El consenso uruguayo

I. Fontes | Montevideo
@|Escuché al presidente del Frente Amplio unos días atrás decir que en la elección pasada había dos proyectos de país, pero no dos modelos. Y es cierto: en Uruguay parece haber un consenso sobre el rumbo del país. La frase "crecimiento con inclusión" o "hacer piecito" la hemos escuchado en ambos lados del espectro. De hecho, se puso de moda en redes sociales el juego de adivinar a qué candidato pertenecía una oración, donde uno se podía equivocar con extrema facilidad sobre si había salido de Orsi o Delgado. Además, hubo coqueteos en ambas facciones con incluir a la otra en su eventual gobierno.

¿El espectro político está convergiendo como si de un equilibrio de Nash se tratase? Yo creo que sí.

Definitivamente, en el extremo centro se benefician políticos de ambos bandos.

Pero, ¿cómo le ha ido al país del equilibrio? Ha crecido al 1% promedio en los últimos diez años, no tiene una estrategia de largo plazo, solo piensa en mejoras de la productividad a través de depreciar la moneda, parece encontrarse atrapado en el ingreso medio y está discutiendo proyectos de países desarrollados, como la baja de la jornada laboral.

¿Está agotado el modelo socialdemócrata en Uruguay? Sí y no. Sí, por su desempeño, por no brindarles a los individuos lo que estos esperarían dada la carga tributaria, y por no poder crecer a tasas que el mismo modelo demanda para sostenerse. Y no, porque tiene representantes en todos los partidos, incluso al actual presidente de la República, quién años atrás era tildado de neoliberal. Pero, sobre todo, porque está arraigado en la personalidad del uruguayo promedio. Ya se hizo parte de nosotros la vieja socialdemocracia, con sus engranajes herrumbrados, como también lo es evidenciar la ineficiencia estatal y simplemente decir: "así es la cosa".

Yo creo que en Uruguay se está gestando un cambio, que no estimo sea similar al caso de Argentina con Javier Milei. Creo que será a la uruguaya, lo creo porque empieza a cobrar fuerza el "son todos lo mismo", que tal vez se refleja en la interesante votación que obtuvo Salle o en el fenómeno Ojeda. Tampoco tiene por qué ser liberal; puede ser incluso más de corte socialista. No tengo la bola de cristal, pero sí sé que, si el consenso socialdemócrata uruguayo quiere mantener su hegemonía, Orsi debe hacer un buen gobierno. Y, pese a todo, es lo que este escritor desea. Jamás me hallarán del lado del "que explote todo y empecemos de vuelta" que circula en Internet.

En caso de que esto no sea así, y mantengamos un crecimiento mediocre, la gente de a pie siga sintiendo que la cosa no avanza mucho, que se aumenten los tributos para mantener la demanda de políticas públicas y la inflación vuelva a niveles del 8%, se abrirá la puerta para un discurso nuevo, pero también se abre la puerta para un discurso antipolíticos.

Deseándole lo mejor al gobierno que comienza, con mucha expectativa, pero también con las ideas claras, es que encaro 2025. Los ciudadanos argentinos no esperaban tener a Milei de presidente en 2019, cuando asumió Fernández, pero ese fue el período de gobierno bisagra del peronismo en Argentina. Aunque en contextos muy diferentes, creo que el gobierno de Orsi será bisagra para el consenso socialdemócrata en Uruguay.