga Deportiva Alajuelense.
"El largo y sinuoso camino que lleva a tu puerta, nunca desaparecerá. Muchas veces he estado solo, y muchas veces he llorado…", The Beatles. 1970. McCartney: Ha finalizado el torneo de fútbol mayor femenino, con el justo galardón al equipo que lo ha asumido con más seriedad: Liga Deportiva Alajuelense.
La Liga ha consolidado un grupo que, a lo largo de mucho tiempo, mantiene su cohesión. No en vano sus ocho cetros consecutivos registran una marca mundial. Es también el ejemplo de apoyo, de condiciones laborales, infraestructura, pero sobre todo dignidad con las jugadoras.
Un subcampeón de oro
Puerto Viejo FF fue la revelación, la grata sorpresa, demostrando que el mero disfrute del fútbol puede ser el leit motiv. Cuando llegó a la división de honor, no por ganarlo en competencia, sino al recibir la antigua franquicia de Herediano, se dudaba si tendría competitividad.
Disipó dudas y calló bocas. En su segundo torneo llegó a la final exhibiendo un fútbol de fuerza y velocidad. Es un subcampeonato de oro. Su éxito debería sonrojar a los clubes tradicionales, y ser un modelo para los restantes. El subcampeonato es, al mismo tiempo, un acicate para su propia superación.
Un torneo accidentado
Durante la primera fase del torneo, cinco equipos pidieron la suspensión definitiva. Más tarde, dos equipos fueron eliminados por sanción grave (Perez Zeledón y Tsunami Azul).
Además, afloraron enormes disparidades entre organizaciones, desde las que intentan profesionalizar sus jugadoras, hasta aquellas que transcurren entre carencias. En estas, las propias jugadoras y sus familias suelen cubrir hasta los gastos elementales.
Pese a luchar en primera división, sus estructuras parecen de escuelas de fútbol, aún más las de zona rural donde las dificultades económicas se multiplican. Permanecen por puro amor al fútbol.
Esta crisis permitió comprobar que en el fútbol femenino impera "el camino angosto", donde transita un insuficiente número de aficionados, patrocinadores y medios de comunicación. Lo que abunda, - principalmente en redes sociales-, es la denigración a sus organizaciones y jugadoras. Cuando los ataques provienen de otras mujeres, resulta más desconcertante.
Nada nuevo en el acontecer de las mujeres que, por siglos, han enfrentado la misoginia en todos los ámbitos de su realización. Desde la creación del Deportivo Femenino Costa Rica (1949), el camino recorrido ha sido largo y sinuoso. No pocas veces han avanzado solas, y en tantas otras han precisado llorar.
Logros y retos
Pese a lo anterior, lo logrado a la fecha, es destacable. Uniffut coordina múltiples torneos, desde U9 hasta primera división; cerca de 100 equipos y más de 5.000 jugadoras, desde niñas que dan sus primeros pasos sobre el césped, hasta jugadoras consolidadas.
Además de jugadoras, hay miembros de cuerpo técnico, directivos y personal de apoyo de los clubes. Si también consideramos a sus familias, vecinos y allegados que las respaldan, fácilmente el impacto directo podría rondar las 100.000 personas.
También se debe agregar el gran despliegue del fuútbol sala femenino por toda la geografía del país, más de 50 equipos y superando las 1.000 jugadoras. Y en forma indirecta hay muchos que lo siguen sin tener ninguna jugadora en la familia o vecindario.
Aún así, es la parte menor de ese universo, pues a lo largo y ancho del país, han aflorado centenares de escuelas de futbol femenino, de las cuales es difícil dimensionar la cantidad de jugadoras que mueven. Fácilmente se podrían triplicar las cifras.
Por eso complace pasar un domingo por cualquier plaza de pueblo o barrio y ver niñas y jóvenes disfrutando la fiesta del fútbol.
Concluido el campeonato, quienes verdaderamente se interesan en él, sin banderas ni ambiciones personales, deben abocarse a un análisis sosegado.
Lo primero es evitar comparar al fútbol femenino con el masculino. Son realidades diferentes. Si bien es justo reducir brechas de género, no es realista pretender igualarlos en asistencia a estadios o generación de patrocinios.
Lo segundo es analizarlo en perspectiva. El fútbol femenino ha ganado protagonismo y personas interesadas. Ha sido un agente de mejoramiento social. Hoy, muchos padres y madres se ilusionan con tener una hija futbolista; se esfuerzan y, como familia, se involucran en la disciplina de sanos hábitos de ejercicio y nutrición. Solo unos años atrás era visto como tragedia familiar.
Los clubes, patrocinadores, televisoras y medios de comunicación en general deben invertir hoy para recoger, una parte en forma inmediata, y otra a mediano y largo plazo. También ellos deben sentir propio de su misión un compromiso social, y la defensa de los derechos de las jugadoras.
El camino del futbol femenino ha sido largo y sinuoso, muchas veces lo han recorrido en soledad, y tantas otras con lágrimas, pero hay algo en lo que no debe quedar duda: no desaparecerá.
* El autor es economista y miembro externo Comité de Auditoría Fedefútbol.