Encuestas electorales rumbo al 2026

Víctor Muñoz
Cada ciclo electoral en Colombia trae consigo el debate sobre la confiabilidad de las encuestas. Se cuestiona si estas mediciones son sesgadas, si una muestra de 1.200 o 2.000 personas puede realmente representar a los 38 millones de ciudadanos habilitados para votar, y si los resultados reflejan con fidelidad el panorama político del país. Las críticas suelen provenir de quienes no obtienen resultados favorables en las mediciones, de quienes cuestionan aspectos metodológicos o de aquellos que consideran las encuestas como mecanismos de predicción del futuro, olvidando que la estadística ofrece caminos para entender e identificar el presente bajo condiciones específicas. La estadística proporciona fundamentos sólidos que respaldan la precisión de las encuestas bien diseñadas. Una muestra aleatoria y representativa, multietápica y estratificada, que considere segmentos como zona geográfica (departamento, municipio, localidad, hogar), género, edad, y nivel socioeconómico, puede reflejar fielmente las tendencias generales de la población objeto de análisis. Con una muestra de 2.000 personas, un margen de error del 2,2% y un nivel de confianza del 95%, es posible representar a la población colombiana en un momento específico de estudio. Las encuestas presenciales siguen siendo la opción más confiable, pues reducen el riesgo de sesgos. En cambio, las encuestas telefónicas enfrentan limitaciones, ya que excluyen a quienes no tienen línea fija o celular, generando un sesgo de cobertura. Las encuestas digitales, cada vez más frecuentes, presentan riesgos adicionales debido a la dificultad de garantizar que la muestra sea representativa del universo en estudio y por la posibilidad de manipulación mediante bots. En Colombia, la proliferación de más de 40 precandidatos presidenciales para las elecciones de 2026 puede generar confusión y escepticismo entre los encuestados. Este escenario, sumado al creciente desinterés ciudadano en participar en encuestas políticas, especialmente aquellas con cuestionarios extensos, dificulta la obtención de datos precisos y representativos. política, el comportamiento del electorado se construye por etapas: primero, el candidato debe ser reconocido; luego, ganar una imagen favorable; y finalmente, convertirse en una opción viable de voto.  En este sentido, las encuestas realizadas con un año de antelación miden principalmente el reconocimiento y la favorabilidad, más que una intención de voto firme.  En etapas tempranas, muchos votantes aún desconocen a los aspirantes o no han decidido su preferencia, favoreciendo así a quienes gozan de mayor visibilidad mediática. Las empresas encuestadoras tienen un objetivo claro: acercarse a la realidad. Su reputación y supervivencia en el mercado dependen de la precisión de sus mediciones. En medio del escepticismo y las críticas, las encuestas siguen siendo una herramienta técnica clave para entender el pulso electoral del país.
Emprendedor, investigador, analista.