Domingo, 04 de Mayo de 2025

Todavía a oscuras

ColombiaEl Tiempo, Colombia 4 de mayo de 2025

RICARDOÁVILA PINTOESPECIAL PARA EL TIEMPO @ravilapinto
ANALISTA SÉNIOR
Era un día de esos que le dan a la primavera su buen nombre, con cielo azul y temperatura ideal

RICARDOÁVILA PINTOESPECIAL PARA EL TIEMPO @ravilapinto
ANALISTA SÉNIOR
Era un día de esos que le dan a la primavera su buen nombre, con cielo azul y temperatura ideal. Pero la que pintaba ser para los 55 millones de personas que residen en la Península Ibérica una jornada común y corriente, más allá del clima agradable, acabaría convirtiéndose en una de sobresaltos. La causa es conocida: una baja de potencia en una red ocasionó una reacción en cadena que tomó apenas cinco segundos en suceder. Cuando los relojes marcaban las 12 y 33 de la tarde de ese 28 de abril el fluido eléctrico se suspendió en España y Portugal, dando lugar a una interrupción súbita de las actividades cotidianas de la mayoría. Tras la ida de la luz dejaron de funcionar las telecomunicaciones y los sistemas de transporte masivo. Ante la imposibilidad de poder usar una caja registradora o un datáfono, miles de negocios cerraron sus puertas y los pocos que siguieron abiertos solo aceptaban dinero en efectivo. Pasarían horas antes de que la emergencia pudiera ser superada. De manera gradual, dependiendo de la zona geográfica, los bombillos comenzaron a encenderse hasta que a eso de las 6 de la mañana siguiente la situación volvió a ser normal en la gran mayoría del territorio peninsular. Sin embargo, así las actividades hayan retomado el ritmo usual desde entonces, la aprehensión no ha cesado del todo. El motivo es que aquel que se describía como un modelo a prueba de fallas, ha quedado en entredicho, por lo menos hasta que no se identifique el motivo que ocasionó el peor apagón en la historia reciente de Europa. Ni tanto que queme… Más allá de las especulaciones que solo cesarán cuando un informe técnico -que puede tardar semanas- entregue su veredicto, hay ramificaciones de diversa índole, incluyendo las políticas. Pero lo que más le interesa al resto del mundo es entender qué falló, dada la importancia que tienen las fuentes de energía renovables no convencionales en la matriz de generación de España. Y es que, por cuenta de los parques de paneles solares y los molinos de viento, esa nación cubre buena parte sus necesidades actuales y exporta kilovatios a sus vecinos. Tanto, que ha llegado a atender el ciento por ciento de la demanda en el horario laboral diurno, con base en estas tecnologías. De la mano de condiciones naturales especialmente propicias en el caso de la energía fotovoltaica, han llegado cuantiosas inversiones atraídas por la que es una gran ventaja comparativa. Aparte de ser no contaminante, la electricidad despachada es hasta 30 por ciento más barata que la de países como Alemania. Cuando se busca entender por qué la economía española está dentro de las más dinámicas del Viejo Continente, este asunto resulta clave. Nuevas fábricas y centros de datos han sido anunciados por cuenta de una oferta que parecía abundante y segura, al menos hasta comienzos de la semana pasada. Ahora más de uno esperará a ver las soluciones que se adopten con el fin de minimizar la probabilidad de nuevos cortes masivos. Quienes saben de estos asuntos señalan que hay alternativas, tanto para aumentar la confiabilidad de las instalaciones como para aislar zonas y así restringir eventuales urgencias a un ámbito más local. Fuera de lo anterior, los conocedores agregan que es indispensable contar con un abanico de alternativas de generación, lo más amplio posible. Y esto es importante, cuando se tiene en cuenta que la energía proveniente del sol o el viento depende de que el primero brille sin nubes y el segundo sople con fuerza. A falta de grandes sistemas de almacenamiento, que todavía no alcanzan la eficiencia anhelada, cuando llega la noche o aparecen los imprevistos cualquier sistema tiene que apoyarse en opciones tradicionales. Por tal motivo, las turbinas movidas por agua o vapor siguen existiendo y continuarán vigentes en el futuro previsible. Lo anterior no desconoce que las fuentes renovables de última generación seguirán en boga a lo largo y ancho del planeta. Según la Agencia Internacional de Energía, la capacidad de estas aumentará en 90 por ciento para 2030, en comparación con 2023. El presente año, sin ir más lejos, se producirán en el mundo más gigavatios a partir del sol y del viento, que del carbón. Uno de los motivos del auge es que la demanda avanza con más rapidez que la economía global y lo seguirá haciendo de manera sostenida. Factores como el aumento de la población, la mejora en ingresos en los países emergentes, la movilidad eléctrica o la inteligencia artificial tienen que ver con esa previsión, mientras se busca limitar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Por tal razón, los ojos de buena parte del mundo están puestos en España. No hay duda de que las lecciones que salgan de esta dura experiencia serán incorporadas en las más diversas latitudes en donde también hay apuestas fuertes por las renovables. De allá a aquí Colombia no es la excepción a esa tendencia, aunque su tránsito ha resultado mucho más accidentado de lo que se pensaba. Desde mediados de la década pasada se tomaron decisiones que, de manera paulatina, crearon un ambiente favorable para la instalación de paneles solares y molinos de viento. En la medida en que el costo de los equipos bajó y el rendimiento de las instalaciones mejoró, todo apuntaba a una rápida expansión. Sin embargo, las promesas iniciales no se acabaron concretando. El mayor descalabro de todos tuvo lugar en La Guajira, en donde una serie de proyectos impulsados por algunos de los grandes jugadores mundiales en el ramo fueron abandonados o quedaron pospuestos indefinidamente ante los tropiezos con las comunidades y la tortuosa senda de los permisos. Ecopetrol busca darles vida a algunas iniciativas en problemas, pero a la fecha hay muy poco que mostrar. Irónicamente los principales obstáculos se han visto a lo largo de la administración Petro, cuyo discurso en la materia se centra en una transición energética que deje atrás a los combustibles fósiles. Como en tantas áreas del actual Gobierno, hay un claro divorcio entre retórica y realizaciones, debido en parte a sesgos ideológicos que se traducen en gestos de hostilidad hacia la presencia del sector privado en la actividad. Tampoco ha sido afortunado el tránsito de los funcionarios que han ocupado cargos de responsabilidad en el ministerio de Minas y Energía. La falta de conocimientos se ha mezclado con vacantes prolongadas en puestos clave, mientras la propia Casa de Nariño trata de dinamitar la estructura institucional que se construyó después del racionamiento de 1992. Así las cosas, el riesgo para el país no es el de un apagón que dure muchas horas, sino el de un racionamiento que se extienda por largos meses. Las advertencias que han hecho diferentes voceros y expertos se vienen escuchando desde hace rato, sin que realmente la realidad haya cambiado. La sensación, por el contrario, es la estar cada vez más cerca del abismo. Incluso, estrictamente hablando, ya hay faltantes permanentes. En la parte norte de Bogotá no se han podido terminar los proyectos de transmisión eléctrica de alta tensión, que son indispensables para suplir un déficit de oferta equivalente a cerca de 400 megavatios. Como consecuencia, se encuentran en vilo unas 37.000 soluciones de vivienda, además de múltiples iniciativas empresariales que crearían miles de empleos. Todavía más preocupante es que existe una insuficiencia estructural en lo que corresponde a la generación, como lo confirma el déficit en las obligaciones de energía en firme por parte los generadores. En caso de presentarse una temporada seca relativamente prolongada, podría no existir el suministro garantizados para abastecer el país. Y si lo que acaba ocurriendo es un nuevo fenómeno de El Niño que altere de manera más severa el régimen de lluvias en la zona Andina, salir indemnes sería casi imposible. Tales pronósticos suenan exagerados por estos días cuando los embalses que abastecen a las hidroeléctricas -que son la columna vertebral del sistema- muestran niveles más que aceptables gracias a una temporada invernal intensa. El problema es que cualquiera que haya mirado el asunto sabe que esa reserva dura poco en épocas de sequía. Eso para no hablar de eventuales daños en plantas que limiten el parque existente Ante una amenaza que merece ser tomada en serio, la única opción válida es la de expandir la capacidad de manera sustancial. Al respecto, la respuesta inicial ha sido la de optar por lo que se conoce como subastas de reconfiguración, un mecanismo que se usa para reasignar entre otros proveedores lo que se requiere para alcanzar la meta fijada inicialmente. En términos prácticos, hay en Colombia algunas iniciativas de paneles solares que pueden conectarse a la red y suplir a aquellas que no estarán a tiempo. Si las reglas de juego son las adecuadas, eso permitiría aplazar el escenario de cortes de luz obligatorios durante un tiempo. No obstante, esa es una solución de carácter temporal. La pregunta de fondo es cómo darle robustez al sistema, por lo cual es indispensable definir -y sobre todo cumplir- un escenario de expansión mucho más ambicioso. Dadas las inclinaciones del Ejecutivo, todo apunta a redoblar la apuesta en renovables. Bajo ese punto de vista, Colombia se concentraría en parques solares y eólicos en donde, sobre el papel, todavía tiene mucho espacio para crecer si, por supuesto, las condiciones son atractivas. Según las cuentas disponibles, la capacidad de generación de estas opciones representa ya el 9 por ciento del total, equivalente a 1,8 gigavatios. Por su parte, la hidráulica cuenta con un peso de 63 por ciento y la térmica del 28 por ciento restante. Vale la pena insistir en que el aporte de lo que viene de la radiación solar y eólica, no es constante. El máximo real durante ciertas horas ha llegado a algo más de 1.300 megavatios, una cifra que no es menor y permite remplazar temporalmente otras alternativas, pero sobre la cual sería equivocado hacer cuentas alegres. Debido a ello, son numerosas las voces que aconsejan también abrirles espacio a las tecnologías conocidas. "No podemos desconocer las opciones que le dan confiabilidad el sistema", subraya Natalia Gutiérrez, de Acolgén. "Es necesario expandir la matriz de generación, pero ese tránsito debe ser balanceado y responsable", agrega. Y el propósito de sortear la que apunta a ser una encrucijada compleja exige un marco regulatorio adecuado. Como dice el experto Jaime Millán: "no habrá luz suficiente si no hay inversión y no habrá inversión sin garantías de que esta se pueda recuperar". Añade que "tarifas insuficientes o incumplimiento de los compromisos gubernamentales son pasos en la dirección equivocada". Todo lo anterior exige, además, una mirada integral orientada a resolver múltiples cuellos de botella en los diferentes eslabones de la cadena. Resolver el déficit de capacidad requiere complementarse con el fortalecimiento de una red de distribución en la que abundan las fragilidades y con el salvamento financiero que tiene en capilla a numerosas empresas. Las comparaciones son odiosas, pero al mirar el contexto se puede concluir que el acertijo para España suena mucho menos complejo que el de Colombia. No se trata de desconocer lo que significó el apagón del lunes, ni de ignorar los desafíos técnicos que acompañan el uso masivo y sin fallas de las energías renovables, sino de aceptar que aquí hay un reto mucho más profundo. Porque en caso de que el racionamiento sea inevitable, la solución en nuestro caso no tardará horas sino meses. Debido a ello hay que tomar pronto las decisiones adecuadas, pues los discursos apasionados pueden servir para encender las pasiones, pero no funcionan a la hora de prender un bombillo.
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