Domingo, 08 de Junio de 2025

La ira rusa por la Operación Telaraña

UruguayEl País, Uruguay 5 de junio de 2025

Con el orgullo herido, Putin evalúa cómo devolver el ataque para que resulte devastador. O sea, suficientemente destructivo como para que los ucranianos desistan de lanzar golpes espectaculares.

Sin fuerzas para detener el lento pero constante avance ruso en su territorio, Ucrania volvió a lucirse con un ataque inteligentemente diseñado, ejecutado con astucia y audacia, logrando un resultado con gran efecto propagandístico. Con el orgullo herido por el golpe recibido desde las entrañas de la propia Rusia, Vladimir Putin quedó obligado a una respuesta devastadora.

Si Ucrania, ya sin el suministro de armas y municiones que recibía de Estados Unidos, aún sigue asestando estocadas dañinas, es lógico que Europa prefiera armarse y prepararse para la guerra, como lo expresó el primer ministro británico Keir Starmer al anunciar la construcción de doce submarinos nucleares.

La audaz operación ucraniana realizada dentro del territorio ruso genera a Europa una presión moral adicional para resistir el expansionismo belicista ruso.

Sucede que la operación militar del ejército ucraniano no solo destruyó casi medio centenar de aviones militares rusos, sino que fue tramado y ejecutado de tal modo que constituyó un golpe propagandístico formidable de Ucrania, que sonó como un cachetazo en el ego de Vladimir Putin.

La Operación Teleraña fue un éxito del aparato de inteligencia militar del país invadido. Por cierto, en su sofisticado diseño pueden haber participado expertos norteamericanos, británicos y franceses, pero los estrategas del ejército ucraniano y sus cuadros de inteligencia fueron parte del diseño y dueños absolutos de la ejecución.

El hecho es que el mundo vio a Rusia sorprendida en las profundidades de su propio territorio por una lluvia de drones que alcanzó bases aéreas hasta en la lejana Siberia. Y si llegaron hasta rincones remotos es porque fueron lanzados desde el mismo territorio ruso.

El primer paso de la Operación Telaraña fue introducir en camiones de transportes los centenares de drones que fueron llevados hasta lugares próximos a las bases atacadas. Poco después de que se concretara la masiva destrucción de aviones militares rusos en el mismísimo territorio de Rusia, una serie de detonaciones destruyeron desde los cimientos puntos clave del puente que une Rusia con la península de Crimea en el Estrecho de Kerch.

Estos golpes se suman a la ingeniosa estrategia con que las fuerzas locales repelieron la ofensiva sobre Kiev que lanzó Rusia desde territorio bielorruso en el comienzo de la invasión. ¿Qué tienen en común aquel éxito inicial con los sonoros golpes que acaban de dar los ucranianos a Rusia? Lo que tienen en común es que son éxitos basados exclusivamente en la inteligencia táctica y estratégica. Operaciones diseñadas con la lucidez que caracteriza a los grandes mariscales.

Aunque puedan no cambiar el curso de la guerra, esos logros militares ucranianos pueden ostentar la calidad de brillantes estrategas como Edwing Von Rommel, el célebre "wüstenfuchs" (zorro del desierto) que condujo con astucia deslumbrante al ejército alemán en el norte de Africa.

Ninguna de las victorias rusas en lo que va de la invasión a Ucrania evocó a celebridades de la táctica y la estrategia militar, como Rommel y su contraparte británica, el mariscal Montgomery. Los avances rusos se dan a fuerza de usar miles de presidiarios enviados a los campos de batalla como carne de cañón. O con masivos bombardeos lanzados a mansalva. O engrosando las inmensas legiones propias con miles de efectivos norcoreanos.

Rusia avanza con la superioridad del número de tropas y de los arsenales. Ucrania consigue pocos éxitos, pero con golpes que lucen inteligencia y audacia en niveles superlativos.

Esos esporádicos lucimientos no compensan su mayor fracaso: la fallida ofensiva en gran escala del 2023, tan largamente anunciada por el presidente Volodimir Zelenski y con tan decepcionantes resultados.

De aquel fracaso, al que se sumó el bloqueo a los suministros que Trump empezó a aplicar desde muchos meses antes de volver al Despacho Oval, usando la mayoría conservadora en el Congreso, Ucrania recién comenzó a recuperarse mediante otra operación donde la audacia compensó la escases de tropas y armamentos: la incursión en territorio ruso, logrando ocupar el oblast de Kursk durante largos meses y poniendo a Moscú en la necesidad de pedir tropas de refuerzo al régimen norcoreano para reconquistar esa porción de su territorio.

Con la Operación Telaraña y las explosiones en el puente sobre el estrecho de Kerch, Ucrania lo hizo de nuevo.

Con el orgullo herido, Putin evalúa cómo devolver el golpe para que resulte devastador. O sea, suficientemente destructivo como para hacer que los ucranianos desistan de lanzar esos golpes espectaculares.

Todo parece indicar que esa respuesta rusa se ejecutará con los poderosos misiles hipersónicos Oreshnik, cuya cabeza puede portar ojivas nucleares.

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