Martes, 22 de Abril de 2025

El Papa Francisco y sus preferencias en la cultura y las artes

ChileEl Mercurio, Chile 22 de abril de 2025

El pontífice veía también en la creación artística una expresión de la verdad. En su libro recién publicado, Javier Cercas ofrece una imagen renovada de Francisco y de la iglesia.

En 2013, el director de la revista Civiltà Cattolica, el jesuita Antonio Spadaro, entrevistó largamente al Papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio trazó entonces un perfil inédito de sí mismo, a partir de sus gustos referidos a las artes.
Uno de los momentos más sorprendentes de la entrevista se produjo cuando Spadaro le preguntó acerca del optimismo y de los signos de esperanza que observa en el mundo actual. Tras eso vino la primera declaración del Papa acerca de sus intereses musicales. Responde que prefiere la palabra "esperanza" a "optimismo", y recuerda lo que se dice al respecto en el Capítulo 11 de la Carta a los Hebreos, agregando que "la esperanza no defrauda", como se lee en la Carta a los Romanos. Y acota: "Piense en la primera de las adivinanzas de 'Turandot', de Puccini (...) La esperanza cristiana no es un fantasma y no engaña".
Para el Papa Bergoglio, los grandes artistas son los que saben cómo presentar con belleza las realidades trágicas y dolorosas de la vida. "Amo muchísimo a Dostoievski y a Hölderlin. De Hölderlin me gusta recordar aquella poesía tan bella para el cumpleaños de su abuela, que me ha hecho tanto bien espiritual. Es aquella que termina con el verso 'Que el hombre mantenga lo que prometió el niño'. Me impresionó porque quería mucho a mi abuela Rosa y en esa poesía Hölderlin pone a su abuela junto a María".
Francisco reveló luego que había leído tres veces "Los novios", de Alessandro Manzoni, "y ahora lo tengo sobre la mesa para volverlo a leer. Manzoni me ha dado mucho. Mi abuela me hacía, de niño, aprender de memoria el comienzo de 'Los novios'. También Gerard Manley Hopkins me ha gustado mucho" (se refiere al sacerdote jesuita y poeta británico).
"Mozart me llena"
En lo que respecta a pintura, dijo admirar a Caravaggio -"sus lienzos me hablan"- y a Chagall -"con su 'Crucifixión blanca'"-. "En cada época el hombre intenta comprenderse y expresarse a sí mismo. Y por tanto el hombre, con el tiempo, cambia su modo de percibirse: una cosa es el hombre que se expresa esculpiendo la 'Nike de Samotracia' (Nike es la diosa de la victoria, en la mitología griega), otra la de Caravaggio, otra la de Chagall y, todavía otra, la de Dalí. Las mismas formas de expresión de la verdad pueden ser múltiples; es más, es necesario que lo sean para la transmisión del mensaje evangélico en su significado inmutable".
Sus apreciaciones musicales develan a un melómano conocedor. "En música amo a Mozart, obviamente. Aquel 'Et Incarnatus est' de su Misa en Do es insuperable: !Te lleva a Dios¡ Me encanta Mozart interpretado por Clara Haskil (pianista suiza de origen rumano). Mozart me llena: no puedo pensarlo, tengo que sentirlo. A Beethoven me gusta escucharlo, pero prometeicamente (como introductor del fuego e inventor del sacrificio, Prometeo es considerado el Titán protector de la civilización humana). Y el intérprete más prometeico para mí es (Wilhelm) Furtwängler. Y después, las Pasiones de Bach. El pasaje de Bach que me gusta mucho es el 'Erbarme Dich', el llanto de Pedro de la 'Pasión según San Mateo'. Sublime. Después, a distinto nivel, no de la misma intimidad, me gusta Wagner. Me gusta escucharlo, pero no siempre. 'La Tetralogía del Anillo', dirigida por Furtwängler en la Scala el año 1950 es lo mejor que hay. Sin olvidar 'Pársifal' dirigido el 62 por (Hans) Knappertsbusch.
El Papa especifica también que "me gustan los artistas trágicos, especialmente los más clásicos", y sobre estos últimos dice: "Hay una bella definición que Cervantes pone en boca del bachiller Carrasco haciendo el elogio de la historia de Don Quijote: 'Los niños la traen en las manos, los jóvenes la leen, los adultos la entienden, los viejos la elogian'. Esta puede ser para mí una buena definición de lo que son los clásicos".
Tiempos de decadencia
Siguió luego con el cine y ahí Fellini y el neorrealismo italiano ganan la partida: "Quizás la película que más me haya gustado es 'La Strada', de Fellini. Me identifico con esa película, en la que hay una referencia implícita a San Francisco. Luego creo haber visto todas las películas de Anna Magnani y Aldo Fabrizi cuando tenía entre 10 y 12 años. Otra película que me gustó mucho fue 'Roma, ciudad abierta'. Mi cultura cinematográfica se la debo sobre todo a mis padres, que nos llevaban muy a menudo al cine".
Siempre hablando de la creatividad y la expresividad, el Papa reflexionó acerca de cómo el hombre va hacia la búsqueda de sí mismo: "Y es natural que en esta búsqueda pueda cometer errores. La Iglesia ha vivido tiempos de genialidad, como por ejemplo el del tomismo. Pero también vive tiempos de decadencia del pensamiento. Por ejemplo, no debemos confundir la genialidad del tomismo con el tomismo decadente. (...) ¿Cuándo deja de ser válida una expresión del pensamiento? Cuando el pensamiento pierde de vista lo humano, cuando le da miedo el hombre o cuando se deja engañar sobre sí mismo. (...) El pensamiento de la Iglesia debe recuperar genialidad y entender cada vez mejor la manera como el hombre se comprende hoy, para desarrollar y profundizar sus propias enseñanzas".
El poder espiritual de la lectura
En agosto del año pasado, el Vaticano publicó una carta enviada por el Papa a futuros sacerdotes en la que reflexiona sobre el valor de la literatura y la lectura en la formación de estos y también de cualquier cristiano. "¿Cómo hablar al corazón de los hombres si ignoramos, relegamos o no valoramos 'esas palabras' con las que (los escritores) quisieron manifestar y, por qué no, revelar el drama de su propio vivir y sentir a través de novelas y poemas?", dice en un punto de la extensa carta, salpicada de referencias a literatos como C. S. Lewis, Marcel Proust, T. S. Eliot y Jorge Luis Borges.
El Papa aboga por la lectura de los clásicos y también de los autores contemporáneos como una "vía de acceso" para comprender mejor la cultura del propio tiempo y reflexionar sobre las contradicciones del ser humano. Para Francisco, la literatura tiene un "poder espiritual", que educa el corazón y la mente de los sacerdotes y de todo aquel que quiera seguir a Jesús.
Impresiones del escritor Javier Cercas sobre Francisco en "El loco de Dios en el fin del mundo" (Random House)"El papa me ha escuchado con el oído avizor (...); pero en cuanto termino de hablar, levanta la vista y me mira. No recuerdo su mirada: lo único que recuerdo es que trasluce curiosidad; también recuerdo que solo en ese momento reparo en que Bergoglio tiene los ojos verdes".
"El concepto de 'periferia' es capital en el pensamiento de Francisco. Durante un discurso pronunciado ante los cardenales reunidos en precónclave el 9 de marzo de 2013, cuatro días antes de que lo eligieran papa, Francisco afirmó que la 'Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas sino también las existenciales: las del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria'. A esas dos periferias, la geográfica -los centros alejados de la metrópoli- y la religiosa -los lugares donde Dios es un Dios ausente, un Deus absconditus -, Francisco aún añadiría una tercera: la periferia social, el lugar de los desheredados de la tierra. Esa triple periferia es el núcleo de la Iglesia de Francisco".
"¿Un papa de izquierdas o de derechas? En realidad, si hubiera que definirlo de una sola vez, lo más justo sería decir que Francisco es un radical del Evangelio que otorga prioridad absoluta a los pobres (...). Políticamente, es lo que ha sido siempre. Tal vez por eso, en los años sesenta y setenta, en plena efervescencia revolucionaria, en Argentina se le consideraba un conservador (o incluso un ultraderechista), mientras que hoy, en plena resaca revolucionaria, se le considera en Occidente un izquierdista (o incluso un comunista). No es Bergoglio el que ha cambiado; el que ha cambiado es el mundo".
"Existe de entrada en Bergoglio una duplicidad fundamental, una falla profunda, un desajuste íntimo; de uno u otro modo, esa duplicidad existe en todos o casi todos los seres humanos (equivale a la distancia que media entre el yo social y el yo personal), pero en Bergoglio es más acusada. El responsable de ella, sin embargo, no es Bergoglio, o no del todo: el principal responsable es la papolatría, el culto a la personalidad que casi inevitablemente rodea al papa, presentándolo como un titán, como un dechado de virtudes incompatible con la humanidad del Bergoglio real. (...) Nadie es tan consciente de esta mistificación como el propio Bergoglio".
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