Miércoles, 12 de Marzo de 2025

La unidad como destino

UruguayEl País, Uruguay 11 de marzo de 2025

Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Imagino a José Batlle y Ordóñez y a Aparicio Saravia, figuras antagónicas en la historia política uruguaya, sentados al ocaso de un gran día, dejando de lado las heridas de antaño y mirando con preocupación el Uruguay de hoy

Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Imagino a José Batlle y Ordóñez y a Aparicio Saravia, figuras antagónicas en la historia política uruguaya, sentados al ocaso de un gran día, dejando de lado las heridas de antaño y mirando con preocupación el Uruguay de hoy. Ambos comprendían, en su tiempo, que sus disputas eran parte de un juego democrático, pero jamás hubieran permitido que un enemigo común, el totalitarismo, se apoderara del país que tanto amaban.

El Uruguay que defendieron ya no está en disputa entre visiones políticas tradicionales, sino entre dos fuerzas irreconciliables: democracia o sometimiento. Hoy, como entonces, debemos enfrentar una amenaza común que busca imponer un modelo donde el individuo se subyuga al Estado, la libertad se limita, y la producción se sofoca con impuestos y regulaciones asfixiantes.

Frente a este desafío, es imperativo que la oposición dé un paso al frente, dejando de lado diferencias secundarias y abrazando lo que nos une: la defensa de la libertad, el progreso y la justicia. El enemigo común ya ha demostrado que no tiene reparos en utilizar la mentira, la violencia y la manipulación emocional para perpetuarse en el poder. No podemos responder con desunión y egos personales.

La derrota electoral, lejos de ser un final, debe ser el punto de partida de una reconstrucción seria y ambiciosa. Es hora de dejar de ser una simple coalición de circunstancias para convertirnos en un gran partido de oposición, con la pluralidad suficiente para representar todos los matices del pensamiento democrático, pero con la fortaleza de una estructura unificada que sea capaz de plantar cara al avance del totalitarismo.

El primer paso no es en las urnas, sino en la voluntad de construir algo más grande que nosotros mismos. La historia nos llama a superar los liderazgos personalistas y a sentar las bases de un proyecto político sólido, con principios firmes, que haga del desarrollo y la dignidad de los uruguayos su razón de ser.

La oposición no puede ser solo un reflejo de la resistencia, sino el germen de un nuevo Uruguay. Un Uruguay que no se resigna a ser administrado, sino que sueña con ser impulsado hacia el futuro con valentía y determinación.

Hoy, más que nunca, debemos hacer nuestra la máxima que une a los verdaderos luchadores de la historia: "Los enemigos de mis enemigos son mis amigos". Y en ese espíritu de unidad, nacerá la fuerza del mañana.
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