La justicia en la Argentina
Nuestros comunistas, sin pruebas ni argumentos opinan sobre un proceso que desconocen.
En un fallo esperado la Suprema Corte argentina ratificó, dos sentencias previas que condenaban a la ex Presidenta Cristina Kirchner por delitos de Administración Pública Fraudulenta (corrupción, pago de sobreprecios e indebida adjudicación de contratos de obra pública) a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Ratificó asimismo la condena a varios funcionarios de nivel político, entre ellos al "contratista" Lázaro Báez. Como también era esperable la sentencia desató la ira de los peronistas que la consideraron un caso claro de "lawfare" o persecución política contra la jefa del Partido Justicialista.
En una primera visión lo ocurrido parece trascender a la hermana nación, en tanto sitúa el asunto en el propio centro del contexto político, con casos relevantes como la condena de Lula Da Silva, el probable enjuiciamiento de Bolsonaro, los procesos a ex presidentes peruanos, el actual juicio al presidente Donald Trump o, el caso de Charles Carrera en nuestra geografía. En la democracia a los políticos los elige el pueblo, mientras los jueces, no electos, pueden destituirlos. Ésta particularidad hace a los límites de la separación de poderes, al rol de la Justicia, y a los equilibrios del sistema republicano, que se acepte o no, vive en equilibrio inestable.
Con todo no conviene confundir el bosque con los árboles.
Resulta necesario mantener despierta la capacidad para diferenciar situaciones y contextos. La prudencia y reserva ante la abstracción del posible "lawfare", no sustituyen el examen ponderado de cada situación. La condena de Cristina Kirchner no es producto de una decisión apresurada ni de una justicia vengativa, ni del accionar de Milei. La avalan 51 contratos de obras públicas irregularmente concedidos por los Kirchner en su Provincia de Santa Cruz con 28 ni siquiera terminados. Hace 10 años que se estiran las presentes actuaciones con intervención de nueve jueces, un fiscal y muchísimos funcionarios de distintas jerarquías, ninguno de ellos la absolvió respecto al fraude. La mayoría nombrados por los propios Kirchner (entre ellos Lorenzetti), más cuatro por Macri y dos por Menem. Los tres de la Suprema con venia del Senado por dos tercios de sus integrantes y con el voto peronista. En las jerarquías superiores se trata de juristas con más de treinta libros publicados, con cargos y premios internacionales. No "monigotes", sino reputados profesores de la compleja ciencia del derecho. Nuestro inefable Partido Comunista, el segundo en poder del Frente Amplio, publicó una declaración acusando a la justicia argentina de instrumento de la ultra derecha para degradar la democracia. Una manifestación que no hizo bien a nuestro país. Dudo que haya visto un solo folio de los miles que integran el proceso ni que conozca a ninguno de los intervinientes en este fallo, todos -insistimos- juristas inminentes. Ello no excusa a la sentencia, pero la respalda. Nuestros comunistas, sin pruebas ni argumentos opinan sobre un proceso que desconocen. Mucho mejor sería que callaran y reflexionaran sobre su pasado.
Allí encontrarán los horrores históricos que han secundado, como los terribles juicios de 1937 en la URSS o el vergonzoso apoyo a Videla en el golpe del 76. La memoria histórica es de todos.