Jueves, 15 de Mayo de 2025

Análisis obvio de un domingo abúlico

UruguayEl País, Uruguay 15 de mayo de 2025

Entre errores propios y fortalezas ajenas, la oposición enfrenta el desafío de dejar de ser un mero acuerdo electoral.

Fue todo tan previsible que no dio ni para festejar ni para calentarse. Sorpresas, casi ninguna. Era tan esperable que la Coalición Republicana (CR) ganara en Salto, como que sus partidos desunidos perdieran en Río Negro. Al momento de escribir esta nota aún no se conoce el resultado de Lavalleja, pero da para señalar la increíble ceguera política de quienes se negaron a emplear el nuevo lema en todos los departamentos, ya fuera por creer ingenuamente que tenían la vaca atada, como por pueriles desavenencias entre dirigentes. La CR se parece al niño Oscarcito de El tambor de hojalata, la tremenda novela de Günter Grass: se niega a crecer.

La imagen más vívida del octavo triunfo consecutivo del FA en Montevideo la tuve unos días antes, pasando por la puerta de un comité de base céntrico: en la mesita de la vereda habían pues- to los retratos de Bergara, Piñeiro y Schelotto, con montoncitos de sus respectivas listas. Me rebela que ellos hayan entendido tan bien el sistema electoral y a nosotros nos cueste tanto.

El esfuerzo del comando de Martín Lema fue notable y haber acortado las distancias con el FA respecto a la elección anterior, un gran mérito. Pero si colorados y cabildantes no traccionaron lo suficiente para darle el triunfo (cuatro puntos y medio que pasaran de un bloque a otro hubieran alcanzado), fue porque dudo que haya habido una eficaz coordinación opositora a nivel de comunicación. Si Lema eligió la confrontación dura, Cáceres debió haber apelado a los frenteamplistas desencantados que terminaron votando en blanco. Y García haber tenido más recursos para hacerse oír en sectores menos politizados. ¿O nos olvidamos de que la victoria de 2019 se aseguró en buena medida por el traspaso de votos del MPP a Cabildo Abierto?

Sería importante que estas malas decisiones políticas sirvieran de estímulo para repensar la CR. No se trata de ponerle un nombre fantasía y diseñarle un logo; es mucho más que eso. El fuerte posicionamiento del FA se basa en que viene comunicando lo mismo, aún desde antes de 1971. Les pasó por arriba la caída del muro de Berlín y atenuaron o acotaron sus fidelidades estalinistas, pero el mensaje último sigue siendo el de una revuelta justiciera contra los malos de la película. Con base en esa simple promesa sobrevivieron a fiscalazos, despilfarros, corruptelas y quiebras de empresas públicas.

Del lado de la CR, en cambio, es tan grande la pasión por mostrar pragmatismo, que nos olvidamos del contexto cultural, hacemos como que no existe. Peor aún: ¡hay gente que dice que no tenemos que tocar el tema, porque la cultura "pertenece a la izquierda"! Equivale a regalarles, con moña y todo, una interpretación capciosa de la historia y de las influencias ideológicas que explican el presente. Es hora de aplicarse seriamente a divulgar nuestro propio relato: las bases republicanas y liberales que fundamentan a nuestros partidos, opuestas a toda forma de colectivismo o ambición de dirigismo estatal. Mientras sigamos encerrados en nuestras chacritas, tomando a la CR como un mero matrimonio por conveniencia, seguiremos fortaleciendo por omisión al acorazado frenteamplista.

Pero esta no fue la única conclusión del último domingo.

Me hizo mucha gracia escuchar a algunos periodistas de TV y politólogos escandalizarse de las victorias de candidatos cuestionados por la Justicia. Era involuntariamente cómico verlos con caras compungidas, preguntándose si acaso en esos departamentos no funcionaría realmente el clientelismo, ya que tanta gente votaba a esos señores tan malvados. Demuestran no tener la más remota idea de cómo funcionan los verdaderos gobiernos de cercanía, esos en los que cualquier vecino, de los más variados pelos políticos, sabe que puede mandar un whatsapp o llamar directamente al intendente o al secretario general para un reclamo concreto, el que será resuelto en menos de 24 horas.

Hay montevideanos que ni siquiera imaginan qué es un verdadero trabajo en el territorio, no para postear pavadas en TikTok sino en el día a día. Prefieren agraviar a los vecinos del interior, calificándolos de canarios brutos a quienes no les importa la corrupción, desde una típica soberbia montevideana berreta, muy asociada a la subcultura progre. Desconocen que allí sí, en los distintos departamentos, hay tradiciones culturales que se respetan y valores de solidaridad que se enaltecen. No entienden que muchos votantes que en las nacionales eligen al FA, en las departamentales siguen a los líderes locales, no por adhesión partidaria sino por reconocimiento a su eficiencia y buena fe. Desde mediocres poltronas capitalinas, suponen que pueden destruir a un caudillo viralizando un audio íntimo o haciéndole colocar una tobillera, y a la elección siguiente comprueban que esas estrategias tienen el efecto contrario: refuerzan la adhesión de quienes valoran en ellos a personas íntegras y serviciales, más allá de las zancadillas de política pequeña.

Pero queda mucho por corregir de ahora a 2030. Coalición: a trabajar.
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