Viernes, 30 de Mayo de 2025

Del Centenario a los títeres: el cine más íntimo de Andrés Varela en su documental sobre su maestro francés

UruguayEl País, Uruguay 29 de mayo de 2025

Con una carrera de proyectos multitudinarios como El Delirio o documentales como "Mundialito", en "El niño que sueña" Varela se vuelve hacia sí mismo con un retrato delicado y personal de Philippe Genty

En su cuarta película como director, Andrés Varela deja los eventos o personajes de alcance nacional de Mundialito, sobre campeonato de fútbol organizado por la dictadura; Maracaná, precisamente sobre eso y Benedetti: 60 años con Luz, sobre el vínculo del escritor con su esposa.

Esa ambición también está en su rol de productor a través de Coral Cine, y eso incluye películas como Fattoruso o Sangre de campeones. Y está en los eventos: con su socio, Sebastián Bednarik, Varela ha hecho proyectos temerarios como El Delirio, Guttenberg o la ceremonia de inauguración del estadio de Peñarol. Y Efecto Cine, y su pantalla inflable que lleva película tanto José Ignacio como a un barrio montevideano.

Por eso, hay derecho a sorprenderse y a sentir curiosidad por El niño que sueña, un proyecto más personal, más íntimo de Varela. Se concentra en la vida y la obra de Philippe Genty, un renombrado y legendario titiritero francés, con quien Varela estudió hace 20 años y es fundamental, dice, en su formación artística y personal.

"Es la profundización de un camino que vengo tomando de antes", le dice Varela a El País. "En Benedetti, 60 años con Luz, encontré cosas que quería hablar, que tienen que ver con el amor, con la muerte, con determinadas imposibilidades en la vida. Ese camino, en El niño que sueña se vuelve mucho más personal y trae una mirada muy interior de mi laburo".


Nacido en Annecy, Francia, en 1938, Genty es uno de los grandes nombres de las artes escénicas francesas. Su base son los títeres, pero a través de ellos, su compañía consigue espectáculos teatrales y con actores. Los fragmentos de sus puestas que se ven en El niño que sueña demuestran una imaginación impactante. Varela trabajo en su compañía a fines de la década de 1990.

Se reencontró con Genty después de 20 años y sintió que había que contar esa historia. Así, fue y construyó un relato personal con alcance universal.

Sobre algunas de esas cosas, Varela charló conEl País.Este es un resumen de ese diálogo.

Decíamos que era un proyecto personal...

Con Benedetti... me di cuenta de que estaba buscando abordar los personajes y las historias desde otro lugar. Y sí, esta se hizo mucho más personal, mucho más observacional, más del detalle, del pequeño plano.

¿Cuánto llevó el trabajo con Genty?

Estuvimos tres veces. La primera fue muy corta y vivimos en su casa como dos semanas. Después ya alquilamos cerca y estuvimos como un mes y medio o dos. Éramos Santiago Bednarik, César Charlone y yo.

¿Cómo fue el trabajo?

Primero fue el descubrimiento y ver con qué nos encontrábamos. Hacía 20 años que no lo veía y Philippe tiene una personalidad muy fuerte, de líder muy profundo. Y en esta condición, está en un estado de fragilidad muy importante y trata de no perder eso que siempre fue.Se lo ve bien, pero no logra cumplir su función natural, que es comunicarse de una determinada manera y ser Philippe Genty. Entonces está en una batalla, todo el tiempo, no solo con el artista, que tiene un mundo interior que no puede desarrollar, sino con esa persona que él es y que tampoco puede ser.

Con los protagonistas de sus documentales no tenía un vínculo tan cercano y directamente formativo como con Genty...

Fue un hombre que modificó mi forma de ver la cuestión estética, lo creativo. Fueron años que me marcaron profundamente. Con lo bueno y con lo malo. Porque ese tipo de compañías como el Cirque du Soleil o la de Ariane Mnouchkine son muy intensas, lugares donde tus emociones y tu cotidiano están en juego. Y con Philippe aún más, porque lo que hace es trasladar la marioneta al actor. O sea, él entiende que el desarrollo natural de la marioneta a nivel escénico es que se transforme en el actor. Uno era la marioneta de la puesta en escena.


https://vimeo.com/916315065?share=copyTodo un aprendizaje...

Entendí también sobre el rigor con un nivel de exigencia cotidiana que por un lado estaba buenísimo, y por otro lado era muy vacío. A los dos años y pico abandoné: no era mi tren creativo, ni la vida que quería llevar.

Hablando de la vida que quería llevar. Ya tiene una carrera de 20 años haciendo películas. ¿Qué es lo mejor que le pasó?

Mi encuentro con Sebastián Bednarik fue muy poderoso. Era todo rock and roll. Sentía que estaba descubriendo el mundo. Era chico y estábamos entendiendo procesos que nos eran propios y lográbamos transformarlos en relato, en historias. Viajábamos a través de actos creativos únicos, desbordantes de energía y locura. Y no solo desde el cine, también con Cuareim 1080, El Delirio, la inauguración del estadio de Peñarol, Guttenberg. Todo tan disparatado y lleno de vida. Ese desborde de energía fue alucinante. Y mientras todo eso pasaba, uno iba aprendiendo a ser persona. Con Seba éramos un equipo muy fuerte, y encontramos la llave: no había desafío que no pudiera resolverse. Lo peor era que no terminaba con la producción o con la creación en sí misma, sino que era visualizando como el acto creativo llegaba al espectador mismo.

Todo lo hacían en grande...
Maracaná se estrenó en una tribuna llena con 12.000 personas en el Estadio Centenario. Capaz que iban 100, pero nos jugábamos a que iban a ir las 12.000, y laburábamos un año para que eso sucediera. Cachila, en el Teatro de Verano con 200 tambores. La Matiné, con 100 murguistas de 70, 80 años ensayando todo el día...

Efecto Cine...

Si los cines nos bajaban de horario, ¿cómo íbamos a distribuir las películas? Terminamos trayendo pantallas inflables que hasta hoy siguen funcionando, pero en aquel momento era como manejar pólvora. Otra locura.

En usted se combina el creador, el artista y el productor.

Lo de productor viene de mis orígenes humildes: ya de chico tuve que buscarme la vida. Y Seba igual. No se nos caían los anillos por hacer lo que hubiera que hacer. Ser productor fue por sentido común, lo que apliqué fue la educación que yo traía de cómo se hacen las cosas. Era hacer lo que había que hacer para que las cosas sucedieran. Y eso me salvó de estar esperando que me llamaran.

¿En la mirada ajena sobre su trabajo incide que se haya dedicado a lo popular?

¡Carnaval y fútbol! Alguien puede pensar que lo hacemos porque le interesa a la gente, no es así.¡Es que yo vengo de ahí! Soy de la Unión, me llevaban al baby fútbol, al Carnaval.

¿Extraña todo esas cosas gigantes que hacía?

Ya pasé la etapa de los grandes ídolos. Maracaná, Mundialito, todo eso estuvo buenísimo...

Pero ahora va por un cine más interior, más personal...

Sí. Estoy en eso.
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