¿Qué pasa con el gobierno?
Más allá de cierta parsimonia del gobierno que comienza, llama la atención cómo ha perdido el manejo del debate público.
A pocas semanas de las municipales, el tema no termina de prender en la agenda pública. Que es, a no confundirnos, la agenda capitalina, porque por los mensajes e intercambios con figuras políticas del interior, en la mayoría de los departamentos el tema está "picante". Pero, a nivel de la "gran prensa", como se decía antes, hay otro tema que está invadiendo las charlas y comentarios: ¿qué pasa con el gobierno de Orsi?
La pregunta viene a cuento de que pasados casi dos meses de asumido, no se termina de ver claro el rumbo que piensa tomar esta administración. No hay todavía proyectos de ley o reformas clave a la vista, los ministros y directores de empresas públicas tienen un perfil bajísimo, y de los dos consejos de ministros que hemos tenido hasta ahora, solo sacamos en claro los videitos de autobombo de Carolina Cosse al mejor estilo Bukele, y que lo del proyecto Arazatí sigue trancado.
En este período hemos tenido dos conferencias de prensa en Presidencia. Una del prosecretario Jorge Díaz hablando de que habrían encontrado una pista de algo sobre desaparecidos. Aunque la cara de desconfianza de ese hombre de la Institución de Derechos Humanos con nombre de actor americano de los 50, era bastante explícita sobre las posibilidades reales del tema. Y esta reciente del propio presidente sobre Ancap.
El anuncio/denuncia del presidente sobre la situación de Ancap es bastante ilustrativo sobre el tono que viene dando el gobierno. La conferencia fue medio improvisada, no se avisó a los medios, y lo que allí se dijo tampoco pareció muy articulado. Se informó de que el ente había tenido pérdidas. Pero la noticia no era una novedad para nadie, e incluso había sido "cabeza de página" de El País el pasado 2 de abril.
Ni el presidente ni la ministra explicaron allí que la pérdida se debía a la parada técnica que debe hacer la refinería cada 5 años, y que lo que tenía que ser un freno en la producción de 100 días, pasó a ser de 300 por un conflicto con los compañeros del gremio, que no aceptan ningún cambio en la división Portland, que lleva 15 años perdiendo plata sin pausa. ¿Por qué esa conferencia? ¿Es Ancap un tema que le convenga al nuevo gobierno poner en el tope de la agenda pública ahora?
Veamos, de los 15 años seguidos de gobierno del FA, Ancap perdió plata en la mayoría, y en medio debió ser capitalizada en una escandalosa operación que abrió llagas aún supurantes en la interna. En los 5 años de gobierno neoliberal privatizador, Ancap ganó en casi todos.
No parece que este sea un tema al que le convenga demasiado ponerse a discutir a un gobierno que asumió hace 60 días, y que termina de hacer pie. Desde la Torre Ejecutiva, el mensaje que se hace llegar es que allí no hay apuro. Que se quiere hacer las cosas bien, y que se está todavía en fase de valoración del estado real de situación, antes de arrancar con todo. Hay dos elementos, al menos, que ponen en duda este mensaje.
El primero, que como bien sabe la mayoría de los dirigentes del FA que han estado en gobiernos previos, una administración tiene un tiempo corto para poner en agenda las dos o tres grandes reformas del período. Porque después, la agenda diaria, los problemas que te tira la realidad, y hasta las pugnas internas que son inevitables en cada gestión, comienzan a absorber todo el tiempo de los jerarcas.
El segundo es comunicacional. Durante los 5 años de gobierno de la Coalición Republicana, el Frente tuvo una capacidad única para marcar la agenda. Salvo por el período álgido de la pandemia, fue realmente impresionante cómo el gobierno nunca pudo hacer pie en esa agenda, y siempre estaba corriendo de atrás a los temas que la oposición ponía sobre la mesa.
Lo lógico hubiera sido que al contar con la estructura del estado, y con una figura aparentemente tan popular como Orsi, estos primeros meses hubieran sido una aplanadora. Lejos de eso, estamos viendo una gestión titubeante y defensiva. ¿Qué pasa?
Algún jerarca oficialista ha cuestionado la "ansiedad" de los medios y la oposición por ver medidas concretas y anuncios rimbombantes. Y puede que tenga algo de razón. Pero hay un motivo de fondo por el cual la sociedad en general espera señales del nuevo gobierno.
Durante la campaña, Orsi fue asombrosamente ambiguo y parco a la hora de decir, no ya qué pensaba hacer, sino qué pensaba de la mayoría de los temas. Y está bastante claro para cualquiera que en el FA hay posturas muy distintas sobre muchos temas clave del país. Esta aparente demora en marcar un rumbo fijo está empezando a dejar la sensación de que los equilibrios internos no están bien atados como para avanzar. O que, directamente, no hay un plan muy claro de qué hacer.
La gente suele perdonar los errores a un gobierno que comienza. Pero lo que cuesta mucho más de aceptar, es la incertidumbre.