A partir de la fuerte destrucción de valor en los mercados accionarios, comenzaron a escucharse comentarios duros en ámbitos donde hasta hace poco tiempo Trump "jugaba de local", afirma el economista y periodista mexicano Luis Miguel González.
Para el economista y periodista Luis Miguel González, "la paradoja de un mundo con Estados Unidos cerrándose y con China como paladín del libre comercio genera enorme incertidumbre". La visión desde México, principal origen de los productos importados por Estados Unidos, es una referencia para entender los primeros impactos de los aranceles dispuestos por Estados Unidos. México y Canadá fueron exceptuados del adicional de 10% anunciado por Trump para buena parte de los países con los que tiene relaciones comerciales, pero se mantiene un 25% para el aluminio, el acero y los automóviles de ese origen. Luis González es editor del diario mexicano El Economista y afirma que su país "está en problemas", porque "la cercanía que para México ha sido una ventaja competitiva, hoy es factor de vulnerabilidad". Ante el temor de Trump de una eventual triangulación por las empresas chinas "disfrazadas", es probable que México sea objeto de mayores exigencias, "y no tiene margen de maniobra". Para el resto de América Latina, después de los aranceles espera "mayor activismo" de Estados Unidos. "Hay que seguir los movimientos de Marco Rubio en la región", aconseja. Hacia el interior de Estados Unidos, advierte que si sus políticas fracasan lo que es factible, Trump tendrá "problemas de gobernabilidad y resistencia social". Además, "la enorme destrucción de valor" en los mercados accionarios está preocupando a gente que "habitualmente aplaude a Trump". A continuación, un resumen de la entrevista.
¿Cómo han vivido en México las recurrentes medidas tomadas por Trump?
Para México, las negociaciones comerciales son negociaciones sobre casi cualquier tema que Estados Unidos ponga a la mesa. Durante muchos años, uno de los mayores éxitos diplomáticos de México había sido la existencia de un carril sólo para lo económico-comercial y otros varios carriles para los temas difíciles. Lo que se había acordado con varios gobiernos de Estados Unidos era que lo económico-comercial estaba lleno de coincidencias y en todo lo demás siempre iba a haber divergencias, me refiero a seguridad, migración o medioambiente.
Por tanto, no se mezclaban.
Absolutamente no, y era un acuerdo en donde todo el mundo parecía contento, le gustaba a los empresarios, a las grandes corporaciones y también al gobierno estadounidense. Pero llegó la primera presidencia de Trump y quiso tocar eso, aunque no tuvo la fuerza para hacerlo. Esta segunda vez, con mucha más fuerza, lo puso en práctica. Entonces lo que tenemos es una negociación comercial donde dice: "tengo un arancel especial porque no controlaste el fentanilo". O "tengo la posibilidad de poner un arancel si el número de migrantes que llega a mi frontera no es el que yo espero, o si la manera en que evalúo que estás trabajando no es la que a mí me conviene". Y en ese sentido, se esperaban los anuncios del miércoles (2/4) con la misma sensación de un bachiller que está esperando los resultados de un examen muy complicado. La primera reacción, al comprobar que no se incrementaban los aranceles para México, fue casi jubilosa. Pero esto fue cambiando: el jueves, una de las grandes empresas automotrices, Stellantis, anunció que paraba la producción en México por los aranceles; fue como si nos hubiéramos despertado ante la realidad. Nos habíamos librado de los aranceles complementarios, pero siguen en pie tarifas por acero, aluminio y automotrices.
El cambio en las reglas de juego es claro.
Lo que tenemos con los aranceles es, de facto, una ruptura del T-MEC, del acuerdo comercial que tenemos Canadá, Estados Unidos y México. Es claro. Por otra parte, hay que recordar que el criterio con el que se impusieron las tarifas del pasado miércoles no es como se anunció, no son tarifas recíprocas a partir de lo que cada país cobra, sino a partir de los resultados de la balanza comercial. Eso quiere decir que, un sector que encontró la llave de acceso al mercado de Estados Unidos con calidad, precio e innovación, puede en cualquier momento ser sancionado porque cometió la osadía de desbalancear la relación comercial del país donde opera con Estados Unidos. Es inaudito. Desde hace 30 años, México tiene asumido como premisa mayor que nuestra cercanía con Estados Unidos es nuestra mayor ventaja competitiva. Llevamos un poco menos de seis meses dudando, porque esa cercanía se transforma ahora en nuestra mayor vulnerabilidad. Estamos con un socio que no es confiable. En vez de darnos reglas estables como la que él nos pide, nos está todo el tiempo poniendo a adivinar qué es lo que quiere decir, lo que está anunciando o lo que va a anunciar.
Algunos países han tomado el camino de las represalias ante las medidas de Trump; otros han optado por buscar de qué forma minimizar el impacto. ¿Cuál será la actitud de México?
En las primeras escenas de esta película se ha descartado la confrontación. Hay una opinión dominante en el gobierno de Claudia Sheinbaum, de que el Tratado de Comercio con Estados Unidos es un activo para la economía mexicana, un factor de estabilidad que hay que preservar. Quienes han comandado la negociación con Estados Unidos son la parte más pragmática del gobierno. No sé, si las cosas no salen bien siendo condescendientes y prudentes, si en un escenario a futuro la parte más ideológica se impone. Si el espíritu antiyanqui, que había perdido terreno en los últimos años, no vuelve a despertar. El objetivo de Trump, detrás de estas decisiones sobre aranceles, ¿es la industria tecnológica china?
No creo. Lo que tenemos es una política que fundamentalmente nace de una confusión que está en la cabeza de un grupo de personas que rodean al presidente Trump, donde hay muchos sueños de grandeza en este colectivo, individuos que, entre otras cosas, no saben que no saben. Que hayan sido capaces de construir imperios tecnológicos o inmobiliarios, no los hace competentes en el manejo macroeconómico, la administración pública o las relaciones internacionales. En ese punto estamos. Si vemos lo que Trump dice sobre México, sobre Canadá, sobre el acuerdo de América del Norte, uno diría que este señor está listo para reventar todo mañana o pasado. Del otro lado, tenemos un acuerdo comercial con un volumen enorme. ¿Cómo es posible que se estén tomando tan a la ligera, decisiones que valen tanto dinero, que ponen en riesgo tantos empleos y tantos patrimonios?
¿Cómo reaccionará China a partir de estos movimientos, más allá de las represalias arancelarias?
Estamos ante la paradoja de que el que se quiere encerrar en una muralla es Estados Unidos y el defensor del libre comercio es China. El mundo al revés. Tenemos por otra parte una China mucho más segura de sí misma, de su poder diplomático, económico, geopolítico, y está muy claro, por la decisión de contestar con los aranceles, que no está dispuesta a jugar el papel de segundo violín de Estados Unidos. Por otra parte, tengamos en cuenta que la presencia de China en América Latina no es homogénea. En México, tiene dos características. Una buena parte de la presencia china es camuflada. Hay mucha inversión china disfrazada como inversión de otros países. Otro elemento importante es el tutelaje de Estados Unidos. Estados Unidos no deja, por ejemplo, que China sea proveedor en áreas estratégicas, militares, aduanas, etcétera. Y probablemente, Estados Unidos le va a pedir a México que aplique tarifas muy altas a las importaciones chinas para garantizar que esos productos no se triangulen hacia Estados Unidos.
¿Qué hará México ante esto?
Creo que México no tiene margen. México tiene un matrimonio disfuncional con Estados Unidos, para el cual no hay divorcio, pero tiene un amante chino en la recámara. Tengo la impresión que Estados Unidos va a incrementar su presión sobre México. De una manera que no hemos visto hasta ahora. Probablemente lo que diga EEUU es, "el nearshoring va a ser friendshoring o no va a ser". Si tu no me das 100% garantías no verás, ya no digas grandes inversiones, ni siquiera un flujo de comercio normal. No le va a quedar otra opción a México que aceptar. No tiene el margen de maniobra de los países de América del Sur.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo, las primeras reacciones de Brasil reflejan más una postura de confrontación o cuando menos de toma de distancia respecto a Trump. Tienen esa posibilidad. En ese sentido hay que seguir la pista a Marco Rubio, porque creo que vamos a ver mucho más activismo de Estados Unidos en América Latina del que vimos en la última década, donde Estados Unidos abandonó esa región. Y ese abandono lo aprovechó China.
¿Qué impacto están teniendo estos asuntos en la ciudadanía estadounidense?
Todavía no es un problema para ellos, esto apenas empezó. La primera reacción es la de los mercados, que son relevantes, porque fundamentalmente lo que hacen es tratar de asomarse al futuro. Lo que dicen los inversionistas en los mercados es que, en el futuro próximo, la cosa va a estar muy complicada y yo creo que hay dos frentes que observar. Uno es la inflación, pero el otro es qué tan factible va a ser la reactivación industrial de Estados Unidos que propone Trump. La inflación la veremos en los supermercados, mientras la eventual reactivación industrial la podremos ver en mercados laborales regionales. Veremos si las zonas industriales que habían perdido empresas emblemáticas las recuperan o no. Por ejemplo, qué va a pasar con esto que llaman el Iron Belt, que es Pensilvania, Ohio, etc. Si lo que tenemos como consecuencia de este Trumpnomics es que hay más inflación, no hay un resurgimiento del empleo industrial, creo que vamos a ver muchos problemas de gobernabilidad para el partido de Trump, pero también de inestabilidad social en Estados Unidos.
La enorme destrucción de valor en los mercados accionarios, ¿no termina golpeando a parte de la base de apoyo de Trump?
La destrucción de valor en el mercado accionario en estos dos o tres últimos días ha sido monstruosa. Eso nos colocó en una posición de prestar atención: podía ser que la gente común no entendiera lo de los aranceles, pero si no le entienden los presidentes de las compañías mundiales, los analistas de inversiones, es que el problema es "de quien explica" o "de quien aplica". Y más allá de lo que siga pasando en los próximos días, puede generar malestar en una élite empresarial, esos sectores que estaban detrás de Trump. Los analistas de mercado dicen que un movimiento de hasta 10% por debajo, es lo que ellos llaman corrección. En este caso la corrección era esperada desde hace mucho porque había habido un crecimiento exuberante en el valor de algunas empresas, como Nvidia, o Tesla, en realidad, todo el Nasdaq. El tema es que ya pasamos ese 10% de baja y entramos a pérdidas respecto al máximo que fue en febrero. Ya estamos en lo que se conoce como "territorio de los osos" (referencia a un mercado "bearish" o a la baja). ¿Qué tan abajo se va a llegar? No sabemos, pero lo cierto es que ya empezamos a ver comentarios muy duros de analistas, y en espacios en donde normalmente las políticas de Trump juegan de local. Están alterados, como mínimo.