Jueves, 30 de Enero de 2025

Vuelve la mezquindad

ChileEl Mercurio, Chile 29 de enero de 2025

Controversia ha generado el proyecto de ley que propone erigir un monumento en la Plaza de la Constitución que rememore la figura del expresidente Sebastián Piñera

Controversia ha generado el proyecto de ley que propone erigir un monumento en la Plaza de la Constitución que rememore la figura del expresidente Sebastián Piñera. Por cierto, aun cuando existe una cada vez mayor valoración de la obra del exmandatario, reflejada no solo en diversas encuestas sino en el reconocimiento de muchos de quienes fueran sus adversarios, es legítimo que la iniciativa suscite discusión o que cuestiones como su eventual emplazamiento motiven visiones encontradas.
Lo que sorprende es que, a propósito de este proyecto -cuya discusión en el Senado quedó ayer postergada por solicitud del PC-, vuelvan a levantarse algunas de las expresiones de extrema odiosidad que debió enfrentar el exmandatario durante su segunda administración. Esto, al punto que la presidenta de uno de los partidos oficialistas, la senadora Paulina Vodanovic (PS), ha llegado a negar la calidad moral del exgobernante para merecer el homenaje. Parlamentarios del Partido Comunista y del Frente Amplio y organizaciones afines tampoco se han quedado atrás en los epítetos.
Es complejo cuando en el debate público se utilizan expresiones como las de la senadora para descalificar a quien fuera un adversario, y bien cabe preguntarse qué hay detrás. Inevitable, en ese sentido, es advertir la referida revalorización que ha experimentado la figura de Piñera, a quien incluso algunos sondeos sitúan hoy como el más apreciado de los presidentes de Chile en los últimos 35 años. Se esperaría que esa valoración ciudadana fuera un factor a considerar al momento de resolver la pertinencia de un monumento, pero no cabe descartar que sea precisamente ese factor el que lleva a una parte de la izquierda a cuestionar el homenaje y, en cambio, a reavivar los ataques. Ello, pasando por alto la trayectoria política de quien mostró un compromiso permanente con los valores democráticos y que, desde la oposición, impulsó la democracia de los acuerdos, clave para el éxito de la transición.
Más aún, al momento de juzgar la gestión gubernamental de Piñera, se omiten todos sus esfuerzos por dar una salida institucional a la crisis de 2019 y, en cambio, se pretende etiquetarlo como responsable de gravísimas violaciones a los derechos humanos, desconociendo sus esfuerzos también en este ámbito. Tal descalificación constituye un lamentable retroceso, si se recuerda que hace un año, con motivo del funeral del exmandatario, el propio Presidente Boric resaltaba su figura y reconocía que las querellas y las recriminaciones contra Piñera cuado este gobernaba "fueron en ocasiones más allá de lo justo y razonable".
Nada de lo anterior significa negar que el expresidente tuvo, a lo largo de su trayectoria, actuaciones controvertidas que pueden ser objeto de legítima crítica. Pero ello es lo propio de cualquier hombre público, incluidas, por cierto, figuras veneradas por la izquierda, como Salvador Allende, a quien, pese a haber encabezado un gobierno de desastrosa gestión y que dividió profundamente a los chilenos, no se le ha negado en democracia ningún homenaje. Ello no hace sino resaltar aún más la mezquindad que algunos vuelven ahora a prodigarle a Piñera.
Resurge en algunos una odiosidad contra Piñera que se creía superada.
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