Regalo para Chile
Desde que se divulgó la Navidad de Jesús de Nazaret, las conmemoraciones de este hecho tuvieron y tienen justificada devoción religiosa en aquellos que están ciertos de que allí el Hijo de Dios se hizo hombre para salvar a la humanidad
Desde que se divulgó la Navidad de Jesús de Nazaret, las conmemoraciones de este hecho tuvieron y tienen justificada devoción religiosa en aquellos que están ciertos de que allí el Hijo de Dios se hizo hombre para salvar a la humanidad. Sin perjuicio de ello, paulatinamente surgieron, con el perfil propio de los lugares en que se formaron, celebraciones civiles, sin formas litúrgicas, consistentes en recibir y entregar obsequios, en ocasiones compartiendo mesas y copas del mejor nivel posible. No se trata de simples y habituales actos comerciales, pues el montaje publicitario en que se sustentan adhiere a valores establecidos para lograr metas de bien común esenciales entre quienes tienen el respaldo de la fe y aceptables para los que viven la duda del agnosticismo o la prescindencia del ateísmo.
No cabe duda de que una aspiración de esa especie ha estado latente en Chile en la reciente siembra de esperanzas navideñas, común tal vez en el corazón de centenas de compatriotas que soñaron que ella sería un excelente y oportuno regalo unitario para "este Chile que nos duele tanto". Lamentablemente, el escenario nacional y la conducta de sus protagonistas siguen irreconciliables, belicosos y pendencieros.
Corresponde esperar lo que ocurra en la actual celebración de la visita de los sabios magos del oriente de que hablan los Evangelios. No estaría mal recibir en plena "regularización acotada" a Melchor, Gaspar y Baltasar.