La Junta Nacional de Justicia ordenó reponer a Patricia Benavides como fiscal de la Nación. Delia Espinoza se atrincheró. Les contamos detalles que no conocían de tremendo lío.
Por FERNANDO VIVASPeriodista
La JNJ estaba pasando piola. Sus siete magistrados eran la envidia de los entes en el candelero, zarandeados y judicializados. Hasta que se tropezaron con Patricia ?te arrastro en mi remolino? Benavides. Una hipótesis que explica la relativa indiferencia ante la JNJ es que la batalla campal entre Congreso, Ministerio Público, izquierda y derecha congresal a fines del 2023 para defenestrar a la junta entera fue tan extenuante que ya nadie quiere revivir el lío. Les salió caro a los congresistas seguir la agenda de Patricia. Por eso, hoy fujimoristas y otros enemigos de Delia Espinoza se solazan al verla contra las cuerdas, pero no hacen el ademán de cargar en hombros a Benavides, salvo la bancada de Renovación Popular, liderada por el maximalismo de Alejandro Muñante, que ha pedido a la junta que apunte contra los cuatro integrantes de la Junta de Fiscales Supremos. Más estratégicas, otras bancadas se olvidan de Benavides y preparan proyectos de reforma del MP. ¿Por qué la JNJ fue tan lejos desoyendo a Francisco Távara, su miembro más experimentado? ¿Por qué Benavides se quema con la papa caliente si puede conciliar en ser fiscal suprema?
?Justicia pasional?
Ahora sí hemos puesto los reflectores sobre la JNJ y nos acercamos a saber qué estaba pasando en su seno. Francisco Távara, el único que se negó a participar en la sesión en que se acordó reponer a Benavides, ha dicho bastante: que el presidente Gino Ríos y la vicepresidenta María Teresa Cabrera manejan la JNJ y tienen dos incondicionales, que el tema de Benavides fue forzado y que a él le hacen la vida imposible desde que se instaló la junta. Les puedo contar más porque me reuní con una fuente cercana a la JNJ que conoce a los siete miembros. Me dijo que los dos incondicionales a los que se refirió Távara son Víctor Hugo Chanduví y Cayo Galindo, que ayudan a convencer a los dos restantes, Germán Serkovic y Jaime de la Puente. Mi fuente me asegura que Cabrera suele pasar por encima de Ríos. El caso de Benavides lo manejó ella, pues dirige el área disciplinaria.
Le pregunté a mi fuente de dónde vendrían las posibles presiones a la JNJ o si era cuestión de ideología ?anti fiscalía caviar?. Me respondió que una de las claves estaría en la Universidad San Martín de Porres y sus corrillos judiciales en los que la sed de desagravio a Alan García, víctima emblemática de la ?fiscalía caviar? de la que Espinoza sería una continuidad, está muy vigente. Como también lo está, y ellos no lo ocultan, para el líder aprista Del Castillo y para el abogado Humberto Abanto. Gino Ríos fue el jefe del Instituto de Investigación Jurídica de la San Martín. El pasado enero, recién estrenado en la presidencia de la JNJ, pronunció el discurso central del arranque del año en la Facultad de Derecho. Con pompa, lo tituló: ?La influencia del posmodernismo en la enseñanza del derecho?.
En el frente del Ministerio Público, cunde la pica. ?¡Hoy yo no regreso a casa, no me van a sacar de acá!?, decía, gravísima, Delia Espinoza el lunes. El gesto político estuvo muy por delante del alegato jurídico. La pasión ocupó el lugar de la argumentación. Si no, no se explica por qué Espinoza, en entrevistas, ha dicho que está esperando que la JNJ le envíe un oficio con el acta de la votación. Es decir, si la JNJ cumple su pedido, ¿acata la resolución y deja la cancha libre a Benavides? Ello se contradice con la reacción inicial. La JNJ, ante tales dudas fiscales, se ha cerrado sobre su posición y el comunicado del viernes pide ser acatada sin dar más vueltas. Los abogados de Benavides, con ese aval, cambiaron a un tono conciliador para negociar la entrada de Benavides por la semana que le tocaría ser FN.Con Benavides sucede algo similar a lo que sucedió con Pedro Chávarry, salvando las distancias pues las imputaciones penales sobre ella son más gravosas. Chávarry llegó a ser FN legítimamente, pero con mucha resistencia de sus críticos. La guerra política en torno al MP lo usó de monigote y cobró su cabeza. Las investigaciones preliminares y denuncias contra Benavides difícilmente pasan la valla de la SAC (Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso). No hay un respaldo activo a Benavides, pero el recuerdo de la exaliada que ayudó a tumbarse a Pedro Castillo es suficiente para un blindaje.La oferta de un golpe a la fiscalía de la Nación, servido por la JNJ, ha sido tomada con pinzas por el Congreso (salvo el caso de Renovación Popular) y por el Ejecutivo, pues desconfían de Benavides. Pero sí ha alentado proyectos de reforma y ha golpeado a Espinoza y compañía, abriéndoles más frentes con investigaciones que la hacen incurrir en inevitables conflictos de intereses.
Las reacciones de Espinoza suelen ser autodestructivas, de ahí que golpearla es rentable para sus enemigos. En lugar de control de daños, la FN lanzó un plan de ataque contra quienes piensen distinto. La ?interjudicialización de la política? o peleas judiciales entre poderes del Estado ?Gino Ríos podría llamarla un fenómeno del posmodernismo en el derecho? está a todo pulmón en el Perú.