Domingo, 27 de Abril de 2025

De Perú al mundo: 10 escenas en una vida novelesca

ChileEl Mercurio, Chile 20 de abril de 2025

Figura decisiva de la literatura en español del siglo XX, también fue un intelectual público que movió la aguja de la política latinoamericana. Seleccionamos diez hitos de su vida y obra que definieron su trayectoria y legado.

4 El quiebre con Cuba
"Fui objeto de una feroz lluvia de injurias, me convirtieron en un apestado", diría Vargas Llosa recordando su quiebre con la Revolución Cubana a inicios de los 70, en momentos en que su carrera se empinaba por el mundo. Al igual que la gran mayoría de su generación de artistas y escritores latinoamericanos, de joven adhirió al marxismo y cayó en el hechizo de la Revolución Cubana. Visitó La Habana y fue jurado en 1965 del galardón literario de referencia de la isla, el Premio Casa de las Américas. En privado empezó a criticar a Fidel Castro a fines de los 60, pero fue en 1971, cuando estalló el caso Padilla, que fue parte de los líderes de la disidencia. Cuando el reconocido poeta cubano Heberto Padilla fue detenido por contrarrevolucionario, en Barcelona, justamente en la casa de Vargas Llosa, se escribió "La carta de los cien intelectuales". Iban firmas de Susan Sontag, Sartre, Italo Calvino, incluso de García Márquez, pero no era tan dura como la segunda, que surgió cuando Padilla fue liberado y obligado a dar una declaración pública en que se declaraba culpable de todo lo que se imputaba. La segunda carta marcó el quiebre. Y Vargas Llosa, en su calidad de figura principal del boom y único del grupo que manifestó públicamente su rechazo a lo que consideraba la dictadura castrista, se volvió el símbolo de la disidencia. "Sufrí en propia carne las paletadas de la máquina de lanzar mugre, la más eficaz de cuantas ha construido la izquierda política internacional", recordaría cuando ese episodio terminó de inclinar su fidelidad al liberalismo, aseguró años después. "Pero recuperé un espacio de libertad que no sabía que había perdido", añadiría. Una conversión ideológica que arropó disciplinadamente con lecturas de clásicos como Karl Popper, Isaiah Berlin y Raymond Aron, entre otros.
1 El cadete que escribía1 El cadete que escribía
El plan de su padre era que, entre otras cosas, el Colegio Militar Leoncio Prado acabara con sus aspiraciones literarias. Pasó lo opuesto: en los dos años que pasó ahí, los 14 y los 15, Vargas Llosa leyó y escribió "como no lo había hecho nunca antes (...) empecé a ser un escritor". Entrenó la mano redactando cartas de amor para sus compañeros y consiguió el material para su primera novela, La ciudad y los perros . Publicada en 1963 es un relato semiautobiográfico descarnado en un colegio militar en que los alumnos son unos salvajes. Escribirla fue una pequeña odisea: la empezó en Madrid y cuando la terminó en París tenía 1.200 páginas. Cuando pudo cortarla, la editorial Seix Barral no solo decidió publicarla sino que le dio el premio Biblioteca Breve. Demoró meses en llegar a librerías lidiando con las peticiones de la censura franquista y cuando aterrizó en Perú desató la furia de los militares. Pero fue un triunfo: la acogida de la crítica y de los lectores le dio a un Vargas Llosa de 27 la seguridad para convertirse en escritor. A la vez, esa indagación personal en la idiosincrasia peruana se considera como el primer disparo del boom latinoamericano.
2 Lima, París y Barcelona2 Lima, París y Barcelona
Brasil, República Dominicana, El Congo, Guatemala y múltiples países aparecen en las novelas y la trayectoria de Vargas Llosa, pero es difícil que alguno de ellos les compita a los tres países centrales de su obra y biografía: por cierto Perú, pero también España y Francia. Lima es la ciudad de sus obras mayores, La ciudad y los perros , Conversación en la Catedral (el local que da nombre a la novela existió), Historia de Mayta , e incluso algunos de sus últimos libros, El héroe discreto (2013) o Cinco esquinas (2016), que toma su título a un barrio de la capital de Perú. Perú siempre fue para él un campo de investigación de la corrupción social y política, incluso cuando se adentró en el Amazonas. Francia, en cambio, fue su patria literaria: formado a la luz Flaubert, Victor Hugo y Sartre, en París escribió su primera novela y al final de sus días fue acogido por la Academia Francesa. A su vez, España fue su gran refugio: vivió en Barcelona entre los 60 y 70, los años de gloria del boom , y allí escribió sus obras clásicas. En los 90 se instaló en Madrid hasta volverse una figura local: el rey le concedió la nacionalidad española en 1990, tres años después ganó el Premio Cervantes. Hacia 2017 se involucró en la disputa ante el independentismo de Cataluña: "Queremos que Cataluña vuelva a ser la Cataluña capital cultural de España, como era cuando yo vine a vivir aquí, en unos años que recuerdo con enorme nostalgia".
3 La rutina de hierro3 La rutina de hierro
"Sin rutina no soy nada y no encuentro inspiración alguna", llegó a decir Vargas Llosa y lo decía en serio. Siempre de traje, siempre bien peinado, el novelista peruano mantuvo por décadas una disciplina: se despertaba temprano, empezaba con un rutina de ejercicios, luego desayunaba leyendo la prensa y después pasaba al menos seis horas escribiendo. Por la tarde leía, tomaba notas, corregía. De lunes a sábado, estuviera donde estuviera. Por años, ocupaba solo unos cuadernos de tapas de cartón rojo con líneas horizontales que encontró en Londres. Obsesivo con sus temas, cuando trabajaba en La casa verde , contó Jorge Edwards, Vargas Llosa escribía rodeado de mapas de la selva peruana y esquemas de sus personajes. Para El hablador (1987) revisó toda la documentación acerca de los machiguengas, un grupo indígena de la Amazonía peruana. Para El sueño del Celta (2010), siguió los pasos de su protagonista Roger Casement por El Congo. Lo mismo hizo para La guerra del fin del mundo (1981). En la época más agitada del boom , no se perdía la fiesta, pero aun así seguía su rutina de escribir temprano. Cada uno tenía su papel: García Márquez encarnaba el relajo caribeño, Cortázar la bohemia poética, Fuentes era el diplomático y Vargas Llosa aún era el cadete disciplinado que trabajaba en la máquina de escribir como si fuera un minero.
5 Un puñetazo en México5 Un puñetazo en México
"Esto, por lo que hiciste a Patricia en Barcelona", fue lo que escuchó Gabriel García Márquez del que era hasta ese momento uno de sus mejores amigos, Vargas Llosa. Luego, le llegó el puñetazo. El peruano tiró al suelo al colombiano y ahí se terminó el boom latinoamericano. Al menos, la relación más cercana que tuvo el grupo. La escena ocurrió en México el 12 de febrero de 1976 en el estreno de una película, con demasiado público. Los escritores nunca más se hablaron. Se conocieron en 1967 y formaron una amistad que parecía a prueba de hierro: vivieron en la misma cuadra en Barcelona, García Márquez y su esposa fueron los padrinos del segundo hijo de Vargas Llosa, incluso planearon escribir una novela a cuatro manos. Ninguno de los dos explicó qué había pasado entre ellos y por años la versión más aceptada fue la política: que la Revolución Cubana los enemistó. Con el tiempo otra versión se impuso: hacia junio de 1975, Vargas Llosa y su mujer, Patricia, tuvieron un quiebre matrimonial, y en esos días, entre idas y venidas de Barcelona a Lima, una noche ella salió de fiesta junto a Jorge Edwards, Carmen Balcells y García Márquez. El último manejaba, llevó a todos de vuelta a su casa, Patricia fue la última. Lo que pasó esa noche nunca ha sido dicho, se ha especulado con coqueteos, pero como documenta Xavi Ayen en el libro Aquellos años del boom , lo que habría pasado fue una conversación muy íntima entre dos amigos. "Es que Mario es muy celoso", dijo al día siguiente del golpe Mercedes Barcha, la esposa del colombiano. Vargas Llosa se limitó a decir: "Eso vamos a dejárselo a los historiadores".
6 Vargas Llosa a presidente6 Vargas Llosa a presidente
"Fujimori me devolvió a la literatura", diría Vargas Llosa en los 90, luego de esa aventura como político en que compitió como candidato a la presidencia de Perú en 1990 y fue el favorito hasta que Alberto Fujimori le arrebató el cargo en las urnas a último minuto. El perfil público siempre estuvo en el ADN del escritor, pero en los 80 empezó a colaborar con el presidente Fernando Belaunde Terry, quien incluso le pidió ser parte de su gabinete. Desistió, pero cuando el mandatario Alan García propuso nacionalizar la banca y las compañías de seguros, Vargas Llosa asumió un rol de oposición y formó el Movimiento Libertad. Se convirtió en un líder, lo que derivó en una candidatura presidencial centrada en el liberalismo económico. Al ser derrotado se fue a vivir a España y volvió a la literatura -"de donde nunca debí salir"-, pero nunca dejó el activismo político. Analista, comentarista y promotor, en las últimas décadas su opinión fue una referencia para la derecha en Latinoamérica: en Chile apoyó activamente las candidaturas de Sebastián Piñera y se pronunció a favor del republicano José Antonio Kast. En Brasil, dijo preferir a Jair Bolsonaro en vez de Lula da Silva. En las elecciones presidenciales de Perú 2011, ante la disputa entre Ollanta Humana y Keiko Fujimori, advirtió que se trataba de una elección entre el "sida y el cáncer terminal". Una década después, cuando Keiko se enfrentó a Pedro Castillo, el escritor decidió apoyar a la hija del hombre que lo derrotó en 1990.
7 De la tragedia7 De la tragedia
a la comedia
"¿En qué momento se había jodido el Perú?". La frase está al inicio de la novela Conversación en la Catedral y anuncia el tono de libro: la tragedia se apoderó de su país. Usualmente reconocido por documentar el impacto de la historia en el ser humano, Vargas Llosa también fue un autor de comedias memorables, cargadas de erotismo y ligereza. Justo después de Conversación... publicó Pantaleón y las visitadoras , una suerte de revés de La casa verde , narra los servicios que prestaban prostitutas a militares en la Amazonía peruana. Llena de humor, la novela fue una de las más exitosas del escritor y quizá la que ha visto una mejor adaptación cinematográfica, a cargo de Francisco Lombardi. Tras ese libro siguió en el tono con La tía Julia y el escribidor , que tiene el personaje de Pedro Camacho, a un loco oscuro e hilarante que tuerce la realidad en sus radioteatros. Con los años, Vargas Llosa mantuvo el tono más grave en sus novelas, pero siempre volvió al humor, ya fuera en el teatro o libros como El héroe discreto e incluso en el último, Le dedico mi silencio , un homenaje a la música popular peruana.
8 Sartre, modelo8 Sartre, modelo
a regañadientes
De joven, entre Lima y París, Vargas Llosa tenía dos lecturas de cabecera: Gustave Flaubert y Jean Paul Sartre. Al primero nunca dejó de admirarlo, pero con el segundo tuvo una relación conflictiva. "Al cabo de los años, su obra creativa ha ido decolorándose en mi recuerdo, y sus afirmaciones sobre la literatura y la función del escritor, que en un momento me parecieron artículos de fe, hoy me resultan inconvincentes", dijo sobre del autor de La nausea . Pero no lo desechó: durante su vida le dedicó diversos artículos, incluso un libro Contra viento y marea , que primero se llamó Entre Sartre y Camus . Su ruptura con el filósofo francés describe su conversión política: el joven que dedicaba libros como "el sartrecillo valiente", era también el que creía en el marxismo. Cuando lo abandonó, Sartre, quien aún seguía políticamente ahí, salió de su horizonte. Pero no fue un corte radical, pues en 2020, en el libro Medio siglo con Borges , planteaba una dicotomía en la figura del escritor: Borges era el poeta dedicado a su universo, mientras Sartre era la voz crítica pública. Parece indudable que esa es la senda que siguió Vargas Llosa, la del escritor como intelectual público. Cuando hace dos años informó que dejaba la ficción, dejó un último anuncio: "Ahora me gustaría escribir un ensayo sobre Sartre, quien fue mi maestro cuando era joven. Será lo último que escriba". No se ha informado si alcanzó a terminarlo.
9 Julia, Patricia9 Julia, Patricia
e Isabel
"Los órganos de prensa contribuyen mejor que nadie a consolidar esa civilización light que ha dado a la frivolidad la supremacía que antes tuvieron las ideas y las realizaciones artísticas" (2012), escribía Vargas Llosa en La civilización del espectáculo , una dura crítica a la frivolización de la cultura en la que analizaba desde el arte contemporáneo hasta la revista Hola dedicada a las celebridades. Lo inesperado llegó en 2015, cuando el escritor, con 79 años, se separó de su esposa para iniciar una relación con Isabel Preysler, socialité icono de España. De pronto, era perseguido por los paparazis y aparecía en la portada de Hola. Acostumbrado a los salones académicos y foros internacionales, Vargas Llosa empezó a aparecer en fotos en encuentros con la nobleza europea bañados en lujos. Nunca antes había tenido una relación tan pública, aunque a los rumores y habladurías estaba acostumbrado: a los 19 instaló una bomba en su familia al casarse con su tía política Julia Urquidi. Estuvieron juntos entre 1955 y 1964. Se divorciaron en París, donde el escritor se casaría con la mujer de su vida, su prima hermana Patricia Llosa, sobrina materna de Julia. De su primer matrimonio viene la novela La tía Julia y el escribidor (1977), mientras que de la relación que mantuvo con Preysler, el cuento "Los vientos" (2021). Prácticamente para todo el resto de su obra tuvo la compañía de Patricia Llosa.
10 La patria francesa10 La patria francesa
Si el Premio Nobel de Literatura que recibió en 2010 le consagró un lugar en la historia a Vargas Llosa, el haber sido incorporado a la Academia Francesa en noviembre de 2021 fue el cierre de su trayectoria literaria. Es el único autor hispano que ha llegado ahí. Según contó en el discurso que dio en la ceremonia, en febrero de 2023, el día que llegó por primera vez a París, en 1959, compró en el Barrio Latino una copia de Madame Bovary , de Flaubert, y quedó marcado para siempre. La situó como la novela más revolucionaria de la narrativa moderna. Recordó sus lecturas juveniles de Sartre y Camus, pasó por Victor Hugo, Balzac, Rimbaud, Celine y llegó a decir: "La literatura francesa ha hecho soñar al mundo entero con un mundo mejor. Un mundo diferente en cualquier caso, y de esta manera ha renovado la democracia apoyando el sueño de otro mundo, especialmente para los hambrientos y marginados y, como suele ocurrir, entre ellas la colectividad latinoamericana". Sus palabras fueron una carta de agradecimiento a la cultura francesa, la que incluso al incorporarlo a la academia tuvo una concesión con sus 86 años, pues solo podían ingresar autores con 75 máximo. Por cierto, aprovechó para seguir con su lucha clásica: "La novela salvará la democracia o morirá con ella", dijo.
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