Solo una mirada: una nueva versión polaca de la literatura de Harlan Coben
Solo una mirada, lo nuevo de Netflix
Solo una mirada (Tylko jedno spojrzenie, Polonia/2025)
Solo una mirada, lo nuevo de Netflix
Solo una mirada (Tylko jedno spojrzenie, Polonia/2025). Creación : Harlan Coben, Charlotte Coben. Elenco : Maria Debska, Cezary Łukaszewicz, Piotr Stramowski, Miroslaw Zbrojewicz, Marta Malikowska. Disponible en : Netflix. Nuestra opinión : buena.
Hace apenas diez años, Harlan Coben era un escritor de best-sellers, uno más de la lista de thrillers más vendidos. Su literatura se convirtió en materia prima del cine primero, tímidamente en Francia con No le digas a nadie (2006), de Guillaume Canet, y en 2017 con la miniserie Solo una mirada , primera adaptación de la novela homónima, protagonizada por Virginie Ledoyen, una de las estrellas jóvenes de los 90, del cine de Olivier Assayas y François Ozon, que incursionaba en la TV gala con una historia de intriga y misterio. Con el correr de los años, y tras firmar un jugoso contrato con Netflix para la adaptación de su obra, el escritor nacido en Newark se convirtió en una próspera franquicia. A partir de 2018, con la británica Safe como punta de lanza, se adaptaron más de 10 novelas en producciones francesas, españolas, británicas, y por supuesto, polacas. Solo una mirada -nueva adaptación de aquella novela publicada originalmente en 2004- es el último eslabón de esa cadena y una de las mejores versiones de los últimos años.
Lo que diferencia a los polacos de las otras producciones europeas del sello "Harlan Coben" es, en primer lugar, la presencia de una violencia concreta , nada estilizada, que suele evocar la dureza de algunas producciones de aquella cinematografía en los años previos a la caída del Muro de Berlín (Polonia tuvo una nueva ola potente, que dio nombres como Andrzej Wajda, Roman Polanski o Andrzej Zulawski, entre otros). Y, en segundo lugar, el anclaje en su propia historia y geografía, que se afirma en la ciudad de Varsovia, sus sinuosos suburbios, y se remonta a un pasado signado por la sospecha y la delación durante los años de plomo en los 80, tiempo fructífero también para muchas narrativas contemporáneas (basta ver El pantano , una de las mejores series provenientes de esa inspiración). Los temas de Coben, en general arraigados en los escenarios familiares, en los secretos domésticos, y en la erosión de cualquier seguridad interior, funcionan a la perfección con esa estética lóbrega y asfixiante que ofrecen las narrativas polacas de los últimos años.
Solo una mirada siembra su secreto en el seno de un entorno familiar y retrotrae el misterio a un hecho ocurrido 15 años antes, una tragedia social que marcó al país y también a su protagonista, la joven estudiante de arte Greta Rembiewska (Maria Debska) . En 2009 un incendio en un recital de rock se cobró la vida de 28 jóvenes y dejó una única sobreviviente: "el ángel del concierto". Greta no solo perdió la memoria y a su novio, sino que las quemaduras dejaron su piel marcada para siempre. Tiempo después, rehizo su vida: está casada con Jacek (Cezary Łukaszewicz), tienen dos hijos pequeños y acaban de regresar de unas vacaciones en la playa. Sin embargo, cuando recibe las fotografías del verano, entre ellas asoma una imagen intrusa: una foto pequeña, que muestra a Jacek en sus años juveniles junto a algunos amigos. La fotografía tiene una cruz sobre el rostro de una de las chicas. Apenas Greta le muestra la fotografía a su marido, este desaparece misteriosamente. Solo una mirada siembra su secreto en el seno de un entorno familiar
La idea de mirar más allá de lo aparente es una clave que instaló el cine en los años 60, década en el que la inocencia perdida se trasladó al registro fílmico. En Blow Up (1966) de Michelangelo Antonioni , un fotógrafo toma una imagen en un parque de Londres, y tras ampliarla varias veces descubre un crimen escondido. Luego, en La conversación (1974) de Coppola, un ingeniero de sonido descubre en un registro sonoro de una plaza pública el germen de un atentado. Y lo mismo ocurrirá con el desprevenido John Travolta en El sonido de la muerte (1981) de Brian De Palma: ver y escuchar lo que parecía evidente revela sus entresijos, un revés a menudo manchado de sangre. Algo de ello le ocurre a Greta, y esa fotografía del pasado se combina con otros siniestros emisarios: un fiscal que investiga la muerte de su hija, la mujer tachada en la foto; un sicario que acorrala a Jacek en su escapatoria; el pirómano del concierto que sale en libertad condicional; el padre del antiguo novio de Greta, un hombre de negocios turbios y modales violentos que esconde sus mejores cartas.
La lógica de Coben es la de la eterna vuelta de tuerca, y el despliegue de sus argumentos siempre se sostiene sobre el engaño previo a la revelación. Pero Solo una mirada juega a conciencia con esa estrategia, expone una violencia seca e impactante que transita en el fondo del derrotero de Greta, siempre como premonición de un oscuro desenlace, y al mismo tiempo exuda una dinámica cinefilia, heredera de aquellos thrillers de los 70, sobre todo de la astucia visual de Brian De Palma (a quien cita en una secuencia inspirada en Hermanas diabólicas sobre la excitación del voyeur ) y de cierto vértigo en una acción que siempre se precipita al desastre. Aun con los vicios de estas narraciones seriales, y la puesta adocenada que impone el streaming, Solo una mirada juega bien su juego, cumple con el adictivo entretenimiento y asimila la intriga de Coben a un escenario que siempre le calza justo.