De guerra defensiva a derrocar al régimen de Teherán: el giro en la estrategia israelí en Irán
En los últimos días, los israelíes han enfocado sus bombardeos no solo en instalaciones nucleares, sino que también en edificios ministeriales y en instituciones civiles.
Cuando lanzó la Operación León Ascendente, el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, justificó la inédita ofensiva preventiva en lo que llamó una "doble amenaza": la necesidad de destruir el programa nuclear de Irán y golpear su arsenal de misiles balísticos. En los últimos días, sin embargo, su gobierno ha ido sumando un nuevo propósito a la campaña militar, planteando abiertamente su deseo de un cambio de régimen en Teherán, e incluso deslizando la posibilidad de apurar los acontecimientos con la eliminación del ayatolá Alí Jamenei, un autócrata de 86 años que hace 36 gobierna el país en su rol de "guardián" de la Revolución Islámica de 1979.
Netanyahu ha reconocido que Israel preferiría la caída del gobierno en Irán. "El régimen no sabe qué le ha pasado ni qué le pasará. Nunca ha estado tan débil. Esta es su oportunidad de alzarse y hacer oír su voz", dijo en un mensaje dirigido a la población iraní, llamando a la insurrección. Y ha deslizado que el sistema político de la República Islámica ya se estaría desmoronando a partir de los ataques contra su cúpula militar: "Tenemos indicios de que líderes de alto rango están empacando sus maletas".
Más ambiguo ha sido sobre la posibilidad de matar al líder supremo iraní, un plan que según la Casa Blanca estuvo sobre la mesa del comando militar de Israel, pero que el Presidente estadounidense, Donald Trump, supuestamente frenó. "Nadie es inmune", afirmó ayer Netanyahu, sin descartar nada. Pero el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, lo dijo de manera clara: "Jamenei declara abiertamente que quiere destruir a Israel (...). A un hombre así ya no se le puede permitir seguir existiendo" lanzó, junto con decir que uno de los objetivos de la ofensiva es "socavar el régimen de los ayatolás".
Por fuera de la guerra retórica, los objetivos de los bombardeos israelíes dejan entrever que ya no se limitan solamente a instalaciones nucleares, lanzaderas de misiles o los sitios donde ha matado a una veintena de comandantes militares, sino que también ha ampliado sus blancos a edificios ministeriales y a instituciones civiles, como la sede de la televisión pública.
"Es evidente que Israel está buscando un cambio de régimen en Irán. Netanyahu ha alentado públicamente al pueblo iraní a levantarse contra su gobierno, pero hasta ahora hay pocas señales de un descontento generalizado", afirma el académico iraní-estadounidense Mehrzad Boroujerdi, autor de "Postrevolutionary Iran: A Political Handbook". "Esperar que estallen protestas masivas bajo bombardeos aéreos es más un acto de pensamiento ilusorio que un análisis realista. De hecho, muchos iraníes están huyendo de Teherán, en lugar de quedarse a desafiar al régimen en medio del aumento de las tensiones. Sin embargo, si Jamenei fuera eliminado en un ataque israelí, eso podría aumentar significativamente la probabilidad de una insurrección interna", añade.
El momento más complejo en 46 años
En muchos sentidos, el conflicto armado entre Israel e Irán ha puesto al sistema teocrático iraní en su momento más complejo en los 46 años de la revolución. La guerra contra Irak (1980-1988) nunca puso en riesgo el mando clerical, y las revueltas sociales contra el régimen de los ayatolás, como las protestas de 2009 tras el presunto fraude de las elecciones presidenciales, o las de 2022 por las imposiciones religiosas y la falta de libertades de las mujeres, siempre se disolvieron con represión selectiva y pequeñas concesiones para aliviar la presión interna. Pero en las actuales circunstancias, la destrucción de los bombardeos se suma a la fuerte crisis económica del país, cuyo PIB ha caído 45% desde 2012, y golpea a un gobierno que si bien mantiene un férreo control de todo el aparato estatal y militar, es muy impopular entre la población.
La ofensiva israelí, sin embargo, podría tener un efecto contrario.
"Cuando un país es atacado -especialmente uno altamente nacionalista y con una larga historia y civilización-, el fenómeno de 'cerrar filas en torno a la bandera' se convierte en la reacción inmediata de la población", destaca el politólogo iraní Nader Entessar, autor de "Trump and Iran: From Containment to Confrontation". "Dicho esto, esto tiene un límite. Si se destruye la infraestructura del país y miles de personas mueren o enfrentan la hambruna, estaríamos entrando en un terreno desconocido, con varios escenarios impredecibles que podrían desarrollarse rápidamente. También debemos tener en cuenta que los grupos opositores en el extranjero son débiles, corruptos, oportunistas y, en su mayoría, rechazados por la mayoría de los iraníes dentro del país. Si, por alguna razón, la República Islámica colapsara en este momento, se generaría un gran vacío que conduciría a una guerra civil con consecuencias para la estabilidad regional", apunta el experto.
"No hay alternativa viable"
La alternativa al régimen de Jamenei -quien lleva mucho tiempo buscando un sucesor- es poco clara. Algunos proponen al opositor Reza Pahlavi, el hijo del último monarca ( sha ) iraní que vive desde 1978 en el exilio, quien se ha ofrecido como posible "líder de transición" y ahora en medio de los combates con Israel ha llamado a "levantarse y recuperar el país". También destaca el movimiento opositor Mujahideen-e Khalq (MEK), un grupo musulmán que desde el exilio apoya el derrocamiento de la República Islámica, pero se opone al regreso de la monarquía. Pero ninguno genera grandes consensos, en un país de una enorme diversidad étnica, donde los persas constituyen solo el 50% de la población, seguido por los azeríes (25%), los kurdos (10%) y decenas de otras minorías.
La activista política iraní Yassamine Mather, académica de la Universidad de Oxford, sostiene que ninguno de esos grupos es una "alternativa seria" en este escenario.
"El régimen no colapsará en los próximos días, a menos que haya una escalada mayor: una intervención directa de EE.UU. o el asesinato de Jamenei. Aun así, nada de eso sería un 'cambio de régimen'; no hay alternativa viable", señala Mather, quien plantea que los llamados de Netanyahu para rebelarse contra el gobierno iraní son estériles si luego dice que va a "reducir Teherán a cenizas". "Esa no es una buena táctica. Si estás tratando de volcar a una población contra su gobierno, decirles que destruirás sus hogares y su capital no ayuda (...). Habrá quienes lucharán por la República Islámica hasta el último aliento, pero no puedo estimar qué porcentaje de la población. Sin embargo, creo que la gran mayoría del pueblo sí lucharía contra Israel, incluso si el régimen islámico se rindiera. Aunque la mayoría de las personas comunes rechazan al régimen, no están apoyando a Netanyahu o a Trump ni a nadie asociado mientras están siendo bombardeados y forzados a huir de sus hogares", dice.
Boroujerdi coincide, advirtiendo el temor de los iraníes de terminar en un bucle de inestabilidad como ocurrió tras los cambios de régimen en Afganistán, Irak o Libia. "Antes del conflicto, el régimen contaba con el respaldo de, como máximo, un 20% de la población. No obstante, ante una invasión extranjera, muchos iraníes probablemente ven hoy la preservación del país -y no su transformación en un Estado fallido- como la prioridad absoluta. La supervivencia nacional suele anteponerse a las quejas políticas en tiempos de guerra. Aun así, incluso si el régimen logra sobrevivir al conflicto actual, su postura defensiva ineficaz y su evidente incompetencia probablemente generarán una fuerte crítica pública en el futuro".
Visiones contrapuestasLa idea de buscar un cambio de régimen en Irán ha provocado visiones contrapuestas entre líderes occidentales.
En una esquina está el Presidente francés, Emmanuel Macron: "El mayor error ahora sería buscar un cambio de régimen en Irán por medios militares, porque eso conduciría al caos", dijo. "¿Alguien cree que lo que se hizo en Irak en 2003 (...) o en Libia hace una década fue una buena idea? !No¡", aseguró.
Una visión opuesta tiene el Canciller alemán, Friedrich Merz, quien valoró que "Israel está haciendo el trabajo sucio por todos nosotros". "Estamos tratando con un régimen terrorista. Sería bueno si este régimen llega a su fin", señaló.