Domingo, 22 de Junio de 2025

EL PERSONAJE

PerúEl Comercio, Perú 21 de junio de 2025

El primer ministro Benjamín Netanyahu asegura que Irán no solo es un peligro para Israel, sino para Occidente. Por lo tanto, no cejará hasta destruir su capacidad nuclear.

Por FERNANDO VIVASPeriodista



Si lo destajas, Netanyahu brilla en muchos compartimentos, para la paz y para la guerra. Como militar, peleó en el frente las principales batallas de su patria desde 1967; como economista, se formó en el célebre MIT de Boston y más tarde fue uno de los protagonistas del milagro económico israelí; como estadista, moldeó por completo el desierto israelí y endureció la política exterior. Esto último provoca la terrible incertidumbre ?la vivimos muchos esta semana? de hasta dónde llevará a su pueblo en la guerra, hasta adónde arrinconará a sus enemigos y arrastrará a sus aliados.





Netanyahu, en sus seis espaciados gobiernos que lo hacen, a sus 75 años, el más longevo primer ministro de Israel, desmontó gradualmente el pacifismo de los acuerdos de Oslo de 1993, firmados por su predecesor Yitzhak Rabin, también militar y estadista, pero Nobel de la Paz como jamás lo será él. ¿Qué llevó a este hombre excepcional, pragmático y exitoso en los negocios, cuando aplicó lo aprendido como consultor del Boston Consulting Group, a infundir tanto pavor, a desbocarse cabalgando sobre el miedo y la retaliación? Una hipótesis parcial, que lo liga con Donald Trump, a quien conoció en los 80, es que la lógica comercial puede ser devastadora cuando sale del mercado y se aplica a los conflictos humanos.





Como Netanyahu también tiene brío para la expresión oral y escrita, sentó parte esencial de su plan para Israel en un célebre discurso en la universidad de Bar Ilan en el 2009. Ya por entonces, Irán, tanto o más que Palestina, aparece en su alegato como el enemigo existencial de Israel. Citando al historiador estadounidense Will Durant sobre las lecciones capitales de la historia, dice: ?En la historia, la mayoría manda […] Puede haber excepciones a esta regla y mediante una fuerza cultural se podrán superar las dificultades. [Durant] Pone al Estado de Israel como ejemplo de dicha excepción?. He ahí una de las mejores definiciones que he encontrado de convicción nacionalista con supremacismo random. En Israel viven 10 millones de personas en un territorio bastante más pequeño que la región Lima, pero miren cuánto quiere pesar.





Benjamín no tiene el prestigio internacional de sus predecesores, pero impone respeto donde aparezca. Para irnos al extremo hostil hacia él, la Corte Penal Internacional con sede en Ámsterdam ha expedido órdenes de captura en su contra por crímenes contra la humanidad ??el uso del hambre como arma de guerra?, en la franja de Gaza, dice la resolución?. O sea, Netanyahu pudiera ser detenido en cualquier país afiliado a la CPI, que no es el caso de EE.UU., donde ha viajado varias veces a pedir apoyo. En el propio Israel, nación donde se respira la libertad de expresión como no sucede en el teocrático Irán, tiene intensa oposición, pero, claro, en el estado de excepción que impone una guerra, la democracia también corre al refugio cuando suenan las sirenas.





Cuando no está envuelto en un trance bélico, el cálido Israel de Benjamín sorprende por la convivencia de su liberalismo pro-LGTB con los cientos de miles de jóvenes del servicio militar universal caminando por la calle con sus rifles; es un prodigio de tecnología no solo empleada para la guerra sino para la salud, la educación y el bienestar. Una eterna primavera armada ha encontrado un vocero grandilocuente, gravísimo, tremebundo en el primer ministro Netanyahu, con sentencias que van más allá de la discriminación y el odio. Tras el ataque de Hamas del 7 de octubre del 2023, que los agarró por sorpresa y que se puede considerar el inicio de este nuevo ciclo bélico, de Israel contra Gaza primero, contra Irán después, sus palabras han invocado sentimientos terminales: ?Destruiremos a los asesinos, eliminaremos a Hamas y juntos, con la ayuda de Dios, aseguraremos nuestra existencia?. Ese es el temperamento, más trágico que épico, casi fundamentalista, que domina la narrativa de supervivencia de Netanyahu.





Hay algo en el primer ministro israelí que no es estructural ni se remonta a las raíces del joven Estado de Israel (nació en 1949), e inquieta sobremanera. Aunque su mandato como primer ministro debiera durar hasta diciembre del 2026, ha tenido suficiente oposición como para evitar pensar que la campaña bélica pudiera tener un propósito de cohesión política coyuntural. Es más, desde mayo del 2020, Netanyahu afronta un complejo juicio por corrupción ?se lo acusa de recibir regalos y sobornos de un grupo de telecomunicaciones a cambio de favores regulatorios? cuyo fallo se estima estaría listo en el 2026. Que un hombre que toma decisiones bélicas capitales sea a la vez presa de tensiones de ?lawfare? es consternante. La idea del botón atómico rojo apretado por un perseguido es tan inquietante como los misiles iraníes que atraviesan la cúpula de hierro.

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