Los de Martín Lasarte se impusieron por 3-1 ante Peñarol y más allá de las figuras dentro del campo, el entrenador tuvo mucho que ver para conseguir la victoria.
Es amistoso, sí. Pero también es un clásico y los clásicos se ganan. Seguramente no es la primera vez que se dice esto y tampoco será la última, pero Nacional lo entendió a la perfección y, pese a que no dominó a Peñarol en buena parte del partido, se quedó con la victoria por 3-1 y de atrás.
El equipo de Martín Lasarte conocía su libreto. Sabía que se medía a un equipo que mantenía a muchos de los jugadores que destacaron en 2024, que si miraba al banco tenía piezas de recambio importante, pero también cómo podía lastimar al aurinegro.
Pese a sufrir el gol de Eduardo Darias cuando iban cinco minutos, Nacional no se impacientó y, de hecho, ocurrió todo lo contrario: casi que entreveró el partido para que su rival no estuviera cómodo y así los de Diego Aguirre perdieron, en parte, la buena línea con la que habían arrancado el encuentro.
https://www.youtube.com/watch?v=yXPGyehUoU0 Con el paso de los minutos, el juego se emparejó y Nacional pasó a tener un trato de pelota que en los primeros compases le había sido casi nulo. Así fue que llegó el empate con un golazo de Nicolás Rodríguez, que sacudió su pierna derecha para vencer a Guillermo de Amores.
Con el 1-1 en el marcador, el partido se fue al segundo tiempo y el complemento, en su inicio, se hizo bastante tedioso porque las chances eran escasas y había más pierna fuerte y discusiones que remates al arco.
Pero cuando Peñarol se animó, apareció nuevamente una figura que siempre destaca y más si se habla de clásicos: Luis Mejía.
En un minuto, Manotas le sacó un gol a Lucas Hernández y otro a Diego García que podrían haber adelantado a Peñarol en el marcador y que podría haber sido suficiente para que fueran los de Aguirre quienes se llevaran el clásico.
Mejía le dio vida, pero también Lasarte con cambios correctos por el estilo de los jugadores y por el momento en el que ingresaron. No en vano, cuando ya se jugaban los descuentos, Jairo Amaro la recuperó y jugó con Mauricio Pereyra, este con Diego Herazo y el colombiano se sacó de arriba a Coelho para vencer a De Amores y poner el 2-1. ¿Qué tienen los tres en común? Que cada uno de ellos llegó desde el banco, igual que Lucas Villalba, el extremo tan ansiado que con pocos minutos puso el 3-1 final con una electrizante corrida.
Es amistoso, sí. Y no hay que perderlo de vista. Pero Nacional estiró a siete partidos su racha clásica y llega entonado para el próximo domingo en la Supercopa.
El País, Uruguay
21 de enero de 2025
