Martes, 07 de Enero de 2025

Una nueva era

UruguayEl País, Uruguay 5 de enero de 2025

Si los blancos nos entregamos a la lucha de egos, a la ultradependencia del Presidente, poco podemos esperar y exigir del lustro que viene.

Pasadas las últimas elecciones y siguiendo el pulso empezado en 2019, Uruguay empezó otra etapa de su historia contemporánea. El recambio biológico de los liderazgos de los tres partidos tradicionales del Uruguay, en consonancia con la meseta del crecimiento económico actual (y sus múltiples efectos negativos derivados), deja a la vista de quien quiera verlo, que Uruguay pide y necesita reformas de urgencia cada vez menos relativa.



El Partido Nacional y su interna partidaria no pueden ser ajenos a esa realidad nacional. Si bien el liderazgo del presidente Luis Lacalle Pou no está ni debe estar en cuestión, en materia institucional, sí hay muchos deberes pendientes.



Perdida una elección con un gobierno y un presidente muy bien evaluados y considerados por el conjunto de los orientales es obligación realizar un diagnóstico profesional de lo actuado en gobierno y en campaña, y además de la salud de la herramienta institucional.



El Partido Nacional funciona principalmente por las directrices de su Honorable Directorio, y está bien que así sea. Ahora bien, ese directorio debe seguir el ritmo que exige la realidad nacional: recambio biológico y la necesidad de un proyecto de país que construya las reformas que rompan la meseta de crecimiento económico en armonía con el set de ideas que forman el sentir nacionalista, en la frecuencia del 2025.



En el plano del pragmatismo, eso requiere un buen mix de recambio generacional, peso político de los sectores, trabajo profesional de diagnóstico y acción, y mucha humildad.



En los últimos días del 2024 vimos notas en los principales medios de prensa del país donde, vinculado a las principales decisiones personales del presidente Lacalle Pou, empezaba la danza de nombres para presidir el Honorable Directorio.



Todos ellos más vinculados a una lucha de poder político que orientados a qué debemos hacer los blancos para reconstruir ese proyecto de país superador y alternativo al status quo que hoy sin dudas representa el Frente Amplio.



Sería de una ignorancia fenomenal creer que el peso y poder político surgido de las urnas nada tiene que ver con el ensamble de la conformación del principal órgano de dirección del Partido. Pero muchas interrogantes quedan en el aire: ¿Álvaro Delgado, Javier García o Beatriz Argimón tienen un proyecto que cambie la lógica cansina y utilitaria de los últimos cinco años?



¿Alguno de todos ellos tiene dentro de sus ambiciones personales un Partido que construya un relato que defienda el éxito y la libertad, que pueda enamorar con un proyecto de país, de lo abstracto a lo técnico, y que escape de la lógica imperante del status quo del Uruguay?



¿Tienen en su mente un Partido Nacional que apunte a salir del 26-28% como zona de confort? ¿Pretenden depender de otros tres partidos y ganar sólo en el interior profundo para ver si el resto alcanza?



Así como existen los primeros 6 meses de gobierno, ¿cuál será la actitud del Partido Nacional como oposición en ese período, después de soportar los caceroleos en pandemia y mucho más en sus primeros seis meses de gobierno?



¿Cómo se está preparando la próxima ley de presupuesto?



Si todo dependerá de sus ambiciones personales y sectoriales, si además dependerá de que Luis vuelva de su merecido descanso para organizar el cuadro, el Directorio permanecerá lejos de ser el corazón de la institución del Partido Nacional.



Cuando la hora del país exige un Partido profesional, pujante, vibrante y joven que pretenda, con humildad, analizar las causas de la derrota, actuar en consecuencia, y reconstruir un proyecto de nación, que vuelva a ilusionar y enamorar, para superar la meseta en la que se encuentra el país.



Eso indudablemente exige discusión y actualización ideológica, recambio generacional, valentía emocional e inteligencia política.



Parece ser claro que la realidad nacional exige al Partido Nacional entrar en una nueva era, con respaldo político, trabajo profesional y metódico, valentía política que combata la lenta letanía del status quo y pueda proponer un proyecto de un Uruguay mejor, que supere el "más o menos bien" y el "no toquen nada".



Si los blancos nos entregamos a la lucha de egos, a la supervivencia política y a la ultradependencia del presidente, poco podemos esperar y exigir del lustro que viene.



Estamos a tiempo de conformar un Directorio que guíe al Partido a la victoria en 2029. Así, con coraje desatar las vacas del Uruguay cómodo, y convencernos de que en este país se puede vivir mejor.



Eso exige trabajo metódico, profesional y humilde; técnica y políticamente, y no puede quedar rehén de la quietud, los egos personales y la comodidad.



El país y, por lo tanto, el Partido Nacional entran en una nueva era y eso exige la responsabilidad y el coraje de actualizarse y evolucionar.



El Directorio debe ser reflejo de esa era. Una nueva, desesperada por llegar antes y mejor al 2029. Que fiscalice al gobierno y al mismo tiempo renueve el sueño de un país que juegue en primera división.



Para eso hay que hacer espacio y renovar el cuadro.
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