La economía uruguaya esta madura como para avanzar en la discusión y consolidar tasas de inflación bajas y estables.
El comienzo de esta nueva administración ha puesto un tema en el debate público que tiene diversas aristas macroeconómicas, desde sus impactos en la continuidad de la estabilización de precios hasta en los logros de procesar ajustes idiosincráticos dentro del mercado de trabajo. Ese tema es el de la desindexación de los salarios. Para ello, primero consideramos necesario ponerlo en su real dimensión para luego volver sobre los temas inherentes al mercado de trabajo.
Sobre lo primero vamos a realizar algunas reflexiones.
En primer lugar, vamos a definir la dimensión en cuanto al concepto. Desindexar es quitar el ajuste de un precio o contrato por un índice y sustituirlo por otro tipo de ajuste. Pero apuntando al concepto desde un enfoque de políticas de estabilización de precios, entendamos el concepto que subyace: cuando hablamos en la jerga de desindexar referimos a cortar la inercia inflacionaria que hace, por ejemplo, que cuando en instancias como las actuales en las que la inflación se reduce, existen mecanismos de ajuste que siguen propagando incrementos de precios o contratos (entre ellos los salarios) que siguen creciendo a un ritmo superior aun cuando la causa inicial se debilitó. Por tanto, y adelantándonos a conocer al "final de la película", como decíamos, "desindexar", entre comillas, no implica estrictamente abandonar un índice en primer lugar sino posiblemente cambiarlo, desde uno que sea con "memoria hacia atrás" o backward looking, hacia otro hacia adelante o forward looking, o incluso, ligado a elementos vinculados a la productividad o haciendo crecer por una suma fija prestablecida y acordada que representa una meta o un objetivo definido entre partes.
En segundo lugar, vamos a definir la dimensión en cuanto al sujeto deaplicabilidad, que es un set de contratos y precios sobre los que se aplica. La inflación erosiona el poder de compra de las familias y las empresas, y por tanto los contratos incluyen cláusulas que tienden a sostener ese poder de compra.
En tercer lugar, vamos a dimensionar el tipo de índices que se utilizan. Llegado el caso, siempre se ha utilizado el Índice de Precios al Consumo, y la variación de este nos permite afirmar que estamos en una etapa oportuna para realizarlo, en el que los registros inflacionarios nos han acostumbrado a cifras históricamente bajas, con cumplimiento de las metas por parte de las autoridades y credibilidad por parte de los agentes. Por lo pronto, también existe la elaboración por parte del INE de un IPC subyacente, que permite extraer una señal de precios desprovista de ruidos más volátiles como los precios de frutas y verduras, que no tiene sentido incorporarlos como señales de largo plazo. Tengamos presente que cerca de una tercera parte del IPC corresponde a bienes y servicios no transables, en especial estos últimos, y por tanto, si se considerara un IPC que excluyera la parte volátil, aquella ponderación sería aún mayor. Apuntar a "cortar el cable rojo" en este segmento de precios en el marco de discusión mencionado, no solo pasa por "desindexar" salarios sino por utilizar el concepto de inercia inflacionaria, aplicando no solo sobre precios intensivos en mano de obra, sino por ejemplo en contratos como son los alquileres de inmuebles, y con ajustes que permitan representar las relaciones de precios de largo plazo de ese mercado. La inflación se vuelve más persistente en tanto se puedan ajustar pocos precios debido a que haya precios que se indexan "hacia atrás"
Los impactos en el mercado de trabajo
Apuntando al ámbito específicamente del mercado de trabajo, cuando la economía recibe shocks negativos que requieren ajustes vía salarios incluso para que no se "castigue" tanto la variable empleo las rigideces a niveles de salarios son ruidos que dificultan tales mecanismos de ajuste.
No obstante lo anterior, el concepto del salario tiene involucramientos sociales entendibles, que a niveles de franjas más bajas deben atender la preservación de su poder de compra en tanto la inflación sí efectivamente se muestra en esos segmentos como el más cruel de todos los impuestos.
Ese balance o trade off entre el salario como un precio y como el mejor instrumento de política social es el constante desafío de los hacedores de política. Pero también refuerza el potencial de largo plazo de obtener una inflación baja y estable de forma permanente, como logro social.
Por tanto, una de las consecuencias visibles de la indexación es que se establecen rigideces en el mercado de trabajo que pueden llegar a alterar las cantidades de equilibrio. Y como esto sucede, en general, cuando se indexa, también puede suceder cuando se desindexa, y de manera selectiva como se ha puesto en el debate (para ingresos mayores a determinado umbral en el caso de los salarios). Así, una desindexación parcial, en primer lugar, va a depender del punto de corte en el cual se realice tal separación, si es que resultare de tal forma. En torno a ese "punto de corte" se van a dar muchas pugnas de negociación, y de "elasticidades" de oferta y demanda de trabajo.
A modo de ejemplo, si el proceso de desindexación se diera en franjas de trabajadores con alta especialización, esto podría desestimular la oferta formal de trabajo de recursos humanos de calidad. Otra consecuencia podría ser la de buscar una compensación ad-hoc al salario, que retribuyera el incremento del costo de vida.
Así, veamos un primer mapa de como se distribuyen los ocupados en Uruguay de acuerdo a la franja de ingresos por el trabajo. De acuerdo con el cuadro anterior, en el primer semestre de 2024 fueron 1,6 millones los uruguayos que resultaron ocupados y recibieron ingresos por trabajar. Con la finalidad de homogeneizar sus remuneraciones por hora, se normalizaron sus ingresos a los equivalentes a cuarenta horas semanales, y luego se clasificaron según franjas de ingresos, resultando en la distribución que se plantea en el mencionado cuadro. Así es que vemos que un 22% de los ocupados (cerca de 360 mil personas) reciben ingresos menores a 25 mil pesos. A su vez, al considerar el nivel de ingresos en el que se centran en mediana dentro de esas franjas, sobre todo, si consideramos a la franja de más de 50 mil pesos, vemos, como lo señala el gráfico 3, que la mediana se ubica en 70.500 pesos al primer semestre de 2024.