Jueves, 30 de Enero de 2025

Sebastián Serantes podría haber hecho cualquier otra cosa, pero el teatro lo absorbió. Hoy enfrenta un desafío

UruguayEl País, Uruguay 30 de enero de 2025

El actor protagoniza "Tráfico", la obra de Sergio Blanco que se estrena este jueves en la Balzo y acaba de agregar funciones por alta demanda. Hablar de su personaje lo hace llorar; de eso, esta nota.

De repente, Sebastián Serantes llora. Acabo de preguntarle si está en buenos términos con Alex y él dice que no sabe contestar eso. Después, a medida que habla, va pensando, metiéndose en algún tipo de espiral interno, uno de esos laberintos llenos de espejos que le devuelven las mil versiones de una realidad partida, rota. Sigue hablando mientras busca la manera de decir algo que no quiere decir y entonces se quiebra: está en buenos términos con Alex, sí, pero solo porque sabe el final de esta historia. Esta historia que es Tráfico, el primer monólogo de su vida y la obra que estrena hoy en la Sala Balzo. La obra que lo tiene orgulloso, que lo tuvo dos años rumiando, que lo dejó agotado.

En un momento, Sebastián Serantes creyó que hacer un monólogo no le era posible, que el teatro siempre era el otro, el encuentro con el otro, los compañeros. Después Tráfico le derribó esa idea como le derribó tantas otras, y le abrió un mundo que conecta sobre todo con sus hijos: cómo se le cuenta a dos chicos la realidad, cómo se le dice que a la vuelta de la esquina están pasando cosas que nada tienen que ver con la alegría de una casa.


Tráfico es un unipersonal del dramaturgo Sergio Blanco, el autor uruguayo más importante de los últimos años y uno de los más aclamados a nivel internacional. "El mejor del mundo, poné 'del mundo'", indica Serantes en charla con El País. Es la historia de Alex, un muchacho de contexto crítico, de vida dura, de agresividad a flor de piel, que es trabajador sexual y se convierte en sicario de un cártel de drogas mientras anda entre clientes, una novia y un francés que en cierto modo viene a tocarle otra fibra. Va en la Sala Balzo hasta el 9 de febrero; entradas en Tickantel.

Es una historia violenta, dice su actor, que no quiere ahuyentar a nadie que tenga ganas de verla (se la anuncia para mayores de 18). Es un texto que hace dos años creyeron que no era viable hacer en Uruguay fue escrito para Colombia, que no tenía tantos puntos de contacto con la cotidianidad de este país manso, pero que con el tiempo fueron sintiendo más cercano. El lunes, un rato antes de esta entrevista, el propio Blanco les había mandado a él y al director Felipe Ipar la noticia de que "le habían pegado un tiro a un botija en Casabó", dice.

Podría haber hecho cualquier cosa, pero el teatro lo ganó


Serantes es actor porque no pudo ser otra cosa. Sobrino de Julio Calcagno, uno de los grandes nombres del teatro uruguayo, "hubiera agarrado por otro lado, no sé, hubiera agarrado para jugar al básquet, cualquier cosa", dice, pero de tanto ver teatro ese ambiente lo absorbió. "Me llevaban a ver cualquier cosa, era de una irresponsabilidad tremenda", confiesa entre risas mientras evoca La empresa perdona un momento de locura, una obra que hacía el propio Calcagno en los años posdictadura. Serantes había nacido en 1977.

"Era todo un tema que yo no podía procesar bajo ningún concepto, ¿viste? Y yo no entendía lo que estaba pasando, pero me emocionaba todos los días que iba... Como que no entendía, pero percibía las energías, me llegaban de una manera. Yo creo que fue eso lo que me hizo arrancar para ese lado", dice.

A los 18 años resolvió que iba a hacer teatro. Fue a la escuela del Teatro Circular y luego a la de La Gaviota. Antes de terminar de estudiar hizo su primera obra, Nuestro pueblo, convocado por Jorge Denevi que sería uno de sus grandes maestros. Era el año 2000 y Serantes, dice hoy, en ese momento se jugaba "la vida".

"Lo recuerdo con felicidad más que nada, y no era llegar a ningún lado, era poder mantenerse ahí, seguir, seguir", dice. "Es difícil que esto te genere un rédito económico y que vos puedas vivir de esto. Es muy difícil, tenés que estar trabajando en 25 mil cosas al mismo tiempo y demás, y a veces tenés más suerte y a veces no. Es como una decisión arriesgada a veces, pero, con el diario de lunes. Sí, valió la pena".


Hoy, con 25 años de recorrido, con trabajos que lo rodearon de maestros como Nidia Telles, Roberto Jones, Jorge Bolani, con incursiones en el audiovisual, con tres títulos junto a Sergio Blanco (Cuando pases sobre mi tumba, Tierra y ahora Tráfico), Serantes dice que hacer un monólogo no se siente como "llegar", no es como "haber llegado" a algo.

"Ni ahí, no, no. Yo no llegué a ningún lado todavía, no sé si llegaré, no sé a dónde se llega, pero no es mi motivación para hacer teatro, todo lo contrario. Yo tengo la necesidad de estar haciendo teatro todo el tiempo, pero no con el objetivo de llegar a ningún lado, sino con el objetivo de querer contar una historia y vincularme. Y se ha transformado en estos años en mi hábitat natural", dice.

"Es donde puedo ser, donde soy, donde me manejo. Esa es la motivación que tengo, porque de todos modos la vida cotidiana te está sacando todo el tiempo de estos lugares teatrales y de generar espacios artísticos; te saca, te vive echando. Yo creo que el gran talento que tenemos los que hacemos teatro y nos gusta la actuación y esta comunidad, el gran talento que tenemos, es levantarnos todos los días y decir: es acá. No importa la plata, no importa el éxito, no importa nada; te levantás todas las mañanas y tendrás 25 mil cosas más, pero sabés que te levantás y es acá tu lugar. Ese es el gran talento. Pero no, yo no llegué a ningún lado, al contrario. Estoy en el mismo lugar que cuando empecé. Y así seguiré".

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