Domingo, 22 de Junio de 2025

Abusó de sus sobrinos y armó un juego de lealtades para que no saliera a la luz; abuela pidió que no lo contara

UruguayEl País, Uruguay 21 de junio de 2025

La niña contó lo que había ocurrido a su abuela, quien le pidió por favor que esperara a que ella muriera para contarlo porque no quería "causarle más dolor" a la familia.

La Justicia condenó a 12 años de prisión a un hombre de 59 años que abusó sexualmente de su sobrina de 11 y su sobrino de 13. La niña contó lo que había ocurrido a su abuela, quien le pidió por favor que esperara a que ella muriera para contarlo tenía cáncer terminal porque no quería "causarle más dolor" a la familia. La mujer murió al mes del episodio, pero la niña recién pudo contarlo un año más tarde4, en el liceo. Luego de que ella expusiera lo que había vivido, su hermano dijo que él había sufrido lo mismo.

El condenado, de profesión taxista, visitaba casi diariamente la casa en la que vivían los niños. Ellos vivían con su abuela y su madre, que no solía estar en la casa, pues trabajaba todo el día. El agresor pasaba de a ratos para tomar unos mate, calentar agua o ir al baño, reconstruyeron en el juicio.

Durante las vacaciones de verano del año 2021, la niña estaba cortando el pasto para ayudar a su abuela. Su tío pareja de la hermana de su madre, la tomó por detrás, le tapó la boca, la llevó hacia un pasillo que daba a un baño y la abusó sexualmente. Después de eso, la menor, temblando, le contó lo sucedido a su abuela. La mujer la bañó y le cambió la ropa, pero le pidió por favor que no contara nada hasta que ella muriera, porque no quería sumarle otro problema y más dolor a la familia.

La abuela murió al mes siguiente, pero la niña no dijo nada. El hombre, en cada visita a la casa, la siguió manoseando y abusando.

Aunque no lo dijera, se notaba que algo le pasaba. Había pasado de ser una excelente alumna a tener un mal rendimiento; comenzó a saltearse las clases y a tener problemas de conducta tanto en el liceo como en la casa. Un año después del episodio, le dijo a la adscripta del liceo que un desconocido la había violado en el baño de la institución. Allí se activó un protocolo y se inició una investigación.

Su relato era "desafectivizado" y tenía algunas incongruencias. La estudiante decía que podía reconocer a quien la había violado si le mostraban una imagen, pero no reconoció a ninguno de los varones del liceo y no había pruebas de que nadie hubiera ingresado al edificio. Al poco tiempo, reconoció que había mentido y en un relato altamente sentimental marcado por temblores, visible angustia y congoja contó que lo que le había pasado no había sido como lo había dicho, sino que había sido en su casa y con su tío. Les aseguró a las técnicas que habían ido a la institución que se sentía mal, pero que no había sabido cómo contar lo que le había pasado y que no quería dañar a su madre y sus vinculos familiares.

Las autoridades del liceo le pidieron a su madre que fuera hasta el lugar y, luego de escuchar a su hija, fue a hacer la denuncia a la seccional junto a la adscripta del liceo. Cuando toda esta situación estalló en el seno familiar, la mujer se alejó de su hermana y terminó peleada con otros integrantes de la familia. En ese momento, su hijo, dos años mayor que la primera denunciante, le contó que su tío le había hecho lo mismo a él.

Antes que a su hermana, lo había abusado sexualmente varias veces entre sus 13 y 15 años. Lo amenazaba con que lo agredería con más violencia si no cedía y le decía que si le contaba a alguien lo que hacía, iba a matar a su madre.

El imputado se defendió diciendo que los ahora adolescentes declararon lo que declararon por presión de su madre, que estaba "despechada" porque él nunca quiso formar pareja con ella. También aseguró que, con la denuncia, lo que pretendían era ocultar las conductas sexuales de la ahora adolescente.

Sobre esto, la jueza Marcela Vargas dijo: "Se aprecian argumentos defensistas como carentes de toda racionalidad, verificabilidad y conducido por simples móviles desacreditantes de las víctimas, empleados sí en el comprensible derecho de defensa pero que una vez finalizado el juicio resultan aniquilados por la prueba, y reducidos a una instintiva reacción del imputado en negar el abuso sexual intrafamiliar elaborando coartadas arrojadas al vacío"

En este caso, el condenado se encargó de armar "un juego de lealtades que ponían en tensión los vínculos familiares y surge acreditado que ofició como obstáculo para la develación de los hechos", explicó la jueza, refiriéndose a las amenazas que sufrió el adolescente y las presiones que vivió la niña por parte de su abuela.

"La notoria asimetría de poder entre el adulto y los niños, denota el abuso ejecutado por el tío sobre sus sobrinos a quienes conocía desde chicos, prevaleciéndose éste de la diferencia de edad, de roles afectivos, que facilitaron en definitiva la manipulación de las víctimas, tales extremos que conforman la violencia del acto", consideró.

La Fiscalía que encabeza Maximiliano Sosa había pedido que se condenara a este hombre a 14 años de prisión. Él ya contaba con un
antecedente penal del año 2002 por el delito de violación. Finalmente, la jueza Vargas definió imponerle una pena de 12 años de cárcel. El fallo puede ser apelado.

A las víctimas del caso las defendió el Consultorio Jurídico de la Universidad de la República y al imputado la Defensoría Pública.

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