Melba Escobar y la farsa de una relación perfecta entre madre e hija

¿Cómo retratar nuestras heridas? Conocerlas es un aspecto, pero saber de dónde vienen o cómo surgieron son cuestiones que requieren más que una simple introspección. Se trata de llenar espacios vacíos de una historia que no necesariamente es la propia. "Revisitar momentos desde el presente es ampliar el foco de lo que creíamos era un hecho", explica la escritora y periodista colombiana Melba Escobar de Nogales (1976) tras realizar este ejercicio con su nuevo libro "Las huérfanas" (Seix Barral, 2024, $18.900), que acaba de llegar a librerías nacionales.
Nacida en Cali, Escobar se dedica a escribir, ya sea siendo columnista y colaboradora en medios como El Tiempo y El País, o en la literatura, con la publicación de otras cinco obras, entre ellas "La casa de la belleza" y "La mujer que hablaba sola". Explorar la escritura la ha llevado a ser reconocida en Alemania y a obtener becas de creación en Colombia y Estados Unidos.
"Este es uno de esos libros que probablemente siempre hemos estado escribiendo en nuestra cabeza sin darnos cuenta", dice la autora a "El Mercurio" sobre "Las huérfanas", en la que relata el complejo vínculo familiar, en un ejercicio que limita entre ficción y realidad.
Sin rodeos y con crudeza se inicia el libro: "Mamá se arrojó por la ventana de un cuarto piso once años antes de tenerme". A modo de rendirle honores, pero también de medir el impacto de su figura en el núcleo familiar, la narración se centra en su madre, Myriam de Nogales, una española de origen noble que se caracteriza por su teatralidad. El libro se publica cuatro años después de su muerte y la autora intenta reconstruir su imagen y vida, desde la historia de amor con su padre, Rodrigo Escobar, hasta sus desvaríos mentales. "Ella fue muchas versiones y ocupó un espacio muy grande en mi vida y la de mis tres hermanas. Sigo intentando responder quién fue ella", puntualiza Escobar.
Para elaborar este perfil, la escritora tuvo que acudir a sus aptitudes periodísticas, recogiendo los recuerdos de sus hermanas, tías, amigos y colegas, entre otros. Así, no solo define las aristas del personaje, sino también "amplía la escena en la que se desenvolvió. Es como 'bueno, paso esto', pero ¿quién era esa mujer que me estaba agrediendo?, ¿qué estaba pasándole? Entonces, uno va tomando más distancia y comienzas a sentir empatía por esa persona que te lastimó, que en ese momento era imposible percibir más allá de la agresión", profundiza Escobar.
"Fue bonito hacer una labor de periodismo investigativo con la familia, que muchas veces no se considera porque creemos que estas personas simplemente son así, pero cuando uno se acerca, descubre cosas que se salen de lo evidente", desarrolla.
Aunque la muerte ocupa un lugar importante dentro de la novela, también lo hacen la maternidad y la construcción de la familia, que Escobar describe como "una eclosión violenta de dos mundos". Más allá del retrato tradicional de ser madre, el libro explora la maternidad desde lo inestable y complejo. "Es momento de desmitificarla, porque hace que carguemos con una frustración silenciosa de sentir que la relación con mi mamá no era como debería ser, que es una enorme mentira. Está bien que sea complicada", sostiene. De ese vínculo que no cumple las expectativas, la autora reinterpreta el concepto de orfandad, que da título al libro y que nació como broma entre las hermanas luego de la muerte de su madre. "Tiene un sentido mucho más amplio y liberador. Creo que se relaciona con una sensación de vacío".
"Las huérfanas" no es la primera obra en la que revisa su historia familiar, ya que en 2010 Melba Escobar publicó "Duermevela", que retrata la relación con su padre. Ahora, en esta última, ha reparado en la capacidad "utilitaria que ha tenido la novela para sanar", ya que ha sido "un intento por hacer las paces con el pasado", concluye la escritora colombiana.