Descubra qué significa vetar una ley en Costa Rica, cómo funciona este mecanismo constitucional y qué ocurre después de que el presidente lo aplica.
En Costa Rica, vetar una ley consiste en que el presidente de la República se niega a firmar un proyecto aprobado por la Asamblea Legislativa.
Aunque el texto haya sido avalado en segundo debate, la firma presidencial y la publicación en La Gaceta son indispensables para que entre en vigencia.
Si el mandatario decide no firmar, la norma queda suspendida de forma temporal. Esto se conoce como un veto y está regulado por la Constitución Política.
El término veto proviene del latín vetare, que significa prohibir. Según el diccionario de la Real Academia Española, existen dos clases de veto: el absoluto y el suspensivo.
En el caso costarricense, se aplica la segunda forma. Esto implica que el presidente no puede eliminar un proyecto, pero sí retrasar su entrada en vigor mediante observaciones que deben ser analizadas por los diputados. El único proyecto que no puede ser vetado es el Presupuesto Ordinario de la República.
¿Qué sucede cuando el presidente veta una ley?
Cuando el Poder Ejecutivo veta una ley, tiene un plazo de 10 días hábiles para devolver el texto a la Asamblea Legislativa junto con las razones de su objeción.
La negativa puede basarse en que se considera inconveniente o en la necesidad de introducir reformas. Si se trata del segundo caso, el Ejecutivo debe incluir las modificaciones propuestas.
Una vez devuelto el proyecto con las observaciones, los diputados deben analizarlo nuevamente. Si aceptan las recomendaciones, el texto regresa al presidente, quien ya no puede volver a objetarlo.
En caso de que la Asamblea deseche las objeciones y apruebe el texto original con el voto de al menos dos tercios de sus miembros, el proyecto se convierte en ley y se debe publicar en La Gaceta.
Si las observaciones son rechazadas, pero no se alcanza esa mayoría calificada, el proyecto se archiva y no podrá retomarse sino hasta la siguiente legislatura.
También puede suceder que el presidente no emita una respuesta dentro del plazo legal. En ese escenario, el proyecto queda aprobado de forma automática y se procede con su publicación oficial.
Existe una situación adicional cuando el veto se fundamenta en posibles inconstitucionalidades. Si la Asamblea no las acepta, debe enviar el proyecto a la Sala Constitucional, también conocida como Sala IV.
Los magistrados tienen 30 días naturales para resolver el expediente. Si encuentran que ciertas disposiciones son inconstitucionales, esas partes se eliminan y el resto del proyecto vuelve al Congreso para su tramitación. Si la Sala no encuentra problemas legales, el texto se aprueba sin cambios.
En todos los casos, el veto presidencial no representa el fin definitivo de una ley. Más bien, se trata de un mecanismo que activa nuevas etapas de análisis, discusión y negociación entre el Ejecutivo, el Legislativo y, en algunas ocasiones, la Sala Constitucional.
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