Relevan proyectos transfronterizos como ejemplos de colaboración a seguir mejorando
En un concepto que cruzó la realización del evento internacional, se destacó la importancia de avanzar en proyectos binacionales, reforzando herramientas como el tratado bilateral existente con Argentina en la materia.
"¿Qué son los desafíos estratégicos?", preguntó Leopoldo Reyes, presidente del directorio del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco) en el foro "Desafíos estratégicos para el desarrollo minero en Chile", realizado en Cesco Week, uno de los eventos más relevantes del sector a nivel nacional e internacional.
Citando a un filósofo, afirmó que "un desafío es una situación difícil que queremos superar". Pero un desafío estratégico, explicó, "implica una dificultad que requiere generar valor para superarla". En minería, añadió, eso significa crear cadenas de valor, impulsar una industria emergente, sustentable y potente. Y para lograrlo, la colaboración es clave.
En esa línea, los expertos analizaron el Tratado de integración y complementación minera entre Chile y Argentina, un acuerdo firmado en 1997 y ratificado por ambos países en 2000, que busca facilitar la exploración y explotación minera en la zona andina fronteriza, que cubre una franja de 539.775 km² definida por ambos países. En Chile, se extiende desde la Región de Atacama hasta la Patagonia.
El tratado bilateral impulsa la cooperación técnica, el aprovechamiento conjunto de yacimientos en zonas de difícil acceso -ricos en minerales como cobre y oro-, la transferencia de conocimientos, la contratación local, el desarrollo de proveedores, la infraestructura compartida y el tránsito de personas, maquinaria e insumos sin afectar la soberanía, entregando seguridad jurídica a las inversiones binacionales.
Pasar a la explotación
"Ha sido un instrumento exitoso si hablamos de exploración propiamente tal", dijo Cristián Cifuentes, analista sénior de Cesco. Y destacó proyectos como todo el Distrito Vicuña (Los Helados, Filo del Sol, Josemaría, Lunahuasi), propiedad de Lundin Mining, y Los Azules, de McEwen Copper. "El desafío es convertir estos proyectos de exploración en iniciativas de explotación, evitando casos como el de Pascua Lama", agregó.
Jorge Cantallopts, director ejecutivo de Cesco, destacó que el tratado es un ejemplo de colaboración internacional para una minería sostenible, que fortalece la competitividad regional e impulsa la integración económica. "Facilita la alineación de marcos regulatorios, el intercambio de infraestructura y conocimientos técnicos, además de potenciar proyectos transfronterizos en zonas cordilleranas".
Annie Dufey, socia directora de Karungen, explicó que el tratado es un buen punto de partida, pero la colaboración puede ir más allá. "Chile aporta décadas de experiencia en exploración, desarrollo de capacidades, proveedores, gestión ambiental y social, entre otros", afirmó.
Desafíos pendientes
Aunque el tratado incluye una estructura institucional conjunta, los participantes subrayaron otros desafíos, como la necesidad de una coordinación ambiental efectiva ante la preocupación por glaciares y fuentes de agua en zonas cordilleranas. Persisten además trabas aduaneras por la falta de sistemas integrados, brechas en información minera consolidada y falta de claridad en los gastos privados para una fiscalización adecuada.
A su vez, hay dudas sobre cómo financiar infraestructura clave en transporte, agua y energía, y fortalecer el regionalismo mediante estrategias conjuntas. También "es cuestionable cómo incidir en la planificación territorial de forma coordinada, promoviendo un diálogo temprano con comunidades locales e indígenas, cuya participación ha sido limitada en proyectos binacionales previos", acotó Cifuentes.
TAMBIÉN PARA LA PEQUEÑA Y MEDIANA MINERÍAEl enfoque colaborativo no solo se aplica a la gran minería ni a proyectos internacionales. También es fundamental para fortalecer a la pequeña y mediana minería, que enfrenta sus propios desafíos, pero también grandes oportunidades cuando se actúa en conjunto.
Aunque la pequeña minería representa solo el 1% de la producción nacional de cobre, genera más de US$ 600 millones en exportaciones al año y es fundamental para el desarrollo de muchas localidades. Iván Mlynarz, vicepresidente ejecutivo de Enami, explicó que su valor "no se puede medir solo por tonelaje. Son productores que operan yacimientos de alta ley y bajo tonelaje, que requieren plantas de tratamiento comunes por distrito minero".
Añadió que uno de los retos es duplicar la producción de los pequeños productores, para lo cual han impulsado alianzas con empresas como CMP, Teck, SQM y Codelco, "para facilitar el arriendo de pertenencias y abrir nuevas oportunidades de negocio".
Por su parte, Jorge Riesco, presidente de Sonami, coincidió en que la mediana minería cumple un rol clave al integrar a pequeños productores en planteles de beneficio compartido, reduciendo costos y generando economías de escala. "Por eso hemos solicitado al gobierno aumentar el umbral productivo, para fortalecer la colaboración en todo el ecosistema minero", concluyó.