Hasta pronto, Horacio
Se enfrentó a todo y a todos defendiendo aquello en lo que creía. Porque así era Horacio, galopeador contra el viento.
Es curioso cómo vamos cambiando la forma de leer los diarios. En casa recibíamos El País, La Mañana y El Día. Al final de ellos se encontraba la información deportiva.
Era por donde comenzaba la lectura en los años adolescentes de pasión futbolera. Después iba a las de internacionales y política.
Con el tiempo pasé a empezar por la portada y los titulares que llevaban a las noticias de interés.
Luego directamente abría las de política, economía y las editoriales. Recién después recalaba, invariablemente puesto que uruguayos somos, en las de fútbol. Estas últimas comenzaron a mudarse a suplementos que hoy dejo para solaz final.
Hace un tiempo que empiezo por los Avisos Fúnebres. Esos escuetos comunicados a los que no presté atención en los años mozos.
Cuando la vida da la vuelta al codo y la meta se asoma al final de la recta uno empieza por ahí. No es algo lúgubre sino informarse. A medida que se envejece empiezan a aparecer más personas conocidas, familiares o amigos en ellos.
He comprobado que los avisos fúnebres dicen mucho más que la mera información de un deceso.
Tengo una prima con una rara habilidad para redactarlos. En pocas palabras resume lo que siente. Así prefiere utilizar el hasta pronto en lugar del adiós. El primero contiene la esperanza de volver a encontrarnos, afirma.
Me gusta la fórmula que emplean los miembros de la comunidad judía que expresan el deseo de que los deudos "no sepan más de dolor".
Qué lindo sentimiento.
Los avisos también muestran otras cosas.
Como el tamaño de la familia, lo que querían sus vecinos y amigos al fallecido o el dolor por la pérdida.
Hace unos días los avisos fúnebres informaron del fallecimiento de un gran uruguayo, el Contador Horacio Fernández Ameglio.
Horacio fue ante todo un hombre de familia y amistad.
Amigos, hermanos, hermanas, señora, hijos, nietos, sobrinos lo despidieron con dolor.
Con sensatez, sentido del humor, llamando siempre las cosas por su nombre y sin guardarse nada fue el pilar de su familia y comunidad.
La vida lo puso a prueba. Respondió con gratitud y sin quejas.
Fue un gran empresario.
Además de Contador Público, productor agropecuario de nota en el país y en el extranjero. Su paso por la comercialización de la lana dejó una huella profunda. Incursionó en otras actividades como la televisión para abonados teniendo la visión de anticiparse a lo que se venía. Distinto hubiera sido todo en nuestro balompié de haberse aceptado aquella famosa oferta, muy superior en monto, dejada de lado en forma incomprensible.
El presidente Jorge Batlle lo nombró ministro de Salud Pública. El cargo más difícil en ese entonces.
Su valiente gestión gubernativa no pasó desapercibida. Denunció ilicitudes, propuso profesionalizar el Ministerio, terminar con clubes políticos dentro de la administración, acomodos y otras hierbas. Se enfrentó a todo y a todos defendiendo aquello en lo que creía. Porque así era Horacio, galopeador contra el viento.
Los avisos fúnebres revelaron dos cosas más de él que eran poco conocidas. Parecen no tener relación entre sí pero la tienen.
La primera, que su nombre completo era Horacio del Corazón de Jesús.
Vaya si hizo honor a él.
La segunda, su solidaridad.
Una gran cantidad de entidades sociales participaron su fallecimiento y agradecieron a quien tuvo un enorme corazón, como el del Salvador que llevaba en su nombre, para ayudarles.
Presidente de la Fundación Peluffo Giguens, sus funcionarios, voluntarios y equipo lo recordaron por "su compromiso, sabias palabras y bonanza".
Fue recordado por la Fundación Beisso-Fleurquin, de la que era presidente, la Asociación Pro-Discapacitado Intelectual, la Fundación Sophia, la Congregación Salesianos de Don Bosco, la Fundación ProIntegra, la Asociación Cultural y Técnica Participa, la Fundación Piso Digno, la Asociación Nacional para el Niño Lisiado, entre otros.
Jorge Luis Borges sostenía que la vida es una muerte por venir y la muerte una vida vivida. Así debiera recordarse la de Horacio. Como una vida vivida, bien vivida, dedicada a los demás, a ayudar al prójimo.
El nombre Horacio viene del latín y significa Hombre del tiempo (hora y vir). A esa conexión con el tiempo, con su tiempo y el de los demás, le hizo honor Horacio del Corazón de Jesús Fernández Ameglio.
De los muchos Horacios que hubo en la historia me recuerda al de la tragedia shakesperiana "Hamlet".
En ella el personaje Horacio es el amigo fiel del protagonista. El que siempre está, lo acompaña y apoya.
Como Horacio Fernández Ameglio siempre estuvo, acompañó y apoyó a todos. En la escena final de Hamlet este, moribundo, le pide a su amigo Horacio que siga adelante con su vida diciéndole: "Si alguna vez me tuviste en tu corazón auséntate de la felicidad por un tiempo. Y en este duro mundo, dibuja tu aliento en el dolor, para contar mi historia".
Con un hasta pronto contemos la historia y recordemos con gratitud a Horacio del Corazón de Jesús Fernández Ameglio.
Un hombre de su tiempo y enorme corazón.