Escalamiento en relaciones con EE.UU.
Inquietante y enigmático es el llamado telefónico, el primer contacto sustantivo de alto nivel con la administración Trump.
Las relaciones bilaterales con Estados Unidos están dando señales riesgosas, coincidentes con importantes negociaciones comerciales en curso, presiones de sectores norteamericanos para poner término a facilidades para el otorgamiento de visas a nacionales y, especialmente, por las repercusiones de medidas sancionatorias impulsadas por el Presidente Boric en contra de Israel, reconocido como tradicional y estrecho aliado de Norteamérica.
No pueden pasar inadvertidas las declaraciones del lunes en redes sociales del presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU., al señalar que "la decisión del Presidente Boric de degradar las relaciones de seguridad de Chile con Israel es decepcionante y miope, y muy bien podría tener un impacto negativo en las relaciones entre EE.UU. y Chile en el futuro".
Cabe recordar que el domingo, en la Cuenta Pública, el mandatario enumeró algunas de sus instrucciones contrarias a Israel, que han incluido el llamado a informar al embajador de Chile en Tel Aviv, sin nombrar reemplazante; la suspensión de la participación de Israel en la Fidae; la intervención en la denuncia presentada por Sudáfrica en contra de Israel ante la Corte Internacional de Justicia, y la solicitud, junto con México, para que la Corte Penal Internacional investigue crímenes de guerra y lesa humanidad; el retiro de los agregados aéreo y militar, y la urgencia y patrocinio de un proyecto que prohíbe la importación de bienes producidos en territorios ocupados ilegalmente. Son medidas que, si bien están dentro de las facultades presidenciales, su profusión llama la atención y contrasta con el silencio respecto de otras graves situaciones de DDHH.; esto, no obstante la justificada reacción de declaraciones condenatorias por horrorosas acciones militares israelíes que han significado la muerte de miles de inocentes.
Más inquietante y enigmático es el llamado telefónico, el viernes recién pasado, del secretario de Estado, Marco Rubio, al Presidente Boric, luego derivado al canciller Van Klaveren. Desde La Moneda, con dudoso realismo, trascendió que "los presidentes de la República se contactan con los presidentes o primeros ministros. Los cancilleres con cancilleres". Posteriormente, el propio canciller buscó restar dramatismo a la situación, afirmando que no es "inusual" que el Presidente se excuse de atender ese tipo de llamados, al haber estado preparando su Cuenta. Habría que considerar que Rubio interactúa corrientemente con jefes de Estado y de gobierno, siendo, además de jefe de la diplomacia de la primera potencia del mundo, Asesor de Seguridad Nacional, principal consejero del Presidente norteamericano en los asuntos internos y externos de seguridad nacional, excepcional sumatoria de cargos que no se registra desde que los sirviera Henry Kissinger.
Importante de consignar es que este sería el primer contacto sustantivo de alto nivel del Gobierno con la administración Trump en momentos en que se efectúa una trascendental negociación comercial para las exportaciones nacionales, con implicancias más allá del mercado estadounidense, por las posibles dificultades para recolocar en otros destinos bienes y servicios eventualmente afectados por nuevos aranceles y restricciones al ingreso a EE.UU. Hasta ahora, aunque discutible, era posible sostener que la negociación comercial sería más bien técnica, ajena a consideraciones y desencuentros bilaterales, y bien encaminada, considerando el superávit comercial bilateral que beneficia a EE.UU. y la vigencia del Tratado de Libre Comercio que suprimió todas las barreras aduaneras. Lo mismo valía para la mantención de la Visa Waiver , cuyo rechazo, sin expresión de causa, parecería haber aumentado en el último tiempo.
La complejidad y densidad de los lazos con Estados Unidos aconsejan considerar y procesar con realismo, profesionalismo y pragmatismo el diálogo bilateral, que por décadas había experimentado un sostenido mejoramiento en su contenido e imagen pública.