Firmas locales adoptan estrategias como el uso de vehículos eléctricos para reducir el impacto ambiental de su operativa, mientras surgen startups que buscan brindar soluciones sustentables de transporte
Motor del comercio global, el sector de la logística vive una reconversión que empieza a alinearse con objetivos ambientales. La sostenibilidad ha dejado de ser una aspiración para convertirse en un pilar estratégico. En este escenario, Uruguay empieza a presentar ejemplos, que además de fortalecer su rol de hub regional, contribuyen a liderar la adopción de prácticas «verdes».
La transformación hacia una logística sostenible es impulsada por una convergencia de factores. A nivel mundial, las regulaciones ambientales se endurecen progresivamente. Un ejemplo es la meta de la Unión Europea de reducir las emisiones de carbono del sector transporte en un 55% para 2030 respecto a los niveles de 1990. A esto se suman las crecientes expectativas de consumidores y empresas que demandan transparencia y soluciones ecológicas.
Las propias empresas también están reconociendo los beneficios de la sostenibilidad, como el ahorro de costos, eficiencia operativa y fortalecimiento de la reputación de marca. Las tendencias que definen este futuro incluyen una descarbonización acelerada, la adopción de energías verdes, la innovación tecnológica (con la inteligencia artificial optimizando desde la previsión de la demanda hasta la planificación de rutas), el auge de la economía circular y la logística inversa, y el desarrollo de embalajes sostenibles.
En Uruguay, este despertar se materializa en una estrategia. El Instituto Nacional de Logística (Inalog) es una pieza central, articulando esfuerzos público-privados para potenciar la competitividad del sector con foco en la sostenibilidad. Su Memoria 2024 aborda los desafíos del cambio climático y la necesidad de descarbonizar el transporte. La transformación de la matriz energética a fuentes renovables es un pilar esencial para la electrificación del transporte, sobre todo en la logística de corta distancia.
Estrategias locales
La visión uruguaya se proyecta hacia el futuro con planes como el desarrollo del hidrógeno verde, donde el país tiene un potencial gracias a sus recursos solares, eólicos y gestión del agua. Se espera que los primeros proyectos estén operativos entre fines de 2025 y principios de 2026.
Diversas empresas del país ya aplican iniciativas concretas. L'Oréal, a través de Cecilia Cardozo, su gerenta de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad, enfatiza que para ellos el cuidado de la sustentabilidad es «tremendamente importante, porque es un pilar de la estrategia de negocio».
Entre otras acciones, la compañía ha incorporado movilidad eléctrica para distribución como parte de su estrategia. Cardozo añade que «hoy alcanzamos muchos de los 26 objetivos que plasmamos en su momento (en el programa L'Oréal por el Futuro iniciado en 2020), y por eso se han transformado en políticas y normas de la compañía».
Nestlé Uruguay también considera la sostenibilidad como una de sus prioridades, dice Pablo Palena, gerente de Supply Chain. Sus iniciativas abarcan la migración de la flota a camiones eléctricos, la política de «Zero waste for disposal» en centros de distribución, el uso de energía eléctrica de fuentes renovables y programas de reducción de consumo de energía y agua.
Palena admite que «el cambio de mentalidad es lo más complejo, sumado a conseguir facilitadores de inversiones y regulaciones promotoras para que los cambios sean en escala suficiente». No obstante, el impacto es positivo: «los empleados valoran trabajar en compañías con compromiso genuino en ESG» (sigla de ambiental, social y gobernanza).
Grupo Murchison, operador logístico y portuario, incorporó en 2023 la figura del Líder de Desarrollo Sostenible, elaboró su Estrategia de Desarrollo Sostenible, realizó su primer inventario de emisiones y publicó su primer Reporte de Sostenibilidad. «En el centro de nuestra estrategia, ubicamos como ejes clave el diálogo, la medición y la mejora continua», afirmaron desde la empresa. Las repercusiones van desde una mayor eficiencia interna y sentido de pertenencia hasta una mejor marca empleadora y acceso a créditos.
La innovación local también juega un papel crucial. Swapy, una unidad de negocios de Quantik cofundada por Martín Piñeyro, ofrece un sistema de motos eléctricas con baterías intercambiables para logística de última milla (la entrega final del producto al consumidor).
Este modelo «desacopla las baterías de la moto. Tú puedes comercializar la moto sin la batería, logrando precios competitivos y después la batería queda bajo un formato de suscripción», lo que la hace más accesible, dijo Piñeyro.
Estima que «cada moto que hace 100 km a diario evita la emisión de 3 toneladas al año de CO2», además de reducir la contaminación sonora. Swapy planea instalar sus gabinetes de intercambio de baterías en estaciones Ancap, comenzando con una cobertura inicial en Montevideo. Piñeyro destaca que buscan lograr un triple impacto: ambiental, económico para el usuario y social, al facilitar el acceso a mejor tecnología a trabajadores con menor poder adquisitivo.
A pesar de los avances, la transición hacia una logística sostenible no está libre de desafíos. Un informe de PwC advierte que la modernización de infraestructuras y flotas exige una inversión inicial significativa. Por su parte, Piñeyro menciona el costo de certificar los créditos de carbono, un camino necesario pero que «está muy verde todavía».
La logística sustentable requiere una revisión profunda de procesos, tecnologías e infraestructuras, pero también ofrece oportunidades para la innovación, la eficiencia y la creación de valor. Uruguay, con su estrategia nacional y las iniciativas de sus empresas, busca avanzar por esa ruta.