Domingo, 19 de Enero de 2025

Un rumbo

UruguayEl País, Uruguay 11 de enero de 2025

La fortaleza: un líder fuerte y con tremenda aprobación popular. La debilidad: no pudimos lograr que esa fortaleza fuera capitalizada.

Para un barco sin rumbo cualquier viento es el correcto, reflexionaba Séneca. Y es así en la vida, en el comercio, en el deporte o en la Política.



Hay que saber para donde vamos, hay que saber quiénes somos, porque en definitiva nuestro rumbo también lo marca la esencia de nuestro ser.



El verano es época, entre otras tantas actividades, de reflexión política, planificación, de los famosos asados de verano, del encuentro con más tiempo y mate por medio, como excusa para la autocrítica partidaria. Sí, de a poco hay que ir haciéndola. Los blancos nos debemos (pero especialmente se lo asignamos a los uruguayos que anhelaban la continuidad de este gobierno) una profunda y sincera reflexión. Fraterna, sin auto flagelaciones llenas de victimismo, práctica, cruda.



Para visualizar un futuro yo al menos necesito entender qué nos pudo pasar en las pasadas elecciones. Como muchas cosas en la vida creo que fue multicausal. Cuando las cosas salen bien suele ser por muchas causas, y cuando salen mal también. Y esta salió mal. Que no duela decirlo, porque si lo maquillamos con un relativismo autocomplaciente, la derrota se hace amiga y se queda en el fogón. Y yo no me quiero acostumbrar a que el triunfo sea cosa de "cada tanto", y sé que hay miles de militantes, dirigentes y ciudadanos que tampoco lo quieren.



Una de las cosas que muchos visualizamos fue un clima de que "todo va a seguir más o menos igual gane quien gane" o de que "el sistema político uruguayo es más o menos parecido". ¡No, no y no!



No somos parecidos, ni remotamente. No pudimos instalar el concepto filosófico de que somos distintos, con distintas visiones, distintos principios, distintos actores y distintos métodos. Vemos diferente el mundo, la región, el Uruguay profundo, las políticas sociales, el empleo, la gestión pública, la descentralización.



¡Porque no da todo lo mismo!



Partiendo de esa base, que debe ser una de las tantas lecturas que caben sobre los hechos electorales más recientes, debemos avanzar en temas de organización partidaria, donde es necesario cambiar paradigmas.



El mundo reclama liderazgos llanos de conducción abierta y empuje colectivo.



El Partido Nacional tiene que posicionarse sobre dos pilares: claridad y contundencia. Esos dos conceptos son los que dan rumbo. Desde el 1 de marzo de 2025 seremos oposición, y eso requiere un posicionamiento que la gente interprete sin inconvenientes. Una voz directa, firme, sin dobles lecturas.



El líder natural del Partido Nacional se llama Luis Lacalle Pou (¡chocolate por la noticia!) pero él ya ha dicho que no será ni presidente del Directorio ni Senador. Cosa que es muy buena por varios motivos.



Primero porque empieza a cortar con la "Luis-dependencia" cómoda y simplista (en la que muchos podemos caer y hay que escapar) de creer que vuelve en 5 años y todo será color de rosa, pajaritos cantando y todos haciendo loas. La Política requiere partidos fuertes, y ahí está el desafío, en tener una fuerza política con contenido, con rumbo, con conexión con la gente y con fortaleza más allá de su candidato natural.



No es justo para una persona ponerle sobre sus hombros la suerte de un todo un Partido que debe tener vida propia, y trascendernos a todos, también al líder. Es un peso demasiado grande, pero además es injusto para con el propio partido, porque esa institución es una fuerza llena de principios, de valores y de personas que batallan por lo que creen.



Todos podrán tener un nombre en su cabeza para conducir los destinos del Honorable Directorio del Partido Nacional. Yo también, pero no solo por su persona sino por lo del título de esta columna, porque hay que darle a un rumbo. Estoy convencido de que Javier García es el nombre a disposición de una colectividad para los próximos tiempos. Porque el hombre es él y su circunstancia, como decía Ortega y Gasset, y las actuales circunstancias demandan un liderazgo claro, con la contundencia conceptual y el diálogo político que Javier ha demostrado a lo largo de los años.



Porque el Partido Nacional de hoy es distinto al de hace unos meses, porque las instituciones tienen vida y coyunturas. No es "el partido", sino "este partido". Y este Partido requiere rumbo claro, construido en el diálogo y en la firmeza.



Un poco aquello de Heráclito de que "nadie se baña en el mismo río dos veces". Todo está en constante cambio. Y los partidos son como el río de Heráclito, su nombre, sus principios y su historia son los mismos, pero la sustancia actual es otra. Cambia el agua, pero no el río. Es otro partido y otra coyuntura.



La Coalición Republicana además debe jugar un rol en el sistema político uruguayo en los próximos años. Y en su construcción (no hablo de reconstrucción porque creo que debe nacer algo nuevo, mejor y distinto a lo anterior) deben estar nuestros mejores hombres y mujeres. En ese rol imagino a Luis Lacalle Pou, que ya no es sólo nuestro, sino de toda la coalición y de todos los uruguayos. Porque un 58% de aprobación de su figura por estos días es algo que evidentemente trasciende fronteras partidarias. Y si sumamos que un 31% de los que votaron al Frente Amplio aprueban la gestión del Presidente, se evidencia que tenemos una fortaleza y una debilidad.



La fortaleza: un líder fuerte y con tremenda aprobación popular.



La debilidad: no pudimos lograr que esa fortaleza fuera capitalizada y asimilada por el músculo y la conciencia de una fuerza política.



Alejarse de los personalismos políticos no es solo sano sino que además es necesario y tremendamente eficiente en términos electorales. ¿O alguien cree que ganó Orsi? Creo honestamente que ganó el Frente Amplio como fuerza y lo que supieron proyectar.



Mientras tanto, y en simultáneo, nosotros no supimos proyectar diferencias y alimentar un espíritu de superación a lo logrado. Aprendamos de los errores.



Viviendo y aprendiendo.



Tenemos un Partido de raíces fuertes, tenemos vocación coalicionista, definamos un rumbo.
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