El regreso de Trump
Muchos de los anuncios, en especial los relativos al comercio, el unilateralismo y algunos aspectos de los controles migratorios, pueden tener impacto para Chile y las relaciones bilaterales.
Solemne y sin sorpresas fue la ceremonia de instalación de la segunda presidencia de Donald Trump, realizada en el Capitolio, por razones climáticas, como no ocurría desde 1985. Una excepcionalidad constituyó, en tanto, la asistencia de invitados especiales extranjeros a un acto que tradicionalmente no los consideraba. La lista incluyó al representante del Presidente de China, Xi Jinping, y a mandatarios afines a la ideología de Trump, como Giorgia Meloni, de Italia; Víctor Orbán, de Hungría, y Javier Milei, de Argentina.
Destacable fue, en este contexto, la nobleza exhibida por el Presidente Biden, quien participó inmutable en la ceremonia, no obstante que Trump, cuatro años atrás, se negara a concurrir a su inauguración y a reconocer su triunfo en la anterior campaña presidencial. Igualmente notable fue la circunspección del gobernante saliente al escuchar, y soportar sin poder defenderse, ácidas críticas a su gestión, a la que el mandatario entrante atribuyó "cuatro años de declinación" de Estados Unidos.
Reiterativo de sus principales promesas electorales, el hipertrófico discurso inaugural de Trump resultó finalmente predecible. No sorprendió su declaración de iniciar una "era dorada" bajo el lema "América primero" recurriendo al unilateralismo en política exterior y a medidas proteccionistas en el comercio internacional. También, al empleo de tropas en la frontera, y a severos controles migratorios y deportaciones masivas para combatir a los residentes ilegales, así como una declaratoria de emergencia y prioridad para combatir la criminalidad. Junto con ello, un fuerte foco en la inflación, radicales desregulaciones ambientales y en la producción -en particular para el petróleo y uso de la energía-, combate a las políticas identitarias, y modernización y programas de eficiencia en el aparato estatal, al que caracterizó como "radical y corrupto", incapaz de proteger al pueblo estadounidense "del crimen rampante y los desastres naturales". No dejó de reiterar tampoco su decisión de reducir cargas burocráticas e impositivas, en línea con las políticas que en este ámbito impulsó en su primera administración.
Muchas de estas medidas, en especial las relativas al comercio internacional, el unilateralismo y algunos aspectos de los controles migratorios, pueden tener impacto para Chile y las relaciones bilaterales, ratificando el inmenso desafío que representa para nuestra diplomacia actuar con el profesionalismo y cautela necesarios para preservar un vínculo que para nuestro país resulta clave.
Llamó la atención que el Presidente declarara que Estados Unidos será una nación creciente y en expansión, incluso en términos territoriales. En ese contexto, y dentro de un lenguaje fuertemente nacionalista, se ubica la mención al canal de Panamá, que implicaría nada menos que revisar el tratado por el cual Estados Unidos se desprendió de su control y extraterritorialidad.
La precisión en los anuncios y la falta de contención en la declaración de sus compromisos se atribuyen por parte de los analistas a la limitación a cuatro años, con prohibición de reelección, para su mandato: enfrentado a aquello, Trump quiere efectivamente encabezar una gestión de profundas transformaciones.
Por eso, según muchas opiniones, de llevarse adelante los compromisos del discurso inaugural, este sería uno de los de mayores repercusiones en la historia de los Estados Unidos.