El gas natural no es un cambio de paradigma para Argentina, afirma experto en renovables
No tomaría decisiones estratégicas sobre la matriz energética de un país, basado en una coyuntura de dos o tres años, afirma Marcelo Álvarez, especialista argentino en energía.
El gran impacto que se proyecta para el gas natural proveniente de Argentina para toda la región, "es algo coyuntural y de corto alcance", advierte Marcelo Álvarez, integrante de la cámara de las energías renovables del vecino país (Cader). Afirma que los procesos con inversiones "hundidas a largo plazo" y con modelos de producción energética basados en alta intensidad de carbono, "van a generar sobrecostos en el futuro". Álvarez refiere a estudios que demuestran la enorme desventaja del gas natural en relación con las renovables alternativas, además de las penalidades paraarancelarias que se recibirán por los costos de intensidad energética de la producción bajo esas premisas. Por otra parte, asegura que la casi nula inversión en infraestructuras en los últimos 30 años, ubica a la producción de energía solar y eólica en un cuello de botella. A continuación, un resumen de la entrevista.
Por primera vez en muchos años, Argentina presentó en 2024 un superávit en la balanza comercial energética; detrás de esto está la nueva infraestructura del gas, especialmente. ¿Es un cambio de paradigma?
No creo que debamos hablar de un cambio de paradigma. Argentina sigue teniendo una economía fuertemente ligada a las fósiles y que está llevando adelante una política de pan para hoy y hambre para mañana.
¿Cuál es la razón de esa afirmación?
A título personal, creo que la transición energética hacia la descarbonización, más allá de modas coyunturales de Milei, Trump y otros, nos muestra que vamos más rápido que nunca en términos de descarbonización, pero más lento de lo que deberíamos. Estamos lejos del track que deberíamos seguir para llegar al escenario de reducción de 1,5% en emisiones para 2050. Y todos los acuerdos internacionales están construidos con mucho trabajo y con un proceso de largo plazo, de barreras paraarancelarias de intensidad energética, de huella de carbono, que cualquier moda coyuntural no va a detener. Entonces, todos los procesos que son inversiones hundidas de largo plazo, como minería, como modelos de producción energética basados en alta intensidad de carbono, pueden ser una solución en la coyuntura pero van a generar sobrecostos a futuro.
¿Cómo aplican esas barreras paraarancelarias a las que se refiere?
Argentina tiene alrededor del 60% de emisiones per cápita, arriba de la media de América Latina y una intensidad energética (la cantidad de unidades de energía que se consume para producir un producto determinado) que es alta en términos comparativos. Y las barreras para arancelarias que todavía no están firmes, pero que están muy próximas de aplicarse en términos de intensidad energética, van a ser complementarias de las de huella de carbono que la Unión Europea ya tiene, y que se van a profundizar. Entonces, para todos los bienes industrializados y algunos de los primarios, vamos a tener una medición de dos barreras paraarancelarias. Está muy bien que se midan, pero como tradicionalmente sucede en estos casos, los industrializados las usan como barreras al desarrollo de los emergentes o como condicionamiento para sus economías.
Volvamos al gas; se le identifica como un combustible de transición hacia las renovables.
En general se está usando esa denominación como "medias palabras" para no ir al fondo del problema en las conferencias del clima. Se pasó de hablar de salida de los fósiles a reducción de fósiles, y eso no es algo semántico; pasamos de energía renovable, a clean energy, y dentro de clean energy incluyeron nuclear y gas, con este discurso de combustible de la transición. Y esos procesos terminan siendo financiados por el Fondo Climático, que debería financiar transformaciones de fondo.
¿Pero no considera que el gas cumple ese rol de transición?
Hay un estudio de Naciones Unidas para el Desarrollo sobre el rol del gas natural en la economía de América Latina como combustible de transición.
El estudio de ONU se basó en países que tienen gas, como Argentina. Plantean tres escenarios: uno, business as usual, uno intensivo en gas y otro intensivo en renovables. Se sabe que en la transición va a haber renovables y gas. El tema es cuánto de cada uno.
En síntesis, estudio establece que las renovables reducen de mayor manera las emisiones, son 10 veces más limpias que el gas, algo que se podía intuir. Pero además, genera 10 veces más empleo, y es más barata, al evaluar las inversiones necesarias para su desarrollo.
Por tanto, cuánto se alargue la transición y qué hacemos con gas y cuánto con renovables, no es un tema menor y allí juegan grupos de poder.
En Argentina hay un plan para el gas; ¿lo hay para renovables?
Es un momento difícil. En los proyectos eólicos y solares, que son intensivos en capital, hay un gran problema con el financiamiento.
Para tener acceso al financiamiento adecuado, Argentina debería poder volver al mercado de capitales donde nos va a llevar años tener una tasa como la de Chile o la de Uruguay.
Pero hoy Argentina puede, si hace un plan y una ley de transición con modificación del compromiso nacional determinado de la Convención de Cambio Climático, generar empleo, bajar el costo y cumplir preventivamente con las barreras para hacer más competitiva su energía. Así que el diagnóstico es fácil de ver. Si el gobierno no cree en el cambio climático, que lo haga porque conviene económicamente acelerar el proceso de transición.
En eso estamos ahora, desde el sector privado, procurando que el gobierno lo entienda.
Se han hecho enormes inversiones en infraestructura para contar con gas natural barato; ¿qué se debería hacer, a su juicio?
Argentina podría tener un plan de exportación de hidrógeno verde trazable en base a eólica y solar. Podría usar el carbono que le queda residual de la inversión de Vaca Muerta para producir combustible sintético y exportar.
¿Es posible pensar en esa forma ante los niveles de inversión desarrollados hasta hoy?
Nosotros le hemos dicho a los gobiernos de turno, de cualquier lado de la grieta, que le iban a quedar activos económicos atrapados porque no iba a amortizarlos antes de que tenga que cerrarlos para bajar las emisiones. Una forma que podría evitar esa restricción, dado que ya las inversiones ya están hechas, es seguir sacando el carbono barato con el gas natural que tiene de vaca muerta y combinarlo con hidrógeno verde y exportarlo, procesado.
Todas las proyecciones conocidas apuntan a abultados ingresos para Argentina a partir del gas, ¿considera que esas estimaciones son erróneas?
Hay una parte de verdad y una parte de exageración. La balanza comercial de Argentina en los próximos dos o tres años se va a sostener sobre todo en el sector energético. Va a aumentar la producción de Vaca Muerta y la balanza va a ser positiva. Pero no tomaría decisiones estratégicas de la matriz energética presente y futura de un país, en este caso de Argentina, por la coyuntura de los próximos tres años.
Como dije antes, a largo plazo es mejor pensar en las renovables, y además, las restricciones para arancelarias nos van a generar problemas.
Cuando se introducen modificaciones en la matriz, para que realmente tengan un impacto cuantitativo significativo en la composición de esa matriz, se tarda 10 años entre que se implementan los cambios, se licitan los proyectos, se construye y se ponen operativos. Y Argentina en los últimos 10 años pasó en renovables del 2% de la matriz eléctrica a algo así como un 17%, por debajo de lo que la ley había fijado como objetivo de mínimo para 2025, básicamente por la falta de capacidad de infraestructura para transporte.
¿Esa es la principal dificultad?
En los últimos 30 años Argentina casi no invirtió en infraestructura de transporte. Entonces las renovables con el crecimiento se fueron comiendo toda la capacidad de transporte disponible que había. Hoy no hay más proyectos eólicos y solares que los que hay básicamente porque no hay más capacidad para en el sistema mayorista interconectado poner muchos más proyectos.
O sea, ¿hay capacidad para generar más?
Capacidad de generación sobra, hay un montón de proyectos prontos para construir. El problema es que la mayoría de ellos están en nodos que necesitan inversión de infraestructura. Hay otros que en su momento se licitaron y que no se van a construir por las penalidades económicas que ya tienen de multas de retraso. Ya estamos rascando el fondo del tacho y sin inversión de nueva infraestructura, va a ser difícil el crecimiento significativo.
En la región se observa con expectativa la disponibilidad de gas natural en Argentina. A su juicio, ¿esas miradas son erróneas?
Yo les diría es que no se dejen engañar por los cantos de sirenas coyunturales para beneficios que podrían ser concretos pero de corto plazo, de pocos años por delante. Mejor concentrémonos en tener una integración eléctrica regional donde podamos no solamente comprarnos y vendernos combustibles, sino también comprarnos y vendernos energía eléctrica.
Si América Latina se integra, tiene una amplitud horaria de seis husos horarios que le permitiría aplanar la curva de generación, sobre todo con generación distribuida.
Eso, obviamente, tiene que ver con integración económica distinta, con un modelo de desarrollo distinto. La energía es un vector para el modelo de desarrollo que se elija. Y lo que deberíamos cambiar, en mi opinión, es el modelo de desarrollo. El que tenemos está agotado.