Sábado, 07 de Junio de 2025

Trump vs. Musk

PerúEl Comercio, Perú 7 de junio de 2025

Por Fundador de Comité y cofundador de Recambio

no sorprende tanto que la relación entre el presidente estadounidense Donald Trump y su financista de campaña Elon Musk, quien fuera hasta hace algunos días el ?empleado especial del Gobierno? a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), haya implosionado como lo hizo esta semana

Por Fundador de Comité y cofundador de Recambio



no sorprende tanto que la relación entre el presidente estadounidense Donald Trump y su financista de campaña Elon Musk, quien fuera hasta hace algunos días el ?empleado especial del Gobierno? a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), haya implosionado como lo hizo esta semana. A juzgar por la (in)madurez relativa de los involucrados, era de esperar que el egocentrismo inconmensurable de uno no soportase el protagonismo desbocado del otro y viceversa.





Y ciertamente podía augurarse un desenlace semejante a una riña de escolares, con alta dosis de victimización y majadería. Pero ver el pleito que se desató la tarde del jueves, con Trump amenazando a Musk con quitarle los subsidios y contratos estatales a sus empresas y Musk acusando de vuelta a Trump de haber sido partícipe de la red de prostitución y abuso infantil del fenecido Jeffrey Epstein, fue quizá más espectáculo del que se vio venir.





Era obvio que esto iba a terminar mal. Quienes pensaron que se había armado un binomio imbatible entre un empresario visionario y un político capaz de hacer que las cosas pasen, y que el resultado de eso iba a ser una nueva era en la que EE.UU recuperaría la hegemonía perdida con el cambio de siglo, fueron víctimas de su propio pensamiento ilusorio (?wishful thinking?).





Musk, que apoyó históricamente a causas más asociadas con el Partido Demócrata como la lucha contra el cambio climático, viró hacia Trump desencantado con las trabas que le ponía el gobierno de Joe Biden a sus negocios y como efecto de su propio proceso de radicalización ideológica, que el mundo pudo ver en vivo y en directo en su cuenta personal de X.





Se convirtió en su financista principal y aceptó el rol de dirigir DOGE cuando él nunca fue un cultor del conservadurismo fiscal característico de los republicanos, sino al contrario, alguien con negocios que dependían de inversiones gigantescas del Estado. Inversiones que, por lo demás, pensaría él que podría asegurar con mayor facilidad con un Trump ya elegido debiéndole favores.





La supuesta cruzada contra el ?desperdicio, fraude y abuso? en las finanzas públicas que repetían al unísono nunca fue del todo creíble en Musk ni mucho menos para un populista como Trump, que de ?halcón del déficit? (?deficit hawk?) no tiene nada. Alguien a quien de hecho no parece importarle cuando hace gastar al Gobierno de su país en sus propios negocios como el hotel Mar-a-Lago, en lo que en cualquier país sería un evidente conflicto de intereses cuando no un caso visible de corrupción.





Trump y Musk se unieron porque querían circunstancialmente atacar a las mismas personas, y cualquier cosa era buena excusa para hacerlo, inclusive dilapidar el capital político o ?soft power? que proyectaba EE.UU al mundo a través de instituciones como Usaid. Lo que los sintonizó no fue la virtud de la austeridad, sino su tolerancia a la crueldad. Como ha dicho el profesor de la Universidad de Nueva York Scott Galloway (en un monólogo imperdible en el programa de Piers Morgan), el legado de Elon Musk ?hoy por hoy el hombre más rico del planeta? no va a ser poner un cohete en el espacio o diseñar un automóvil eléctrico, sino la innecesaria muerte, enfermedad y discapacidad de algunas de las personas más vulnerables del mundo como resultado de sus decisiones en DOGE.





El legado completo de Donald Trump todavía no lo conocemos, pero podemos intuir cuán destructivo puede llegar a ser. Ojalá no de la magnitud de la ingenuidad de quienes pensaron que podían controlar a alguien como Trump o hacerlo servir a una agenda que no fuese la de acumular más poder para sí a costa de quien se le pare enfrente.

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