Liderazgo para la recuperación
El país necesita de dirigentes que devuelvan la esperanza a la población y la convoquen a ser parte de una épica del esfuerzo.
El letargo económico por el que atraviesa el país, acompañado de un dramático deterioro en la seguridad de las personas, un penoso retroceso educativo y un fraccionamiento político que impide acometer los cambios requeridos en salud y pensiones, constituyen el negativo balance para una década perdida. Chile se quedó sin rumbo, dirigido por una izquierda autoflagelante que se desligó de sus éxitos y un Frente Amplio cuya estridencia para denunciar injusticias no se ha visto acompañada de las capacidades para generar progreso, sin mencionar la inexperiencia y la desprolijidad que han mostrado en muchas de sus actuaciones como gobierno.
Recuperar el camino que conduce a la prosperidad y el progreso se hace cada vez más urgente. Y puesto que lo que se necesita es modificar la ruta seguida por la actual coalición gobernante, la oposición se encuentra en una expectante situación frente al próximo desafío presidencial, pero debe mostrar claridad de propósito, sentido de urgencia y persistencia de largo plazo, sin populismos ni facilismos que terminen frustrando nuevamente a la población, si quiere ser exitosa. Eso precisa de un liderazgo fuerte y decidido. RN proclamó el sábado a Evelyn Matthei como su candidata presidencial -renunciando, en una muestra de responsabilidad, a tener un candidato de sus filas-, reconociendo en la trayectoria que ella ha construido durante su carrera política elementos que hoy Chile necesita. Al aceptar la nominación, Matthei advirtió, en consonancia con el duro diagnóstico que tiene del país, que la tarea de recuperar la senda perdida no será fácil ni corta, que requerirá de duros sacrificios, de trabajo perseverante y de firmeza para tomar decisiones dolorosas. En suma, invitó a construir una épica que interpele a la ciudadanía en una tarea de largo plazo, bajando con ello las expectativas de que el progreso vaya a estar a la vuelta de la esquina.
Por su parte, para José Antonio Kast, el líder y candidato republicano a la presidencia, lo que se necesita es una política de shock , que modifique el rumbo de manera dramática, dando a entender que esa es la fórmula para volver a progresar. Tal planteamiento -en línea con discursos como el que llevó a Javier Milei a la presidencia argentina- arriesga, sin embargo, caer en fórmulas simplistas de resultado incierto. La población no resiste más frustraciones, las que pueden venir si no se le explica que las soluciones a los problemas que la angustian pueden tomar tiempo. Hay otros liderazgos en la oposición -el emergente de Johannes Kaiser, el de Rodolfo Carter, etc.-, por lo que una primaria -sin Kast, que la descartó- es uno de los caminos que tiene el sector para dilucidar quién lo representará en la primera vuelta.
La indecisión política en la que estuvo sumida la población en los últimos años, ilustrada por el doble zigzagueo Bachelet-Piñera, junto a la frustración de dos proyectos constitucionales rechazados, además de la anomia a la que condujo la revuelta de octubre de 2019, han dejado una profunda herida en la convivencia nacional que requiere ser sanada. No solo se trata de que desde la política se analice y resuelva el tema de las pensiones, o de la salud, o de la educación, o de la hipertrofia de funcionarios públicos, o de la burocracia que se opone al progreso, o de la delincuencia y el crimen, o de la debilidad de las instituciones, sino que se necesita, además, de dirigentes que devuelvan la confianza a la población y reconozcan sus esfuerzos, para que las políticas públicas que diseñen impacten merecidamente en su vida futura. En suma, se requiere de liderazgo.
La tarea por delante es desafiante y los problemas a resolver, de gran complejidad, por lo que la ciudadanía haría bien en tomar esto en cuenta al momento de escoger sus liderazgos futuros.