Sabiduría campesina
Carlos Enrique Cavelier
El hecho de que estemos conectados al mundo vía el comercio no es necesariamente tangible para la mayoría de los campesinos colombianos
Carlos Enrique Cavelier
El hecho de que estemos conectados al mundo vía el comercio no es necesariamente tangible para la mayoría de los campesinos colombianos. Aunque, hace ya un siglo, gracias a las exportaciones de café, Colombia se insertó finalmente en el comercio mundial y pudimos acceder a monedas fuertes como en un milagro macondiano. Durante décadas, fue el café el que nos trajo esos escasos dólares que nos ayudaron a combatir las crisis cambiarias. Luego, surgieron otros sectores agropecuarios que lograron exportar, como banano, azúcar, flores o palma. Sin embargo, en el caso de arroz, yuca o leche, las exportaciones aún parecen un espejismo. Por ello, los TLC son vistos por los campesinos como una creación diabólica, en lugar de una gran oportunidad para substituir importaciones y luego exportar. La labor de los gremios en capacitar y apoyar proyectos de exportación, como en el caso de la leche, ha sido paupérrima. Ni qué decir de la acción de los gobiernos. Pero no todo está perdido: logramos, a pesar de férreas oposiciones, que Duque excluyera la leche del tratado del Pacífico. Este gobierno puede lograr aplazar la apertura total de las importaciones de leche por cinco a siete años más con EE. UU. y Europa. Es posible mantener los contingentes existentes durante unos años más y, luego sí, estar listos para la apertura. Sería un hit del ministro Reyes. No es complicado, y lo hemos repetido hasta la saciedad: con 10.000 productores de 20 litros (de los 300.000 que existen), llevarlos a producir 200 litros en cinco años no es una tarea titánica. La ministra Carvajalino lo sabe, al igual que el Presidente, y deben tomar medidas relativamente simples, aunque enfrenten resistencia política. Esto incluye asistencia técnica y crédito, para que esos productores puedan generar los 2 millones de litros que le faltan al país. Claro, existe mucha suspicacia respecto a que las propuestas no provengan de los campesinos. Pero, como lo comentamos con el senador Richard Fuelantala en el debate organizado por la comisión cuarta en diciembre: ¿Hemos oído algo diferente hoy que nos saque de la misma crisis de sobreproducción láctea cada dos años? Me miró asintiendo ante la máxima de Einstein sobre la definición de locura: esperar resultados diferentes haciendo lo mismo. Sin embargo, él mismo empieza a hacer resonar la idea de garantizar la compra como uno de los parámetros críticos del sector, el cual fue clave para el éxito de los ganaderos neozelandeses. Pues el peor precio y el incentivo más desalentador para un ganadero es que no le recojan la leche. Si no pasa nada, ni con los TLC ni con las medidas, ocurrirá lo que dijo un sabio líder campesino en aquella reunión de hace varias semanas en Uniandes: toda la leche valdrá $1.600 pesos por litro. O escogemos el camino de aumentar la productividad de forma rápida y masiva, o el mercado se encargará de escoger por sí solo a los campesinos que queden.
carloscavelier@gmail.com