Argentina, 2050: una oportunidad histórica

Vaca Muerta



El problema más paradigmático del análisis histórico es el de la contingencia : cada actor toma decisiones con información imperfecta, sin entender el accionar de otros o las consecuencias de cada acción. Desde Tucídides a la carrera espacial. Por eso juzgar al actor histórico requiere entender lo que se sabía en el momento, no la información completa que tiene a disposición el historiador. Borges lo sintetizó tan bien en El Jardín de los Senderos que se Bifurcan que ahora se usa para enseñar contingencia en la academia.

Nuestro país atraviesa hoy un cambio radical : pretende cerrar un ciclo de 25 años caracterizado por una etapa de alto crecimiento (2003-2007), seguida de un estancamiento en términos reales de más de una década, alto gasto público, perenne déficit, y altísima inflación. El resultado global -poco crecimiento y vertiginosa suba de la pobreza- invita a un cambio de régimen.

Para entender si este cambio es sustentable debemos imaginar futuros posibles , transitando los caminos que se bifurcan, y cómo los futuros historiadores juzgarán nuestras decisiones.

Si nos pensamos en 2050, y miramos las décadas anteriores, es claro que nuestro país tendrá varios cambios estructurales . El primero y más obvio es el energético. Vaca Muerta , descubierta en 1931 por ingenieros de Standard Oil y reimaginada desde 2011, ya no es promesa. Es lo más cercano a una política de Estado que hemos tenido en décadas.

Para 2025 habrán terminado veinte años de déficit energético . Desde 2030 una sola empresa ( YPF ) exportará gas y petróleo equivalente a casi todo el complejo sojero de 2022 (20.000 millones de dólares). La bonanza no será efímera; se proyecta más allá de 2050. El ‘Real time intelligence center' de YPF en sus oficinas de Puerto Madero

Tasas de interés más accesibles, con menor inflación, potenciarán la inversión hacia más crecimiento energético. También necesitaremos más distribución, como por ejemplo el reciente acuerdo YPF-Shell . Con capital y socios la Argentina será para 2030 el gran exportador de gas del Cono Sur, reemplazando a una exhausta Bolivia , con acceso a Chile , Brasil y vía gas natural licuado (LNG) a India , Europa y el mundo. Este éxito permitirá a los líderes del sector diversificar más la matriz, con energías renovables como la eólica y la solar, donde también tenemos ventajas comparativas. Y eso sin siquiera explorar un renacimiento nuclear.

La conquista energética permitirá a la Argentina diversificar como nunca en el siglo XX su perfil exportador , permitiéndonos imaginar superávits gemelos por décadas en vez de trimestres. Esta energía accesible inyectará competitividad en el sector industrial en comparación con nuestros vecinos como Brasil.

El modelo de inversión y exportación será emulado en minería , donde los anuncios de los últimos años en litio, cobre y otros ayudarán al país a acortar distancia con Chile y su revolución minera después de lustros de rezago. Recursos similares, usufructo más parejo.

Esta combinación de la histórica realidad agro-exportadora con la incipiente revolución energética y la promesa minera es única en nuestra historia. Por ende, el debate público para 2035 debería ser menos sobre la "fuga de dólares" y más sobre cómo evitar una "enfermedad holandesa" ( Dutch Dise ase) de exuberancia exportadora. No será descabellado necesitar un fondo soberano como Noruega o Qatar en 2031 en lugar de un default como en 2001.

Los servicios, especialmente los digitales, aumentarán su participación en nuestro producto bruto , proveyendo diversificación y excelentes trabajos. Hace décadas los países desarrollados reorientan sus economías hacia servicios sobre recursos; la economía del conocimiento argentino -mi sector-, la medicina, la educación y el turismo tienen posibilidades literalmente infinitas hacia adelante.

En 2025, por ejemplo, los pagos digitales en América Latina representan 20% de las transacciones ; en China ya son más del 75%, con Europa y Estados Unidos pasando al 50%. Para 2032, esa brecha se cerrará; la oportunidad para un salto es obvia. Más allá de la banca, la digitalización inexorable de tantos sectores -entretenimiento, educación, medicina, logística- nos dará un ecosistema tecnológico argentino construido sobre casos de éxito regionales como Mercado Libre , Globant , y Despegar . Edificio de la Empresa Globant en Tandil



Si esas empresas lograron lo que lograron en las últimas décadas con inestabilidad macroeconómica, más estabilidad permitirá que crezcan fuertemente la inversión y los resultados. Podemos soñar con ser el hub preeminente de la región , exportando servicios digitales desde la Argentina no sólo para América Latina sino también para Estados Unidos, Canadá y Europa. El ejemplo de California nos sugiere que esto traerá externalidades positivas para la educación y la inmigración. Así, nuestro capital humano nacional puede crecer más que nuestras exportaciones, recibiendo talento global en lugar de expulsarlo.

El contexto debería favorecernos . Las próximas décadas encontrarán a la Argentina en un ámbito regional de democracias afianzadas (con la triste excepción de Venezuela y Nicaragua ), relativo aislamiento de la guerra fría entre Estados Unidos y China y alejada de áreas de conflicto como Ucrania o Medio Oriente, y con un contexto demográfico mucho más favorable que competidores como Corea del Sur , China , España o Italia .

Los historiadores de 2050 juzgarán la contingencia de tener ante nosotros una oportunidad de desarrollo en energía, minería, industria, y conocimiento sólo comparable con la Argentina de los 1860s.

Los senderos siempre se bifurcan , y a diferencia del personaje borgiano, no vivimos todos. De nosotros depende que nuestro legado sea más crecimiento y menos pobreza en los próximos 25 años que en los últimos 25. En síntesis, no desperdiciar una oportunidad estabilización y crecimiento.

(*) El autor es historiador económico y fundador de Ualá.