Por Katherine SánchezEconomista de Macroconsult
A escala mundial, las mujeres ganan en promedio un 20% menos que los hombres, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2023)
Por Katherine SánchezEconomista de Macroconsult
A escala mundial, las mujeres ganan en promedio un 20% menos que los hombres, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2023). Esta brecha salarial de género se agrava con la maternidad, que marca un punto de inflexión en la trayectoria profesional de muchas mujeres. Aunque se han logrado avances en educación y participación laboral, el nacimiento del primer hijo sigue representando un desafío que perpetúa la desigualdad económica y social.
Un estudio reciente sobre la penalización de la maternidad (Kleven y otros, 2024) revela que el 38% de las mujeres en América Latina abandona su empleo tras la maternidad, lo que profundiza la desigualdad en el mercado laboral. En economías en desarrollo, en las que el empleo femenino está vinculado a la agricultura y al trabajo informal, la brecha de género es mayor antes de la maternidad, pero el impacto en la participación laboral es menor. En cambio, en países con mercados laborales más estructurados, la falta de políticas de conciliación laboral y la rigidez de los mercados de trabajo incrementan la penalización tras la maternidad.
El BID estima que cerrar la brecha de género en el empleo podría incrementar el PBI de la región entre un 4% y un 15%. Sin embargo, las mujeres siguen asumiendo la mayor parte del trabajo no remunerado, como el cuidado del hogar y de los hijos, lo que limita su permanencia en el mercado laboral formal. Además, la informalidad afecta al 57% de las mujeres en la región (OIT), impidiéndoles acceder a beneficios como licencias de maternidad remuneradas o seguridad social.
Según el Índice Global de Brecha de Género, el Perú ocupa el puesto 40 de 146 entre los países con menores brechas de género. Sin embargo, la desigualdad de género persiste en el ámbito laboral. De acuerdo con la EPEN (INEI, 2024), la tasa de participación femenina en la fuerza laboral es del 62%, frente al 78% de los hombres. El 73% de las mujeres trabaja en el sector informal y solo el 45% tiene un empleo adecuado. Además, las mujeres peruanas ganan en promedio un 25% menos que los hombres y el 42% genera su propio empleo, lo que suele implicar menor estabilidad y menores ingresos. A esto se suma que el 13% trabaja sin remuneración en negocios familiares, limitando su independencia económica.
Otro factor crítico es el embarazo adolescente, una de las principales barreras para la continuidad educativa y el acceso a empleos formales. Según la Endes (INEI, 2024), una de cada cinco adolescentes y jóvenes que abandona la escuela lo hace debido a la maternidad, lo que perpetúa ciclos de pobreza y desigualdad.
Para reducir estas brechas, es esencial fomentar la formalización del empleo y la implementación de políticas de conciliación entre la vida familiar y laboral. Sin embargo, dado el alto nivel de informalidad en el país, resulta aún más urgente avanzar en la creación de un sistema nacional de cuidados que responda a la realidad laboral de las mujeres. Esto implica acercar los servicios de cuidado infantil y asistencia a los espacios donde ellas desempeñan sus actividades, garantizando así su acceso efectivo a oportunidades laborales dignas y equitativas.
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